El placer de seducir. Ezequiel López Peralta

El placer de seducir - Ezequiel López Peralta


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que opinan hombres y mujeres sobre la seducción, la posibilidad o imposibilidad de aprenderla.

       Mariano. Muchas personas nacen con características físicas que las favorecen, pero es en la crianza donde la autoestima se empieza a construir, lo que en los adultos se traduce como seguridad. Por supuesto, muchas personas que carezcan de las dos pueden trabajar en su autoconfianza, pero quien tenga las dos no necesitará esforzarse tanto.

       Paula. Eso depende de cómo cada uno se ve a sí mismo, si se autoseduce entonces puede seducir a otra persona, siendo natural y verdadero. Lo que veo mucho por ahí es que algunas personas se creen que seducen siendo artificiales… eso en mí produce rechazo inmediato.

       María Mercedes. Depende de cuán inteligente seas. La seducción para mi punto de vista no tiene que ver con el sex appeal. ¡Es más bien lo seguro que te sientes contigo y para ti! Seducir es una estrategia, un arte, un disfrutar de uno mismo en el juego.

       Mariana. Sin lugar a dudas estoy de acuerdo en que la seducción se encuentra relacionada con la confianza y la seguridad. Sin embargo, más allá de esto, considero que es un aprendizaje. Las primeras citas y situaciones de cortejo son más bien tiernas y un poco ingenuas, pero con el paso del tiempo y de la experiencia, estas adquieren un poco de picardía, sin necesidad de tanto preámbulo con la finalidad de alcanzar algo. Es un continuo aprendizaje, donde se experimenta que quizás cierto tipo de técnicas funcionan para determinadas situaciones y personas, y otras quizás no funcionen, pero es ahí donde las perfeccionas.

      Los argumentos van en el mismo sentido: todos podemos seducir. ¡Qué buena noticia!

      Varios prejuicios y miedos en torno a la seducción inducen a que muchos hombres y mujeres se sientan como excluidos de la posibilidad de seducir a alguien, o que tengan serias limitaciones y barreras para hacerlo. Es por eso que el primer paso para desarrollar habilidades para la seducción es reconocer esos mitos y miedos, someterlos a crítica y superarlos. En caso contrario, siempre serán una piedra pesada en tu maleta, que va a entorpecer tu viaje hacia el crecimiento personal.

      Voy a comenzar entonces criticando los cinco mitos más comunes sobre la seducción:

       a) No se puede aprender a seducir. Uno es seductor por naturaleza o no lo es

      Se trata de una idea muy divulgada desde el sentido común: las personas se dividen en quienes seducen y quienes no seducen. Esta idea da lugar a que si te ubicas dentro de la categoría “no seductores” pierdes la oportunidad de investigar si realmente vas a llegar a serlo. Entonces te pones un cartel por delante que te limitará para siempre.

      Desde mi punto de vista, tú vas a encontrar en ti mismo cualidades que te permitan ser más seductor, pero solo si te lo propones. Como dije antes, cada uno tiene sus capacidades innatas y sus limitaciones propias, lo cual facilita o quizás obstaculiza el trabajo, pero siempre está la alternativa de superarte. Revisar y descubrir aspectos de tu imagen y de tu personalidad que son potencialmente seductores es el punto de partida para explotar tu sensualidad.

      Y claro, si este mito fuera real, el libro no tendría sentido. Por el contrario, parto de la premisa opuesta, ya esbozada anteriormente: la seducción es un arte que se puede aprender. Al final de la obra, vas a sacar tus propias conclusiones.

       b) Solamente seducen las personas lindas

      Otra gran mentira: tú y yo conocemos casos de hombres y de mujeres que, de acuerdo con los criterios sociales, no son lindos o bellos y, sin embargo, resultan atractivos. También ocurre lo contrario: observas personas lindas que ni son carismáticas ni tienen atractivo sexual o interpersonal. Seducción no es sinónimo de belleza. Por supuesto que la belleza física o estética colabora y esto nadie sensato puede negarlo, pero ni es absolutamente necesaria ni tampoco es suficiente.

      Las opiniones de mis seguidores apoyan de una u otra manera estos conceptos, comenzando por la relatividad de la belleza.

       Stella Maris. La belleza es subjetiva. A cada uno lo va a seducir lo que le parezca lindo, lo que no significa que para otro lo sea. Casi siempre pienso: “¿Qué le vio? ¡Tan feo, o tan fea!”, y no solo me parece feo, sino que además lo cela como si fuese un símbolo sexual.

      Claro, es verdad que muchas veces la fealdad no es tanto el producto de lo que tienes escrito en tu ADN, sino la expresión de características de personalidad o de hábitos que reflejan lo que eres. Y quizás es eso lo que te produce rechazo.

       Alejandra. Depende de qué tipo de fealdad estamos hablando. Si es feo porque su cara no es agraciada es una cosa, a diferencia de que sea feo por descuido en el peso, en su pelo, la barba, o feo por suciedad o mala pinta. Una cara no muy simétrica en una persona segura de sí misma, que se cuide, huela rico, hable y baile bien, es tan efectiva y mucho más fácil de encontrar que una cara bonita con las características que nos gustan. Muchos hombres lindos asumen que por su belleza tienen las de ganar, y olvidan cultivar esos atributos que nos encantan. A ellos les va bien en la adolescencia, ya que nos dejamos llevar por lo que vemos, pero no son tan efectivos en la adultez en donde prima lo que queremos.

      Las personas no tan agraciadas físicamente muchas veces desarrollan cualidades para poder llamar la atención y conquistar, considerando que ese objetivo no se facilita,, como en otros casos, desde un impacto estético.

       María Fernanda. Los feos tienen su encanto. Al no ser los más guapos, ni contar con características atractivas para los exigentes gustos de las mujeres, los hombres feos tienen un as bajo la manga: técnicas maravillosas para seducir. Lo hacen con la palabra, una mirada encantadora y un despliegue de neuronas que demuestra gran inteligencia y, de esta manera, terminas rendida ante su encantadora fealdad, viendo su interior, su verdadero corazón.

      La sensualidad, el sex appeal, va más allá de prototipos de belleza. Más bien es una cuestión de actitud.

       Paola. Ser sexy es lo más importante, y no siempre las caras y cuerpos bellos tienen esa virtud. La inteligencia emocional es sexy, el sentido del humor es sexy; el respeto a sí mismo es sexy.

       Juan David. Aunque no todos son favorecidos con la lotería genética de la vida, yo pienso que hay algo que sí está en nuestras manos: el quererse a uno mismo, eso quiere decir prepararse día a día, cuidar el cuerpo, la piel, los dientes, la presentación personal. A raíz de ese amor, la persona se va llenando de confianza y sus actos entonces son de alguien que se valora. Ese “yo valgo y me quiero”, apoyado con un lenguaje corporal, una presencia y confianza, termina siendo contagiado (ley del contagio emocional).

       Marihely. Seducir es un arte, y el ser bonito no es tan importante. Un hombre bien arreglado, limpio y perfumado, seguro de sí mismo, que se establece como objetivo conquistar a determinada mujer, puede hacerlo. Nada más sexy y seductor que un hombre inteligente y seguro. Lo mismo aplica para las mujeres, ¡a mí me funciona!

      Sobran ejemplos de famosos feos y atractivos, así como de lindos que no te mueven la más mínima energía erótica.

       Rodrigo Sabio. Keith Richards nunca fue lindo. Y encima hoy en día su cara es una arruga al lado de la otra. Pero cuando aparece en la tercera película de la saga de Piratas del Caribe: en el fin del mundo (Pirates of the Caribbean: At World’s End, Gore Verbinski, 2007) en el rol del padre de Jack Sparrow, interpretado por uno de los tipos más sexys y lindos del mundo, es decir, Johnny Depp, Keith no tiene nada que envidiarle a Johnny. Richards es un Rolling Stone, es leyenda, es un sobreviviente, y de sus entrañas salen muchas de las lindas melodías jamás compuestas. Conseguir ser muy feo, pararte al lado de Johnny Depp


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