Los demonios de Serena. Paula R. Serrano

Los demonios de Serena - Paula R. Serrano


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      Edición: Diciembre 2020

      © Derechos de edición reservados.

      Azur Grupo Editorial.

      www.azureditorial.com

      [email protected]

      Colección: Narrativa

      © Paula R. Serrano

      Edición: Azur Grupo Editorial

      Corrección: Carlos C&M

      Maquetación: Silvia Martínez Gil

      Diseño de portada: Valero Pix

      ISBN: 978-84-18479-33-5

      DEPÓSITO LEGAL: AL 2830-2020

      Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

      Azur Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

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      IMPRESO EN ESPAÑA - UNIÓN EUROPEA

      Nunca pensé que me sentaría delante de un ordenador para escribir sobre mí. Son cosas que siempre dices en plan coña como cuando le comentas a alguien… me han pasado tantas cosas en la vida que podría escribir un libro, pues es exactamente lo que voy a hacer: contar al mundo entero mi experiencia en esta vida y cómo aprendí de ella.

      No es una historia de amor, no creo que haya mucho romanticismo en la obra, pero lo que puedo asegurar es que hay dolor, sufrimiento, odio y, en ocasiones, cosas buenas.

      1

      Todos los niños cuando son pequeños se encuentran felices en su ignorancia, no tienen preocupaciones de ningún tipo, solo el pensar a qué jugarán al día siguiente o con qué juguete lo harán, bien, pues yo no iba a ser menos que los demás.

      Tengo muy buenos recuerdos, la gran mayoría de ellos en casa de mi abuelita; ella, para mí, era mi mundo, mi felicidad, ella se desvivía por verme sonreír cada día.

      Yo no fui un bebé deseado, de hecho, fui un penalti por toda la escuadra. Por aquel entonces, mi madre era una cría, tan solo tenía diecinueve años y con esa edad no sabes ni lo que vas hacer con tu vida.

      Mi padre es una persona para darle de comer aparte, él tenía veinticuatro años y era más bien la pieza de un puzzle que no sabía dónde encajaba.

      En el momento que se enteró que le había hecho una barriga a mi madre, él decidió que no era su momento, que no estaba preparado para ser padre, cogió carretera y manta y dejó tirada a mi madre con todo su marrón.

      Ella no entendía por qué le estaba sucediendo eso, ¿por qué el que tanto le decía que la quería, no le costó nada dejarla de esa guisa?

      Mi madre tuvo que contar en casa lo ocurrido y la cosa no sentó muy bien. Ella procedía de una familia bien y le habían inculcado unos valores, pero, aun así, asumieron todo y decidieron tirar hacia adelante.

      La barriga empezó a crecer y con ella los días se iban convirtiendo en infierno e incertidumbre; empezaron a aparecer sentimientos contradictorios, me odiaba a mí, se pasaba el día dándose puñetazos en la barriga, pero sobre todo se odiaba a ella misma por seguir locamente enamorada de él.

      Ella se llevó varios golpes duros porque siempre se rumoreaba que él andaba con unas y con otras, sin respeto alguno por lo que estaba pasando, pero el palo más duro fue cuando le llegaron a los oídos de mi madre que él estaba liado con una amiga suya; una putada, vamos.

      ****

      Los días fueron pasando y llegó el día en el que yo iba a nacer. Mi madre, una niña, y yo sin padre, así que decidieron inscribirme con los apellidos de mi abuelita. Sí, señores, ella cogió el rol de madre y el hermano mayor de mi madre, mi tío Fran, se inscribió como tutor legal mío, así tendría una figura paterna.

      Así que, de esa forma, mi abuelita desde ese momento, fue mi madre «adoptiva» y mi madre se convirtió en mi «hermana mayor».

      Quisiera matizar que mi madre es la que me dio la vida, pero sé que ella jamás se molestará porque yo hable así de mi abuelita. Ella sabía del vínculo tan fuerte entre nosotras.

      Por fin había nacido y todo parecía que se había estabilizado, ya se hicieron a la idea de que yo estaba ahí y tenían que poner entre todos un poco de su parte.

      Al decir todos, me vengo a referir a mi abuelita, mi abuelito, mi tío Fran, hermano mayor de mi madre y mi tío Jordi, el hermano mediano.

      A los pocos días de llegar a casa, mi madre enfermó. Le dio una pancreatitis y la tuvieron que apartar de mí. Estuvo ingresada un tiempo y tuvo que dejar de darme el pecho; de repente, fue otro pequeño golpe para ella, lo pasó realmente mal.

      Al poco tiempo, mi madre se recuperó, por fin estaba bien, y ya en casa empezamos la convivencia en armonía. Se notaba la ilusión, las caras de la familia ya no estaban tan tensas, era la alegría de la casa.

      Todos los días a mi madre le gustaba dar un paseo conmigo con el carrito, pero lo que no sabía


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