La Palabra del Señor. Pedro Alurralde

La Palabra del Señor - Pedro Alurralde


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plenitud cuando nos alimentamos de su carne y bebemos de su sangre.

      Cristo toma siempre la iniciativa; es el anfitrión que se convierte en alimento de vida. Pero nos pone una única condición: la de compartirlo. No es posible honrar su cuerpo y su sangre, viáticos de inmortalidad, sin una sensibilidad comunitaria que nos induzca a compartir nuestros bienes materiales y espirituales.

      En el mundo falta porque a unos pocos les sobra mucho, y no saben o no quieren compartir. Si todos compartiéramos, aunque más no fuera que de nuestra propia pobreza, seguramente alcanzaría y sobraría para muchos.

      27. San Cirilo de Jerusalén, IV Catequesis mistagógica, 1. 3. 6. 9 (trad. en: San Cirilo de Jerusalén. Catequesis, Buenos Aires, Eds. Paulinas, 1985, pp. 301-304 [Col. Orígenes cristianos, 2]).

      TIEMPO DURANTE EL AÑO

      DOMINGO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

       «En aquel tiempo Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que vienes a mi encuentro!” Pero Jesús le respondió: “Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo”. Y Juan se lo permitió.

       Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: ‘Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección’» Mt 3,13-17

      ~ ° ~

      «El Señor Jesús ha venido hoy a recibir el bautismo. Ha querido lavar su cuerpo con el agua del Jordán. Quizá alguno diga: “¿Por qué quiso ser bautizado, él que era Santo?”. Cristo se bautiza, no para ser santificado por las aguas, sino para santificar él las aguas y purificar con su acción personal las olas que toca. Se trata más bien de la consagración del agua que de la consagración de Cristo. Desde el momento en que Cristo se lavó, todas las aguas se volvieron puras con vistas a nuestro bautismo. Así quedó purificada la fuente para que se otorgara la gracia a los pueblos que vendrían después. Cristo va el primero al bautismo para que los pueblos cristianos le sigan sin vacilar.

      POR ÉL, CON ÉL, Y EN ÉL

      La humanidad desde hace tiempo y a lo lejos, se muestra portadora de algo así como una “rayadura de fábrica”. Con óptica teológica, podríamos definirla como el pecado original.

      El pecado original se caracteriza por la inclinación a buscar lo que nos gusta, realizando lo que no debemos.

      En este contexto de pecado habrá que situar el bautismo del Señor, que ajeno al pecado vino a borrarlo, padeciendo por nosotros un bautismo de sangre. “Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva”.

      Es en el bautismo de Jesús que se manifiesta claramente la pedagogía de la salvación en perspectiva trinitaria. Contemplamos en el Jordán la solemne “presentación en sociedad” de las tres Personas divinas; y escuchamos la proclamación oficial de Cristo como el enviado y el ungido del Espíritu, que pasará por el mundo haciendo el bien.

      En el misterio pascual de la muerte y de la resurrección del Señor, adquiere su sentido nuestro propio bautismo. Es por él, con él y en él, que los cristianos recibimos el carnet de identidad de hijos de Dios y la garantía de una vida inmortal.

      Podemos entonces profesar con convicción, nuestra fe en un Dios que como Padre nos da la vida; por su Hijo carga con nuestra salvación; y en su Espíritu nos besa con el fuego de su Amor.

      28. San Máximo de Turín, Sermón para la fiesta de Epifanía; CCL 23,398-400 (trad. en: Lecturas cristianas para nuestro tiempo, Madrid, Ed. Apostolado de la Prensa, 1971, C 4).

      DOMINGO 2º

       «En aquel tiempo, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: ‘Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo’.

       Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel”. Y Juan dio este testimonio: ‘He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios» Jn 1,29-34

      ~ ° ~

      «(…) La figura ha pasado y se ha manifestado la verdad. En lugar de un cordero, es Dios quien ha venido: en lugar de una oveja, un hombre; y en el hombre, Cristo, que todo lo contiene. El sacrificio del cordero, el rito de la Pascua y la letra de la Ley están contenidos en Cristo, por quien todo se ha cumplido en la antigua Ley, y más todavía en la Palabra nueva...

      UN TESTIGO DE MIRADA PENETRANTE

      Juan el Bautista fue un profeta de mirada penetrante, con un buen ojo clínico espiritual. En las seis líneas del evangelio de hoy, aparecen en el original griego cuatro verbos, que ilustran con diferentes matices, una misma actitud: la de observar.

      Su intención es dejar grabados en la retina del lector, los acontecimientos que considera de gran importancia. Por eso, clavando una mirada atenta sobre Jesús; contempla al Espíritu Santo descendiendo sobre él; da fe de su unción por el Espíritu; y termina afirmando haber visto al mismo Hijo de Dios.

      Pero ¿qué es lo que nos quiere transmitir el Precursor con esta escena?

      Al vincular a Jesús con el símbolo del Cordero, nos recuerda que evangélicamente hablando, la única violencia permitida es la de los pacíficos. Nuestra redención se ha realizado por la no violencia, representada aquí por la figura del Cordero.

      Un aspecto en cambio no suficientemente subrayado, es el del Servidor. En la lengua hablada por Jesús, el arameo, la palabra Cordero significaba también,


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