Guerra del pueblo, Ejército del pueblo. Vo Nguyen Giap

Guerra del pueblo, Ejército del pueblo - Vo Nguyen Giap


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expresa en su vanguardia la voluntad de triunfo. Además, la lucha de masas fue utilizada en las ciudades en todo momento como arma imprescindible para el desarrollo de la lucha; es bien importante significar que nunca en el transcurso de la acción por la liberación del pueblo vietnamita, la lucha de masas nada entregó de sus derechos para acoger­se a determinadas concesiones del régimen; no parlamentó sobre concesiones mutuas, planteó la necesidad de obtener determinadas libertades y garantías sin contrapartida algu­na, evitando así que, en muchos sectores, la guerra se hiciera más cruel aún de lo que la hacían los colonialistas franceses. Este significado de la lucha de masas en su carácter dinámico, sin compromisos, le da una importan­cia fundamental a la compresión del problema de la lucha por la liberación en Latinoamérica.

      El marxismo fue aplicado consecuentemente a la situa­ción histórica concreta de Vietnam y por ello, guiados por un Partido de vanguardia, fiel a su pueblo y consecuente en su doctrina, lograron tan sonada victoria sobre los imperialistas.

      Las características de la lucha, en donde hubo que ceder terreno y esperar muchos años para ver el resultado final de la victoria, con vaivenes, flujos y reflujos, le dan el carácter de guerra prolongada.

      Durante todo el tiempo de la lucha se pudo decir que el frente estaba donde estaba el enemigo; en un momento dado, éste ocupaba casi todo el país y el frente estaba diseminado por donde el enemigo estuviera; después hubo una delimitación de líneas de combate y allí había un frente principal, pero la retaguardia enemiga constituía constantemente otro escenario para los bandos en lucha, de manera que la guerra fue total y que nunca los colonialistas pudieron movilizar cómodamente, en un te­rreno de base sólida, sus tropas de agresión contra las zonas liberadas.

      La consigna “dinamismo, iniciativa, movilidad, deci­sión rápida ante situaciones nuevas”, es la síntesis suma de la táctica guerrillera, y en esas pocas palabras está expresado todo el dificilísimo arte de la guerra popular.

      En ciertos momentos, las nuevas guerrillas, alzadas bajo la dirección del Partido, estaban todavía en lugares en los cuales la penetración francesa era muy fuerte y la pobla­ción estaba aterrorizada; en esos casos, practicaban cons­tantemente lo que los vietnamitas llaman la “propaganda armada”. La propaganda armada es simplemente la presen­cia de fuerzas de liberación en determinados lugares, que van mostrando su poderío y su embatibilidad, sumidas en el gran mar del pueblo como el pez en el agua. La propaganda armada, al perpetuarse en la zona, catalizaba las masas con su presencia y revolucionaba inmediatamen­te la región, agregando nuevos territorios a los ya obteni­dos por el ejército del pueblo. Es así como proliferaron las bases y las zonas guerrilleras en todo el territorio vietnamita; la táctica, en este caso, estaba resumida en una consigna que se expresa así: Si el enemigo se concentra, pierde terreno, si se diluye, pierde fuerza; en el momento en que el enemigo se concentra para atacar duramente, hay que contraatacar en todos los lugares donde renunció al empleo disperso de sus fuerzas; si el enemigo vuelve o ocupar determinados lugares con peque­ños grupos, el contraataque se hará de acuerdo con la correlación existente en cada lugar, pero la fuerza funda­mental de choque del enemigo se habrá diluido una vez más. Esta es otra de las enseñanzas fundamentales de la guerra de liberación del pueblo vietnamita.

      En la lucha se ha pasado por tres etapas que caracteri­zan, en general, el desarrollo de la guerra del pueblo: se inicia con guerrillas de pequeño tamaño, de extraordinaria movilidad, diluibles completamente en la geografía física y humana de la región; con el correr del tiempo se producen procesos cuantitativos que, en un momento dado, dan paso al gran salto cualitativo que es la guerra de movimientos. Aquí son grupos más compactos los que actúan, dominando zonas enteras, aunque sus medios son mayores y su capacidad de golpear al enemigo mucho más fuerte; la movilidad es su característica fundamental. Después de otro periodo, cuando maduran las condicio­nes, se llega a la etapa final de la lucha en que el ejército se consolida e, incluso, a la guerra de posiciones, como sucedió en Dien Bien Phu, puntillazo a la dictadura colonial.

      En el transcurso de la contienda que, dialécticamente, se va desarrollando hasta culminar, en el ataque de Dien Bien Phu, en guerra de posiciones, se crean zonas liberadas, o semiliberadas del enemigo que constituyen territorios de autodefensa. La autodefensa es concebida por los vietnami­tas también en un sentido activo como parte de una lucha única contra el enemigo; las zonas de autodefensa pueden defenderse ellas mismas de ataques limitados, suministran hombres al ejército del pueblo, mantienen la seguridad interna de la región, mantienen la producción y aseguran el abastecimiento del frente. La autodefensa no es nada más que una parte mínima de un todo, con características especiales; nunca puede concebirse una zona de autode­fensa como un todo en sí, es decir, una región donde las fuerzas populares traten de defenderse del ataque del enemigo mientras todo el territorio exterior a dicha zona permanece sin convulsiones. Si así sucediera, el foco sería localizado, atenazado y batido, a menos que pasara inme­diatamente a la fase primera de la guerra del pueblo, es decir, a la lucha de guerrillas.

      Como ya hemos dicho, todo el proceso de la lucha vietnamita debió basarse fundamentalmente en el campesi­nado. En un primer momento, sin una definición clara de los contornos de la lucha, ésta se hacía solamente por el interés de la liberación nacional, pero poco a poco se delimitaban los campos, se transformaba en una típica guerra campesina y la reforma agraria se establecía en el curso de la lucha, cuando se profundizaban las contradic­ciones y, a la vez, la fuerza del ejército del pueblo; es la manifestación de la lucha de clases dentro de la sociedad en guerra. Esta era dirigida por el Partido con el fin de anular a la mayor cantidad posible de enemigos y de utilizar al máximo las contradicciones con el colonialismo de los amigos poco firmes. Así, conjugando acertadamente las contradicciones, pudo el Partido aprovechar todas las fuerzas emanadas de estos choques y alcanzar el triunfo en el menor tiempo posible.

      Nos narra también el compañero Vo Nguyen Giap la estrecha ligazón que existe entre el Partido y el ejército; cómo, en esta lucha, el ejército no es sino una parte del Partido dirigente de la lucha; de la estrecha ligazón que existe a su vez entre el ejército y el pueblo; cómo ejército y pueblo no son sino la misma cosa, lo que una vez más se ve corroborado en la síntesis magnífica que hiciera Camilo: “el ejército es el pueblo uniformado”. El cuerpo armado, durante la lucha y después de ella, ha debido adquirir una técnica nueva, técnica que le permita superar las nuevas armas del enemigo y rechazar cualquier tipo de ofensiva.

      El soldado revolucionario tiene una disciplina conscien­te. Durante todo el proceso se caracteriza fundamentalmente por su autodisciplina. A su vez, en el ejército del pueblo, respetando todas las reglas de los códigos milita­res, debe haber una gran democracia interna y una gran igualdad en la obtención de los bienes necesarios a los hombres en lucha.

      En todas estas manifestaciones, el general Nguyen Giap enseña lo que nosotros conocemos por nuestra propia experiencia, experiencia que se realiza algunos años des­pués de logrado el triunfo por las fuerzas populares vietnamitas, pero que refuerza la idea de la necesidad del análisis profundo de los procesos históricos del momento actual. Este debe ser hecho a la luz del marxismo, utilizando toda su capacidad creadora, para poder adaptar­lo a las cambiantes circunstancias de países, disimiles en todo el aspecto exterior de su conformación, pero iguales en la estructura colonizada, la existencia de un poder imperialista opresor y de una clase asociada a él por vínculos muy estrechos. Después de un análisis certero, llega el general Giap a la siguiente conclusión: “En la coyuntura actual del mundo, una nación, aunque sea pequeña y débil, que se alce como un solo hombre bajo la dirección de la clase obrera para luchar resueltamente por su independencia y la democracia, tiene la posibilidad moral y material de vencer a todos los agresores, no importa quiénes sean. En condiciones históricas determi­nadas, esta lucha por la liberación nacional puede pasar por una lucha armada de larga duración, la resistencia prolongada, para alcanzar el triunfo”.

      Estas palabras sintetizan las características generales que debe asumir la guerra de liberación en los territorios dependientes.

      Creemos que la mejor declaración para acabar el prólo­go, es la misma que utilizan los editores vietnamitas y con la que estamos identificados: “Ojalá que todos nuestros ami­gos que, como nosotros, sufren todavía los ataques


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