Libertad para Belén. Soledad Deza

Libertad para Belén - Soledad Deza


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levanta el tribunal y vuelve a sus quehaceres me ima­gino. Los veo irse solemnemente. Los veo tranquilos. Detrás queda este juicio para ellos.

      Miro a Belén que rompe en llanto. Su hermana también llora atragantada. Se abrazan antes de que le pongan las esposas. Me acerco y le doy un abrazo, le digo que iré a vi­sitarla al Penal. Se la llevan las oficiales. Nos quedamos mi­rando hasta que desaparece por el pasillo.

      Se acerca la Dra. norma Bulacios y me dice “le expliqué que es un logro frente a la posibilidad de perpetua. Que salió bien. Que a los 4 años le dan permiso extramuros así que le faltan solo 2. Explicale vos también por favor, sé que vas a tomar la defensa. Ahora te entrego la radiografía”. Me quedo atónita por no sa­ber qué era “la radiografía” y por no poder sentir esta sen­tencia como un logro.

      No soy penalista. Las pocas cuestiones penales que hice me sirvieron para darme cuenta de dos cosas: por un lado, los procesos penales siguen un trámite por inercia, nadie lee demasiado el expediente, nadie argumenta demasiado sus posiciones y en general, están llenos de “mañas” que conocen los que se dedican al tema. En segundo lugar, creo mis pocos casos penales fueron exitosos porque al no sen­tirme cómoda con el derecho penal, los estudiaba mucho.

      Lo que quiero decir es que no soy penalista, pero si soy estudiosa.

      Quizás porque no soy penalista no sabía que era la “ra­diografía” que me entregaría la Defensora. Y me parecía tarde para preguntar. Obscenamente tarde para no cono­cer el léxico que acababa de encarcelar a mi futura clienta, a quien tenía yo que tratar de liberar.

      Pero, mucho más obscena fue la sensación que sentí cuan­do recibí la famosa “radiografía”. la radiografía es un resu­men del expediente, de sus partes más importantes, de las piezas probatorias centrales, de las pruebas que serán ana­lizadas y sobre las cuales la Defensa argumentará la inocen­cia de su cliente. Es un “mini-expediente”, pero con lo grueso, lo sustancial, lo que no puede faltar para tener un panora­ma completo de la causa.

      La Defensora me entregó una “radiografía” de no más de 50 hojas. Luego comprobaría que la causa de Belén tenía 400 hojas aproximadamente. 2 cuerpos como les llamamos.

      Lo hojee ahí nomás mientras me iba caminando. lo prime­ro que vi fue la historia clínica con el diagnóstico “aborto espon­táneo incompleto sin complicaciones”. lo segundo que vi fue que la cronología estaba alterada y que las horas no coincidían. Pensé que la habrían “armado” después. lo tercero que me lla­mó la atención es que allí mismo constaba la violación del se­creto profesional. Estaba muy agitada, recuerdo haber tomado un taxi en la puerta de los tribunales y haber ido directo a mi casa. no quise ir al Estudio, quería leer todo con detenimiento.

      Luego comprobaría que esa “radiografía” estaba incom­pleta y no tenía por ejemplo, las hojas que acreditaban que el feto se había perdido en la Morgue del Hospital, que el Forense de tribunales decía no haber podido cumplir con la extracción de muestras que le pedía la Fiscalía para ha­cer el examen de ADN y tampoco el pedido de disculpas que por esa confusión -o pérdida- pedían el abogado y el Director del Hospital Avellaneda.

      Esa “radiografía” era un recorte conveniente de la cau­sa. Conveniente para todos, menos para Belén.

      20 de abril tomo formalmente la Defensa de Belén.

      No trabajo sola, me ayudan Luciana Gramaglio y Noelia Aisama. Juntas somos Mujeres X Mujeres en Tucumán.

      Ya estoy “apersonada” y pido que me presten el expe­diente para fotocopiarlo. la respuesta fue: “No, el Tribunal lo tiene para estudio porque están haciendo los fundamentos de la sentencia”.

      Trago saliva. Le explico al empleado que me atiende que acabo de tomar la Defensa, que tengo un recurso de casa­ción en puertas, un pedido de cese de prisión preventiva en el que trabajar y que no podré hacerlo si no conozco el ex­pediente. Me dice que son órdenes de los Jueces. le vuelvo a explicar que ellos “desocuparán” el expediente el mismo día que a mí me empiece a correr el plazo para el recurso de casación y que eso perjudicará a Belén.

      Cara de “tiene razón doctora, pero son órdenes” me pone el empleado sin decir una palabra. Yo lo entiendo. también trabajé en un Juzgado y sé lo que son las órdenes.

      Pido hablar con el Secretario, pero no puede atender­me. Está ocupado.

      Pienso en el derecho que tiene Belén a que la defien­da bien y en lo difícil que se hará sin tener el expediente. Pienso en el poder que tienen los que tienen poder y me voy.

      Al contar ya el caso con una condena por homicidio, la estra­tegia jurídica sola no iba a alcanzar para revertir esa situación.

      Si, es verdad que su Historia clínica decía que había te­nido un aborto espontáneo, pero también lo es que todos los Magistrados que habían intervenido en la causa habían restado importancia a este dato.

      Había una condena moral que se instaló en la atención sanitaria y se proyectó al proceso penal. Había que hacer público el caso para interpelar socialmente al Poder Judicial.

      Necesitaba que Belén esté de acuerdo. Lo charlamos en el Penal. Paola, una oficial, me ayuda a convencerla. le ase­guro que su nombre no aparecerá en ningún lado, pero le explico que necesitamos además de argumentos jurídi­cos, el apoyo de la gente. Denunciar la injusticia que está viviendo. Lo duda, teme exponerse. Le preocupa su fami­lia y la vergüenza social que puedan pasar si la identifican.

      Insisto. Acepta. Ahí nace Belén.

      Me debato entre hacerlo público con la prensa nacional y pienso inmediatamente en Mariana Carbajal, una perio­dista comprometida con la comunicación con perspecti­va de género y las cosas que nos pasan a las mujeres. Pero también pienso en Celina de la rosa de aPa! Agencia de Prensa Alternativa, compañera con quien hemos compar­tido marchas y reuniones.

      El desafío era grande porque debíamos ser capaces de co­municar aquello que la voz de autoridad, el Poder Judicial, se había propuesto con éxito ocultar: un caso de aborto. Quien diera la primera noticia de Belén tendría que mos­trar que detrás de una condena judicial se escondía la vio­lación de derechos, las violencias y el Patriarcado.

      Sin ese primer “micrófono” que fue aPa!, el caso de Belén no hubiera sido el mismo. Con la pluma de Celina se contó el revés de la trama judicial: la trama patriarcal. Esa trama que la había colocado en el banquillo de los acusados sien­do ella una víctima de un Sistema Machista.

      Belén nunca fue la misma después de esa primera nota.

      Luego Mariana Carbajal, desde Página 12, supo contarlo con su compromiso de siempre en una nota del día 26 de abril que se tituló “Un juicio para violar derechos”.

      De ahí en más, todo fue creciendo en materia periodís­tica. Repercusiones casi cotidianas y a nivel mundial. Y si bien las arremetidas de los medios de prensa hegemónicos fueron poderosas, no lo fueron tanto como para opacar la injusticia patriarcal que encarnaba Belén en su condena.

      “Una mujer condenada a 8 años tras haber sufrido un aborto espontáneo en el hospital Avellaneda”

      La mirada de Celina de la Rosa de APA!

      La primera sensación al conocer la historia de Belén, fue sentir


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