Black Sabbath. César Muela

Black Sabbath - César Muela


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de entonces cuando los periodistas musicales empezaron a definir esos nuevos sonidos como heavy metal. Tradicionalmente se ha señalado al californiano Lester Bangs como precursor del término para referirse al tipo de música, aunque no hay un consenso claro porque otros periodistas como Mike Saunders, que compartía revista con Bangs; Sandy Pearlman, que acabó siendo el productor y manager de Blue Öyster Cult; o Barry Gifford, por un artículo que escribió sobre Electric Flag en la revista Rolling Stone en 1968, también usaron «heavy metal» para describir la música que estaban escuchando entonces.

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      Las bases rítimicas del heavy metal y sus letras oscuras y melancólicas chocaron de frente con las más amables y superficiales del movimiento Flower Power que impregnó la música de finales de los sesenta.

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      Más de 25 músicos han desfilado por la formación desde sus inicios hasta su gira de despedida.

      De hecho, se suele citar como el origen de la denominación de heavy metal en la música una crítica que hizo Bangs en la revista Creem al disco Paranoid (1970) de Black Sabbath. Sin embargo, en ese texto, que no era favorable al grupo precisamente, no aparece ni una sola vez el término «heavy metal». En su lugar, sí se puede leer «downer music», o música deprimente.

      Paradójicamente, el propio Ozzy ha renegado en los últimos años de la vaguedad del concepto heavy metal «porque engloba tanto a Sabbath como a Poison» y, él, en una entrevista concedida a la revista Circus a mediados de los años setenta, definía la música de su banda como «Depression rock», rock depresivo, que se acerca a esa «música deprimente» que definía Bangs.

      Sea como fuere y tanto si utilizamos heavy metal o su sinónimo, heavy rock, o, simplemente, metal, no hay duda de que Black Sabbath escribió las primeras páginas del género junto a sus coetáneos Deep Purple y Led Zeppelin, y sirvieron como referencia a las siguientes generaciones de grupos como Judas Priest, Iron Maiden, Metallica o incluso Nirvana (Kurt Cobain definía su sonido como un cruce entre los Beatles y Black Sabbath).

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      Kurt Cobain definía el sonido de Nirvana como un cruce entre los Beatles y Black Sabbath.

      No obstante, lo que diferencia a Black Sabbath de Purple y Zeppelin es precisamente ese estado permanente de drama. Sí, hubo tragedias y cambios de formación en Deep Purple y Led Zeppelin, pero la palma se la lleva Black Sabbath con un histórico de más de 25 músicos pasando por su formación para la grabación de discos (sin contar músicos de sesión en conciertos), entre los que se incluyen titanes del rock como Ian Gillan (fichar al vocalista de sus «rivales» Deep Purple fue todo un acontecimiento), Glenn Hughes (que también fue cantante de Deep Purple) o Eric Singer, y, por supuesto, el eterno Ronnie James Dio, considerado uno de los mejores cantantes de heavy metal de todos los tiempos y clave en los Sabbath de los años ochenta.

      Pardiez, la trayectoria de Black Sabbath es tan dramática que hubo unos años en los que no eran dueños ni de sus exitosas canciones. Vivieron en sus propias carnes las consecuencias de ser engañados y exprimidos por representantes, discográficas y abogados. Casi se arruinan en varias ocasiones. Y, por si fuera poco, la prensa y las críticas nunca les acompañaron. Sus discos fueron menospreciados, mientras que la gloria y las alabanzas se las llevaban Purple y Zeppelin, algo que sacaba de quicio a Tony Iommi, líder indiscutible y único miembro estable en todas las etapas de Sabbath.

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      Tonny Iommi fue el único miembro original de Black Sabbath que estuvo en todas sus etapas.

      Ese sambenito de chicos pobres con complejo de inferioridad de Birmingham siempre les ha acompañado, aunque les salvó el boca a boca, que la gente comprara sus discos y fuera a sus conciertos a pesar de las malas críticas o de los constantes cambios de formación.

      Tampoco ayudaron mucho las drogas. Llegaron a tal punto de abuso que decidieron llevar consigo a un camello propio en la gira de su álbum Vol.4 (1972) para que nunca les faltase cocaína. Eran tiempos en los que empezaban los conciertos con un Ozzy fuera de sí preguntando al público si estaban drogados. Cuando el respetable gritaba de vuelta con un rotundo sí, entonces el vocalista respondía, «genial, ¡porque yo también!», y empezaban con «Snowblind», célebre canción dedicada a la coca. Incluso en los agradecimientos del álbum dedicaron un apartado a «the great COKE-Cola Company of Los Angeles», y no se referían precisamente a la empresa del famoso refresco.

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      13 es el decimonoveno y último álbum de estudio de Black Sabbath, editado en 2013.

      Cada cual tenía su vicio, pero, desde luego, la marihuana, el hachís, el LSD o la cocaína bien podrían considerarse como parte de la formación oficial de Black Sabbath, al menos durante las primeras y más alocadas décadas. No podemos olvidarnos del alcohol, motor de múltiples fiestas y sesiones de composición y grabación que, además, propició anécdotas curiosas, como cuando Ozzy casi prende fuego a un castillo del siglo XVIII porque metió demasiada madera en la chimenea y se quedó dormido al lado. Pero también hubo otras más tristes, como cuando le diagnosticaron hepatitis a Bill Ward a sus veintipocos años, algo que desencadenó en una depresión y en un infierno personal que tardó mucho tiempo en superar.

      Y, como remate, la salud no siempre les acompañó. Desde depresiones, ansiedad, adicciones y otros problemas psicológicos, pasando por el grave accidente que tuvo Ozzy en 2003 con un quad y que casi le cuesta la vida, hasta el diagnosticado linfoma (un tipo de cáncer) de Tony Iommi en 2012, la aventura de la banda inglesa también se torció en este apartado.

      A pesar de todo, Black Sabbath logró publicar 19 discos de estudio (el primero y homónimo en 1970, y el último, 13, en 2013), vender más de 70 millones de CD’s y, después de 31 giras y cientos de conciertos, fueron capaces de despedirse de los escenarios por todo lo alto en su Birmingham natal el 4 de febrero de 2017. No está mal para un grupo de desdichados que hacen «música deprimente», ¿no?

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       2. Cuatro chavales humildes de Birmingham

      La historia de Black Sabbath comienza en Aston, un distrito al noreste de Birmingham, actualmente la segunda ciudad más importante de Reino Unido, después de Londres. Nos encontramos en los años sesenta, apenas dos décadas después de lo que se conoce como Birmingham Blitz, los bombardeos masivos de la Alemania nazi que asolaron la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial, y que dentro del país también afectaron, sobre todo, a Londres y Liverpool.

      El contexto político de esta década estuvo marcado por la Guerra Fría y la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética, con episodios como la Guerra de Vietnam (1955-1975), la construcción del Muro de Berlín y el Telón de Acero (1961), que dividió en dos Europa, o la Crisis de los misiles en Cuba (1962), que, según algunos historiadores, a punto estuvo de desembocar en la Tercera Guerra Mundial.

      También fueron los años de la carrera espacial, esa obsesión por conseguir hazañas que demostraran la potencia y el progreso de cada uno de los bloques. Los soviéticos asestaron el primer golpe en 1961 poniendo en órbita al primer humano, Yuri Gagarin, aunque en 1969 Estados Unidos mandó al primer hombre a la Luna, Neil Armstrong.

      En el ámbito socio-cultural las cosas no estaban mucho más tranquilas. A los asesinatos políticos (John F. Kennedy en 1963, Malcolm X en 1965 y Martin Luther King en 1968), se unieron movimientos sociales por todo el mundo, como la Primavera de Praga (1968); la segunda ola del feminismo, que se centraba en el derecho al trabajo,


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