Mis Personajes de Películas y Televisión y Yo. Jesús Amancio Jáquez Hernández
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Mis personajes de películas y televisión y yo
Jesús Amancio Jáquez Hernández
© Jesús Amancio Jáquez Hernández
© Mis personajes de películas y televisión y yo
ISBN papel: 978-84-685-5645-1
ISBN ePub: 978-84-685-5646-8
Editado por Bubok Publishing S.L.
Tel: 912904490
C/Vizcaya, 6
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Índice
CAPÍTULO 1. VIAJE A LA ANTÁRTIDA
CAPÍTULO 16. El COMANDANTE NIEBLAS
CAPÍTULO 17. PREPARÁNDOSE PARA EL COMBATE
CAPÍTULO 1.
VIAJE A LA ANTÁRTIDA
Era el año 2016. Jesús Amancio Jáquez Hernández se compró un boleto para viajar a la Antártida. Por fin lo había logrado, después de ahorrar cada centavo que ganó trabajando por todo un año.
Estaba en Ensenada y subiría a un barco con su novia Ariana y sus amigos, a los que había conocido en la escuela. De uno era amigo desde la primaria, la Félix Soria; a otro lo conoció en la secundaria, la número 22, famosa por su banda de música; pero eso a él nunca le había interesado. A él le gustaba el cine, las películas y la fotografía.
Ariana, la chica más maravillosa que había conocido, fue su compañera de grupo en la preparatoria CIEM. Ahí se enamoraron y también ahí es donde imaginaron juntos, por primera vez, este viaje. Cuando zarparan, navegarían desde México hasta la Antártida, unos 14 000 kilómetros, en un barco llamado Armada, que era tan grande y fuerte como su nombre.
Serían varios días de viaje en el Armada, donde Amancio y sus amigos disfrutarían el tiempo lo mejor que pudieran, celebrando elegantes cenas y tomando hasta que cerraran la barra libre. Luego, Jesús Amancio y Ariana bailarían su música favorita para luego irse a dormir viviendo el principio de su vida juntos. Mientras tanto, el barco los arrullaría en su vaivén tranquilo hacia la Antártida.
El viaje transcurrió sin contratiempos. Cada día era una aventura y todos la pasaban bien contemplando ballenas, delfines, focas y especies que nunca hubieran imaginado ver. Mientras, Jesús Amancio tomaba fotos a los animales y los bellos paisajes que descubrían con la intención de venderlas a algunas revistas especializadas en la naturaleza; si lo conseguía, podría ganar dinero suficiente para proponerle matrimonio a Ariana.
Por fin llegó el día de desembarcar en Buenos Aires. Estaban emocionados. Max se paseaba de un lado a otro como león enjaulado, ansioso por bajar.
—Esta noche iremos a un antro argentino… ¡No lo puedo creer!
—Eso es lo que he estado esperando —dijo Max—. Ya quiero tener una novia con quien bailar; estoy harto de estos tórtolos —dijo señalando a Jesús y Ariana. Los dos sonrieron.
—Solo tendrán un par de días, porque el miércoles nos vamos a la Antártida.
—Pingüinos, ¡aquí vamos! —dijo Alejandro.
—Pero primero las argentinas —agregó Max.
CAPÍTULO 2.
LA ANTÁRTIDA
Después de «las argentinas», con quienes no tuvieron mucha suerte hasta que mostraron sus mejores pasos de baile, y de recorrer la ciudad en un tour exprés, llegó la hora de embarcar.
La mañana estaba nublada cuando salieron del hotel, pero en el trascurso de las horas el sol comenzó a brillar, reflejándose en el mar antártico.
—¡Qué emocionante! Ya empiezan a verse los icebergs —dijo Jesús—. Creo que pronto veremos a los pingüinos.
—No te desesperes, amor. Ya no falta mucho —comentó Ariana tomándolo del brazo.
Alejandro hizo una mueca a Max y, guiñándole el ojo, dijo:
—Ya van a empezar estos cursis.
—No seas envidioso, Alex —dijo Max—. Tal vez con una pingüinita sí puedas ligar, no como con las chicas argentinas.
—Ja, ja, muy gracioso, Max —respondió Alejandro cruzándose de brazos.
Todos sonrieron al ver su expresión contrariada.
—¡Miren! ¡Creo que ese es un pingüino! — gritó Ariana emocionada y Jesús sacó su cámara.
Desembarcar en la Antártida