Cuaderno de Emaús. Luis de Lezama
oye la voz de su obispo por la radio
y conoce a los suyos por mandato.
5
CHINCHÓN
Cuando subo y bajo a Chinchón a decir misa desde Madrid, es como si peregrinara a la casa del Padre.
Necesito encontrarme con él en la comunidad de creyentes que es mi pueblo querido. Una parroquia y un pueblo que vive genuflexo a su fe en Dios y a su Iglesia, llena de contenidos ancestrales.
El resto de la semana, metido en el mundo de los negocios y la empresa, es una locura.
A veces pienso que es como si hiciera puenting con mi vida espiritual, tirándome al vacío cada día más temerariamente.
Pero la comunidad de fe es como la goma elástica, el arnés de los que practican este deporte de alto riesgo gracias al cual pueden tirarse desde los puentes sin estrellarse y experimentar esa locura del vacío.
Porque me siento agarrado a la cuerda elástica, al arnés de la oración y la vivencia cristiana. La eucaristía compartida de cada domingo ha ceñido a mi cintura el arnés del amor de Dios, y llevo en mi pierna el antídoto de no estrellarme en la posesión de los bienes por encima de los valores del espíritu.
Mientras estés amarrado a una comunidad de fe puedes tirarte. No debes tener miedo al vacío.
6
TENDENCIAS
Nadie puede arreglar tus tendencias.
Pero puedes encontrar una vida interior que a la larga va a domar todas tus fuerzas y te va a producir el gozo de un amor intenso.
Y hasta es posible que Dios se asome por ese agujero.
La vida es un abismo, y hay que bordearla para no caer dentro, donde está la desesperación y la nada.
Sustituir el amor humano por el amor divino no es fácil, pero es posible.
Ese afán de satisfacción que no tiene término y que es la búsqueda del gozo insaciable tiene origen en el don más grande del hombre: haber sido hecho para el más allá, para la inmortalidad.
Pero esto solo se alcanza en la fe, en el sentido de la trascendencia.
Lo demás es una insatisfacción permanente.
Juega a darte a los demás. Gasta tu fuerza en dones espirituales, aunque vayan cargados de trabajo, de desgaste por remediar los sufrimientos y las carencias de los que te rodean.
Serás feliz.
Dominaras tus tendencias.
7
COMPENSACIÓN
En la medida en que he sufrido por alguno de mis muchachos
y he padecido su intolerancia,
compartido su desdicha,
sus fallos de comportamiento, que producían en mí un harto desconsuelo y desánimo, poseo la llave que abre la puerta de su amor.
Puedo entrar en su voluntad
y esperar de él la transformación,
la conversión de irresponsable en responsable,
abandonar la marginalidad,
el cambio de conducta hasta el apostolado social con los demás.
¡Es un progreso!
¡Pero hasta que se consigue…!
8
EL TRIGO Y LA CIZAÑA
Es este un canto de cigarra
al calor de mi vida ajetreada
escrito de noche,
o mejor en noches de insomnio
para olvidar el día.
Cuando he dejado mi trabajo.
Recorro así los caminos de mi historia
y reparto la carga, la equilibro,
el peso de los sucesos,
entre lo que siento y los que creo.
Quizá también entre lo que siento
y lo que debería creer por estudios
y leído, pero no por haberlo experimentado.
Todo ello da margen a mi fe.
De todo ese mundo interior de uno mismo
se saca fuerza, constancia
y realismo para el día siguiente.
Cuando apago la luz, empiezo a ser otro.
Quizá yo verdadero. La tiniebla es un desnudo
necesario para el espíritu.
Y el escribir de todo esto es mi canto
de cigarra entre el trigo y la cizaña.
9
LOS CINCO PANES Y LOS DOS PECES
Jesús nos ha pedido, y nos pedirá siempre, que pongamos algo de nuestra parte.
Él espera algo de ti.
A menudo, en los pasajes del evangelio es simplemente la fe.
«¡Tu fe te ha curado!», repite en diversas ocasiones.
Nosotros estamos acostumbrados a pedir sin poner nada de nuestra parte la mayoría de las veces.
Queremos que Dios nos regale.
Que Dios nos dé salud,
nos dé buenos resultados en cualquier prueba,
nos atienda entre peligros
y nos dé seguridad.
A menudo tratamos de traficar con Dios:
«Voy a hacer esto para que me conceda lo otro».
Nos pasamos el día pidiendo.
No nos damos cuenta de que para producirse el milagro hay que poner de nuestra parte lo que tenemos,
los cinco panes y los dos peces.
No es fácil ser generoso con lo que uno tiene. Ha costado mucho esfuerzo cosechar cinco panes o pescar dos peces.
Sembrar y cosechar.
Arriesgarse y pescar.
Ha habido siempre que madrugar o trasnochar,
trabajar duro para tener algo.
Jesús pide los cinco panes y dos peces para hacer el milagro de dar de comer a mucha gente que le seguía con hambre.
Pon de tu parte lo que tienes.
Él hará el milagro de multiplicarlo para ti y para los demás.
10
SOLO EL HOMBRE
Solo el hombre tiene derecho a ser fuerte.
Solo él se hace sobrehumano.
Dios no lo necesita para nada
y él se hace imprescindible ignorándolo.
Solo el hombre, el hombre solo
es capaz de superar lo insuperable,