Guerra del pueblo, Ejército del pueblo. Vo Nguyen Giap
la luz de un análisis completo, la guerra de liberación del pueblo vietnamita aparece, en su esencia, como una revolución nacional democrática popular realizada militarmente, cuyas dos tareas fundamentales y esenciales eran el derrocamiento del imperialismo y de los terratenientes feudales. La tarea antiimperialista era la primordial.
El Vietnam atrasado, país colonial que acababa de rebelarse para proclamar su independencia e instaurar el poder popular, no disponía más que de fuerzas armadas recientemente organizadas, inexpertas y mal equipadas. Su enemigo, en cambio, era una potencia imperialista que conservaba un potencial económico y militar bastante considerable, pese a la reciente ocupación alemana y que contaba, además, con el apoyo activo de los Estados Unidos. La correlación de fuerzas en el aspecto material hacía resaltar nuestra debilidad y la potencia del enemigo. La guerra de liberación del pueblo vietnamita para poder crear condiciones de victoria, debía ser una guerra de prolongada resistencia especialmente difícil. Toda concepción nacida de la impaciencia que pretendiese una victoria rápida hubiera sido un grave error. Había que aplicar resueltamente la estrategia de la resistencia prolongada, exaltar la decisión de lograr la libertad por el propio esfuerzo, preservar y aumentar poco a poco nuestras fuerzas, hostigando y destruyendo progresivamente las del enemigo. Era preciso acumular millares de pequeños éxitos para llegar a una gran victoria. A este precio podíamos modificar paso a paso la correlación de fuerzas, pasar de la inferioridad inicial a la superioridad y obtener la victoria decisiva.
Muy pronto nuestro Partido supo caracterizar esta guerra: guerra del pueblo y guerra prolongada. Partiendo de esta apreciación, resolvió a lo largo de la dura resistencia todos los problemas planteados por la guerra. La certera dirección del Partido nos ha conducido a la victoria.
Desde el punto de vista de la dirección militar, nuestra estrategia y nuestra táctica debían ser las de una guerra del pueblo y una resistencia prolongada.
Nuestra estrategia fue, como hemos destacado, desarrollar una lucha potente y larga. Generalmente una guerra así puede tener diversas fases. En principio existe la fase defensiva, la fase de equilibrio de las fuerzas y la de la contraofensiva general. En la realidad, según las condiciones particulares propias de cada parte, su desarrollo puede ser más vivo y más complejo. Sólo una guerra prolongada podía permitirnos utilizar al máximo nuestras ventajas políticas, superar nuestra inferioridad material, para salir de nuestra debilidad inicial y llegar a ser fuertes. Preservar y aumentar nuestras fuerzas, tal fue nuestro principio, limitándonos a atacar cuando la victoria era cierta y negándonos a librar batallas que pudiesen causarnos pérdidas, prohibiéndonos toda acción aventurera; era preciso que aplicásemos imperativamente la consigna: fortalecernos sin cesar de combatir.
Las formas de combate debían ser particularmente adaptadas; dicho de otro modo, debíamos elevar al máximo el espíritu combativo y vencer la superioridad material del enemigo por el heroísmo de nuestras tropas. La forma esencial, sobre todo en el comienzo de la guerra, fue la guerrilla. Esta, en el teatro de operaciones vietnamita, ha conseguido grandes victorias: podía ser aplicada en la montaña igual que en el delta, con armas buenas o malas y aun sin armas, y debía permitirnos finalmente aprovisionarnos del enemigo. Toda la población participaba en la guerra dondequiera que se presentara el enemigo, y cada poblado tenía su dispositivo de defensa; cada distrito tenía sus tropas regionales, que combatían bajo la dirección del comité local del Partido y del poder popular, en coordinación con el ejército regular, para desgastar o aniquilar a las tropas contrarias.
Con el desarrollo de nuestras fuerzas, la guerrilla se transformó pronto en guerra de movimiento, una forma de guerra de movimiento aún muy impregnada de las características de la guerrilla, que llegaría a ser después, en el frente principal, el del norte, la forma esencial de combate. En ese proceso de desarrollo de la guerra de guerrillas y acentuación de la guerra de movimiento, nuestro Ejército Popular creció sin descanso. De combates librados con efectivos del orden de una sección o una compañía, pasó a campañas de bastante más envergadura en que entraban en acción varias divisiones. Poco a poco su armamento se mejoró, esencialmente con las armas arrancadas al enemigo.
Desde el punto de vista militar, la guerra de liberación del pueblo vietnamita ha demostrado que un ejército popular insuficientemente equipado, pero combatiendo por una causa justa, siguiendo una estrategia y una táctica justas, es plenamente capaz de vencer a un ejército moderno.
En lo que concierne a la dirección de la economía de guerra, en el marco de un país agrícola que emprende una resistencia prolongada, como en el caso de Vietnam, el problema de la retaguardia debía plantearse bajo la forma de la edificación de bases de resistencia en el campo. El aumento y la defensa de la producción, el desarrollo de la agricultura eran problemas de extrema importancia tanto para el aprovisionamiento del frente como para el mejoramiento progresivo de las condiciones de vida de la población. El problema de la fabricación de armas evidentemente tenía que ser planteado.
En la edificación de las bases rurales y la consolidación de la retaguardia para impulsar la resistencia, la política agraria del Partido desempeñaba un papel determinante. Era, por otra parte, la tarea antifeudal de la revolución. El problema nacional en un país colonizado, por ser esencialmente una cuestión campesina, determinaba que el crecimiento de las fuerzas de resistencia dependiese esencialmente del problema agrario.
La Revolución de Agosto había derribado al Estado feudal. Con la reducción de las tasas de arriendo y de los tipos de interés, el poder popular aseguró a los campesinos sus primeras ventajas materiales. Las tierras acaparadas por los imperialistas y los traidores fueron confiscadas y repartidas. Las tierras y los arrozales comunales fueron más equitativamente repartidos. A partir de 1953, estimando necesario promover más activamente la realización de la tarea antifeudal, el Partido resolvió realizar la reforma agraria en el curso de la guerra de resistencia: línea que probó ser justa pese a ciertas insuficiencias en su aplicación. Esta política fue coronada por el éxito. Al aportar a los campesinos ventajas materiales efectivas, inspiró al pueblo y al ejército un entusiasmo nuevo en la continuación de la guerra de resistencia.
Gracias a esta justa política agraria, la vida del pueblo, pese a las innumerables dificultades de la guerra de resistencia, fue mejorada de una manera general no solamente en las vastas zonas libres del norte, sino hasta en las bases guerrilleras del sur.
La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha demostrado que la construcción de bases de resistencia en el campo es particularmente importante y que la revolución antiimperialista y la revolución antifeudal están íntimamente ligadas y no pueden ser separadas.
Desde el punto de vista político, la unión de todo el pueblo, la movilización de todas las energías para la resistencia representaban un problema de primera importancia: el del Frente Nacional Unido contra los imperialistas y sus lacayos vietnamitas.
En Vietnam, nuestro Partido obtuvo un gran éxito en su política del Frente. Desde los años difíciles de la Segunda Guerra Mundial, creó la Liga de la Independencia de Vietnam. En esta época, como durante los primeros años de la guerra de resistencia, retiró temporalmente la consigna de la revolución agraria y preconizó sólo la reducción de las tasas de arriendo y de tipos de interés, lo que permitió neutralizar a una parte de los propietarios agrarios uniendo a nuestra causa a elementos patriotas de esa clase.
Inmediatamente después de la Revolución de Agosto, con su política de la más amplia unión en un frente unido, el Partido neutralizó a los elementos vacilantes de los propietarios agrarios y limitó así el sabotaje de los partidarios del Vietnam Quoc Dan Dang11.
Más tarde, cuando la reforma agraria se impuso imperativamente por el desarrollo de la resistencia, nuestro Partido se dedicó a dividir a los propietarios agrarios previendo para cada categoría de propietarios un trato correspondiente a su actitud política, sobre el principio de la liquidación del régimen de apropiación feudal de las tierras.
El Frente Unido obtuvo igualmente grandes éxitos en la realización de la unión de todas las nacionalidades, e importantes resultados en la adhesión de las tendencias religiosas.
Nuestro Frente Nacional