El regalo del lobo. Irene Henche Zabala
saludable. El joven príncipe se ve obligado a iniciar un proceso implacable en el que todo va a destruirse, como espejo de la brutal reacción desencadenada por tal infamia, sobre la que no se puede edificar un proyecto de vida personal; tampoco puede seguir adelante un reino con semejante ponzoña. Todos van a morir. Hamlet también, porque su guion existencial está truncado. Queda Horacio, su amigo del alma, que puede contar la verdadera historia y hacer que el reino, limpio y purificado con el fuego de la verdad, renazca.
Muchas personas no mueren como Hamlet, pero viven como muertos en vida. Uno de los grandes objetivos del Psicodrama Simbólico que desarrolla este libro es desvelar el guion interno que bloquea o desvirtúa la energía para desarrollar de una manera original, fluida y satisfactoria el proyecto de vida deseado.
Los grandes literatos, ya lo decía Freud, nos ofrecen una sabiduría inmensa sobre la naturaleza humana. Y Shakespeare es el gran sabio de todos los tiempos. El arte permite una catarsis y una reconstrucción, una aportación única y original para salvarnos de guiones que nos mantenían prisioneros. La sabiduría contenida en Hamlet me ha permitido mostrar una de las tres grandes coordenadas del Psicodrama Simbólico que se desarrolla en este libro: el guion existencial. Ahora voy a detenerme en otros aspectos relevantes de esta obra que conectan con otra de las grandes coordenadas: el psicodrama. El ejemplo que nos da Hamlet al hacer que la verdad salga a la luz a través de la representación teatral de una historia semejante es un hallazgo maravilloso. Podríamos decir que hallamos aquí un poderoso precursor del psicodrama, como también lo son determinados rituales primitivos y la tragedia griega.
En lugar de declarar abiertamente a su madre y a su tío que conoce la verdad, Hamlet opta por crear una situación propicia. Se le ocurre una idea genial: contratar a unos cómicos y pedirles que representen, en una celebración palaciega, justamente la historia que ha tenido lugar y que se mantiene en secreto. En un clima lúdico, se reproduce la escena del asesinato del padre. El efecto de esta representación es absolutamente decisivo, pues su tío y su madre se desequilibran al verlo ante sus ojos. Esta representación permite que se haga patente la verdad que el joven quiere desvelar, y produce en los implicados un intenso malestar y un enorme desasosiego. Su tío reacciona con violencia y quiere deshacerse de él: alejar a Hamlet del palacio, enviarle a Inglaterra y ordenar que le maten en cuanto desembarque. Su madre cae en una suerte de depresión.
La representación de los cómicos en Hamlet se sitúa en el espacio del como si y posee ese carácter lúdico que tiene el teatro. Atreverse a transitar por territorios enormemente peligrosos y dolorosos es más fácil mediante esta vía de tono festivo. En la obra, la escena representada es claramente un trasunto de lo ocurrido en realidad, lo que nos lleva a mencionar la evidente conexión entre la genial aportación shakespeariana y esa extraordinaria creación que fue el psicodrama de J. L. Moreno.
El psicodrama posibilita la toma de conciencia, una toma de conciencia mucho más poderosa. A partir de todo lo que he aprendido de este gran creador y de los psicodramatistas que han sido mis maestros, he creado una modalidad de psicodrama que se realiza fundamentalmente a través de tramas y motivos metafóricos y se denomina Psicodrama Simbólico. En él, la invitación es a sumergirse en relatos de un significado universal porque están llenos de la sabiduría de las imágenes arquetípicas. Y, de este modo, elijo como base los cuentos maravillosos o de hadas, porque en ellos la carga arquetípica es inmensa y de gran calidad. Y así, con esta aportación del universo simbólico dentro del psicodrama, inspirada en las enseñanzas de Carl Gustav Jung y Marie-Louise von Franz sobre los arquetipos, el inconsciente colectivo y la dimensión simbólica, se completa la tercera coordenada de este modelo.
En suma, a través del Psicodrama Simbólico podemos afirmar que la persona puede viajar no solo a su pasado, sino también a su futuro, porque este a menudo es rescatado y transformado. Este viaje se realiza a través del aquí y ahora del psicodrama, de manera que el tiempo se reunifica. Podemos decir que la persona recobra el tiempo, el tiempo perdido en el pasado y el que estaba potencialmente perdido en el futuro. La persona recobra su tiempo de vida.
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Un mapa y una brújula
A lo largo de estas páginas voy a presentar una cosmovisión y un modelo activo derivado de ella y que puede ser aplicado en diferentes ámbitos. Propongo realizar un viaje imaginario a través de contenidos universales que importan a todo ser humano y que este libro sea guía en ese recorrido simbólico. En algunos momentos podríamos perdernos, como les ocurre a Hansel y Gretel y a Pulgarcito. Por ello me parece fundamental aportar un mapa y una brújula para transitar por el bosque de los cuentos y recuperar el norte si nos extraviamos.
Este libro puede ser leído por cualquier persona interesada en su evolución personal y que tenga confianza en que el ser humano puede mejorar, tanto individual como colectivamente. Se destina a todo aquel que sustente esta confianza en su esfuerzo cotidiano de pacificación, de autoconocimiento y de compromiso profundo y activo con esa tarea de mejora. Una tarea que no es espontánea, sino una conquista y un esfuerzo constantes a lo largo de toda la vida.
El núcleo de la cosmovisión que voy a transmitir es despertar y activar el universo simbólico, que constituye la seña de identidad más emblemática de la especie humana1. Para entrar en ese universo necesitamos conocer la lengua de los símbolos. Afortunadamente es un idioma común a todo ser humano, de cualquier edad y cualquier cultura. Por supuesto, este modelo no es la única puerta de entrada al universo simbólico; existen otras, como la meditación o el disfrute y el movimiento emocional producidos por la lectura y por el arte…
En mi modelo, la puerta de entrada es la lengua de los símbolos expresada en diversas manifestaciones humanas: los sueños, el arte, las religiones, los mitos o los cuentos de hadas. Vamos a sumergimos en el universo de estos relatos que recogen, con gran belleza arquetípica, motivos esenciales de toda existencia. Para ello necesitaremos cuatro claves con las que orientarnos, a las que hemos llamado puntos cardinales.
El primer punto cardinal: los cuentos maravillosos o cuentos de hadas
Una de las primeras señales para seguir bien el mapa es distinguir, dentro de los cuentos populares, los que podemos considerar verdaderamente maravillosos o de hadas. Para ello definiremos algunas señas de identidad prototípicas que los diferencian de otro tipo de relatos.
La riqueza del acervo popular, expresado a través de narraciones de muy diversa índole, es realmente valiosa, como valioso es también el trabajo de muchos estudiosos que han ido recopilando estas historias procedentes de la tradición oral y poniéndolas por escrito.
Dentro de este patrimonio cultural de historias procedentes de la tradición oral, voy a centrarme en los cuentos de hadas o historias maravillosas del ámbito occidental, a los que añado algunos otros de autor que me parecen especialmente valiosos y significativos, como Pinocho o El Patito Feo. Conozcamos las cinco características esenciales de los cuentos de hadas o maravillosos:
• Su espacio y argumento se encuentran en una dimensión diferente de la realidad, es decir, son fantásticos.
• En ellos aparecen imágenes arquetípicas y personajes simbólicos.
• Sus argumentos y contenidos contienen una dimensión trascendente.
• Son atemporales.
• Se expresan en la lengua de los símbolos, es decir, una lengua que permite un puente entre lo consciente y lo inconsciente y, por tanto, inalcanzable mediante el pensamiento discursivo.
Para entender el tipo específico de los cuentos de hadas o maravillosos, dentro del gran caudal de las narraciones populares, hay que tener en cuenta una de sus señas de identidad esenciales: los contenidos, las historias que narran, encierran la huella de una incursión en el inconsciente que los llena de imágenes arquetípicas y de elementos mágicos. Es un rasgo que no encontramos en todos los cuentos populares.
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