Cuaderno de Emaús. Luis de Lezama

Cuaderno de Emaús - Luis de Lezama


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morir lo imposible

      por convertir en perfecto lo imperfecto,

      en eterno lo pasajero,

      en permanente lo efímero,

      en divino lo humano.

      Solo el hombre, el hombre solo,

      el hombre digno,

      calladamente héroe,

      solitariamente santo,

      desconocido perfecto,

      silenciosamente responsable,

      es capaz de hacer cada día el misterio

      de superarse a sí mismo

      para dar aquellos que le rodean

      la profunda virtud de ser maestro,

      padre

      y tutor.

      Quebrando todo lo siniestro.

      Solo el hombre, el hombre solo

      es redimido por Dios

      y de Dios amado.

      11

      ENCUENTRO Y DESENCUENTRO

      Entre Dios y uno hay, como en las parejas enamoradas,

      tiempos de desencuentro que hacen más felices los reencuentros.

      Pero,

      para que este gozo se produzca,

      hay que ser humilde,

      hay que volver con humildad.

      No importa las veces.

      Cada una

      ¡es una nueva forma de conocerlo!

      ¡Merece la pena!

      12

      CONVERSIÓN I

      Todos somos objetos en un momento de la vida de una conversión.

      Si esta no se produce,

      es que nunca hemos madurado en nuestra fe cristiana.

      Algo está pasando en la Iglesia actual cuando a los sacerdotes,

      a unos nos llaman mercenarios

      y a otros siervos…

      ¿Por qué?

      13

      LEALTAD

      No basta la honradez.

      Es necesaria la lealtad.

      La lealtad es algo más profunda.

      La honradez puede no llevar al sacrificio de uno mismo.

      La lealtad llega hasta el heroísmo de renunciar a lo que son tus derechos.

      Es la honradez más común.

      La lealtad, más extraña.

      14

      ENCARNACIÓN

      La Palabra se hizo carne.

      Y habitó entre nosotros.

      Es un nuevo lugar

      en el que todo lo tuyo y todo lo de Dios pueden morar.

      Necesitamos ese lugar común para entendernos.

      15

      DOLOR

      En el corazón de Dios se entra por el dolor,

      pero se acaba en el gozo.

      ¿No tienes dolor,

      sufrimiento que ofrecer a Dios?

      ¡Pues entra!

      Y verás lo que te sucede hasta llegar al gozo…

      16

      AFECTO

      Tenemos una sed insaciable de afecto.

      Eso nos hace vivir demasiado ocupados

      en nosotros mismos.

      17

      LA MUERTE DE UN AMIGO

      Dios se lo lleva

      no como un acto justiciero,

      sino como un acto de amor

      que engendra en nosotros

      la tristeza de los celos.

      18

      NÚCLEO

      El hombre tiene núcleo, como el átomo,

      la célula donde confluye lo humano y lo divino.

      Llegar al núcleo es un camino interior

      que está lleno de obstáculos.

      Pero no es imposible.

      Cuando se trata de separar lo uno de lo otro,

      todo es contradicción inexplicable.

      19

      CÍRCULO

      Para pensar en el estilo de Jesús

      no hay que pensar en pirámide,

      sino en círculo.

      Cambian mucho las cosas si pensamos en círculo

      y no en pirámide.

      Nuestra catequesis nos ha educado para la pirámide.

      Los tiempos nuevos y la Iglesia de Jesús deberán educarnos para el círculo.

      20

      MÍSTICO

      Caminar hacia la sencillez: limitar los movimientos desbordados, las llamadas telefónicas, hacer selección de la «bulla» y los amigos, escribir lo justo y preciso, dejando la ampulosidad de las palabras que así son huecas…

      Hacer de la fantasía el camino que acorta la distancia entre lo humano y lo divino.

      Eso es el trabajo del místico.

      El deseo y lo irreal andan juntos.

      El primero es el jinete que cabalga sobre el segundo,

      que es un caballo peligroso al que hay que domar con inteligencia.

      Si intuyes con claridad lo que debes hacer,

      da el paso a tu soledad.

      No temas adentrarte en la noche.

      Te encontrarás con un compañero de viaje inesperado.

      Los místicos siempre encuentran a Dios en el camino.

      Solo los teólogos lo pierden.

      Cuando pienso en mí,

      tú ya eres otro.

      En el momento que escribo

      ya es mi pasado.


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