El placer de seducir. Ezequiel López Peralta

El placer de seducir - Ezequiel López Peralta


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Black no es particularmente bien parecido. No es alto, es más bien enano, y gordito. ¡Pero tiene tanta onda que es imposible dejar de verlo! En Escuela de rock (School of Rock, de Richard Linklater, 2003) hace de un maestro de colegio que apócrifamente comienza a enseñar música, pero en realidad intenta sacar una banda conformada por esas jóvenes mentes de colegio privado, de rígida educación, y volverlas amantes del rock and roll. Cómo se mueve, cómo muerde las palabras, cómo viste y refuerza de intencionalidad sexual cada fonema que sale de su boca y cómo se vuelve por momentos un pervertido, un adalid de la libertad social y un alma sensible —pero siempre creando un aura magnética a su alrededor— lo transforma en mi elegido como un “feo sexy” sin la más mínima duda.

       También están los lindos que no seducen. Por ejemplo nadie puede negar lo bella que es Gwyneth Paltrow, pero vaya a saber si es un problema personal de ella o si es solo por los papeles que le ofrecen, pero lo cierto es que muy pocas veces ha hecho de sexy, y muchos de sus roles son fríos, mentales, desprovistos de cualquier “innuendo” sexual.

       c) Solamente seducen las personas jóvenes

      Siguiendo con lo anterior, parece que solamente seducen las personas jóvenes. Con respecto a la edad, la juventud es una característica valorada en extremo, lo cual se refleja de un modo muy evidente en los comerciales: allí ves cómo se asocia la belleza y la juventud con los productos que se quieren imponer para el consumo masivo. Esto llega al punto de generar la creencia de que si superas cierta edad ya debes pensar en otras cosas como contar historias de vida, regar las plantas o criar mascotas, y olvidarte de seducir (sobre todo en el sentido sensual del término).

      Considero que es otro gran equívoco. Con el paso de los años, si tuviste la posibilidad y la claridad como para aprovechar tu experiencia, incorporas recursos que resultan muy seductores: el manejo de las ansiedades, la seguridad en ti mismo, el autoconocimiento, la posibilidad de comprender los sentimientos y emociones del otro, el control de los impulsos, el reconocimiento laboral, el social, el profesional.

      Lo que ocurre con el transcurso de los años no es exactamente que pierdes tu capacidad de seducción, sino que la transformas. Tu seducción se basa en otros pilares, quizás menos en los estéticos (o en todo caso en otra forma de pensar la estética) y más en los aspectos ligados a la personalidad. La manera de seducir cambia: los recursos, los tiempos, te vuelves más selectivo y aprendes a disfrutar del proceso sin pensar tanto en el resultado. También cambia lo que te resulta atractivo. No buscas lo mismo a los veinte años que a los cincuenta. Y esto es producto de un cambio interno y de la misma madurez que te da la vida.

       d) Es necesario tener dinero y poder para seducir

      Tanto se ha hablado de este tema, que de hecho lo retomaré en detalle más adelante en Carisma mata billetera. Tal como te decía con respecto a la belleza, el dinero y el poder ayudan, llaman la atención y dan realce a la persona. En algunos casos son cualidades de gran atractivo porque representan la posibilidad de alcanzar comodidad y estabilidad económica. Pero en general no son suficientes por sí mismos para generar atracción, siendo más importantes otras virtudes más relacionadas con la personalidad, el trato especial y la imagen.

       e) Ser padres y madres equivale a perder capacidad de seducción

      Como si la maternidad/paternidad te convirtiera en un ser asexuado, solo dedicado a la función de cuidado y protección de la descendencia. Es verdad, a veces te tomas tan a pecho el rol de madre o de padre que te olvidas de ti en otros planos y también de tu pareja. Esto ocurre sobre todo en personas más conservadoras, estructuradas, y también ante historias muy particulares, por ejemplo de embarazos complicados o de largos tratamientos de fertilidad que tuvieron eficacia luego de años de padecimiento. Pero si mantienes el equilibrio y te ves como un individuo integral, incluyendo otros roles en la vida, esto no tiene por qué ocurrir. Es más, hasta puede ser muy atractivo ver a un hombre o a una mujer desplegando públicamente su relación afectiva con sus hijos.

      Es tan frecuente esta situación de madres y padres que matan a la seducción, que le dedicaré unos cuantos párrafos en un diálogo sin desperdicio con una mujer famosa y destacada.

      Conocí a Camila Canabal en unas grabaciones que hicimos en Bogotá para su programa Vida mamá de Casa Club TV. Es una célebre presentadora de televisión no solo en Venezuela, su país de origen, sino en todo el continente. Apenas la vi, me di cuenta de que es esa persona que integra todo aquello que podríamos llamar mujer: emprendedora, profesional, empresaria, madre, esposa, carismática, sensual. Y cuando estaba escribiendo esta sección de Mitos sobre la seducción, en particular en lo referente a este último, me acordé de ella y la imaginé como una prueba viva de que la maternidad no tiene por qué consumir a otros roles, que también son tan característicos de lo femenino. De inmediato decidí ponerme en contacto con Camila, y conversamos desenfadadamente acerca del tema.

      Lo primero que le pregunté es:

      —¿Qué le dirías a una mujer que se dedica solo a la maternidad y pierde su aspecto sensual?

      —Perder el aspecto sensual es perder parte de nuestra vida en sí… la maternidad es sublime… en mí la maternidad marcó un antes y un después… es lo mejor que me ha pasado en la vida, pero jamás es una excusa para perder la sensualidad.

      Enseguida pensé que esta reflexión quizás era producto de un proceso de aprendizaje, pero que seguramente en algún momento la tentación de la maternidad podría haber afectado a su rol erótico. Así que le pregunté:

      —¿Alguna vez te ocurrió eso en alguna parte del camino de ser madre?

      —¡Por supuesto! Creo que a todas las madres en algún momento de nuestras vidas la maternidad nos pasa factura. Hay quienes sienten esto al principio, en el momento del embarazo y en los primeros meses de crianza de sus hijos, quizás otras mujeres se desconectan de su lado sensual durante casi toda la infancia de ellos, y no las juzgo. El tiempo, las preocupaciones y las responsabilidades a veces nos abruman.

      Camila indaga un poco más en su propia experiencia, y nos cuenta algo con lo que más de una mujer se sentirá identificada.

      —A mí me pasó durante el embarazo. Me sentía la mujer menos sensual de la tierra. Creo que ni un día de mis nueve meses con mi primera hija pensé en sexo. Estaba muy ocupada en mi barriga, que crecía a diario, y preocupada a la vez. Era como si me hubiera olvidado de aquello. ¡Qué loca! Nunca necesité excusas… Le fui tan honesta a mi esposo, ¡y gracias a Dios tuvo paciencia! Con el embarazo de mi segunda hija me pasó lo mismo, pero en esta oportunidad sabía que luego de tenerla todo volvería a la normalidad. No sé si está bien o no lo que hice, pero realmente fue lo que tenía ganas de hacer, muy democráticamente saqué al sexo de la ecuación (durante el embarazo). Por favor mujeres: ¡No me copien! Porque según la teoría creo que esto está mal, y la verdad yo corrí con suerte porque la abstinencia no me complicó el matrimonio. Una vez que mis chiquitas estaban fuera de la panza, y luego de los primeros días que son una locura, todo volvió lentamente, poco a poco, a la normalidad.

      Camila completa su relato con una tarea que en su momento le sirvió para comenzar con la resurrección de su mujer erótica en el marco de su pareja.

      — Con mi primera hija, cuando tenía cinco meses de nacida, invité a mi esposo a un viaje solos. Las abuelas se quedaron con la chiquita. A esa altura yo ya quería recuperar mi vida de antes, ahora con la experiencia grandiosa y sublime de la maternidad, ¡pero rescatando nuestra sensualidad!

      Vamos cerrando la charla con Camila, y le pido que ayude a tantas mujeres y parejas desencontradas con la pasión, dando algunas ideas producto de su propio recorrido.

      —¿Cuál es tu fórmula para conciliar los roles de madre y de mujer, manteniéndote atractiva y tan femenina?

      —Bueno, para ser honesta creo que cada pareja tiene sus propios códigos. Tal como te dije antes, yo puse mis reglas y así (a nosotros) nos funcionó. En nuestro caso creo que hemos integrado muy bien nuestra vida de hombre-mujer con la vida como padres. Si bien en


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