El fin del imperio cognitivo. Boaventura de Sousa Santos

El fin del imperio cognitivo - Boaventura de Sousa Santos


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la ciencia, tanto de manera lúdica como política. Según Visvanathan, la ciencia gandhiana era una ciencia fluida de resistencia. En el cambio de la organización de la ciencia propuesto por Gandhi, el dinero no sería lo que la ciencia más necesitaría; en vez de los grandes laboratorios, habría ashrams y gurukuls de la ciencia (escuelas con un gurú residente) (1997: 231).

      En palabras de Gandhi: «La civilización moderna, lejos de haber proporcionado el bien más preciado a la humanidad, se olvidó de que sus principales gestas son las armas de destrucción masiva, el temible crecimiento del anarquismo, las disputas terribles entre capital y trabajo, y la crueldad diabólica y arbitraria perpetrada contra los animales vivos inocentes y sin voz en nombre de a lo que falsamente se llama ciencia» (1999a: 206). Así pues, «[el] alarde a propósito de los maravillosos descubrimientos de la ciencia, por mejores que sean en sí mismos, es, a fin de cuentas, un vano alarde» (1999b: 209). Estas citas muestran la posición tan firme sobre la ciencia que defendía Gandhi en los inicios de su vida pública. La expresión «a lo que falsamente se llama» indica la convicción de Gandhi de que la práctica científica prevaleciente tenía defectos, pero que estos no eran necesariamente intrínsecos a la indagación científica. Ni esa condición justificaba irremediablemente un rechazo absoluto. Se volvía necesario corregir el curso del emprendimiento científico24.

      Prasad destaca el hecho de que Gandhi pusiera a la ciencia en el contexto más amplio de la descolonización. Era de la opinión de que el científico también debería beneficiarse de la interacción con las colonias y sus sujetos. Sugería que la popularización de la ciencia no era una transposición lineal de conocimiento del especialista al no especialista en la materia, sino que debería constituir un esfuerzo colaborativo. Solo así la ciencia podría beneficiarse también de ese proceso25. Gandhi no veía razones para que la ciencia debiera estar inevitablemente vinculada a la idea de progreso o a la idea de naturaleza como recurso natural infinito. Afirmaba: «Los progresos materiales de la ciencia occidental nos dejan deslumbrados. No me apasiona ese progreso. De hecho, casi parece que Dios, en su sabiduría, evitó que la India siguiera esa dirección para poder cumplir la misión de resistir a la tentativa del materialismo»26.

      En varias partes de sus escritos, Gandhi se ve como un científico:

      Ahora pienso que la palabra «santo» se tendría que prohibir en la vida actual. Se trata de una palabra demasiado sagrada para que se aplique de forma ligera a cualquier persona, y mucho menos a alguien como yo, que solo busca humildemente la verdad, conoce sus limitaciones, comete errores, nunca duda a la hora de admitirlos cuando los comete y confiesa abiertamente que, al igual que un científico, se dedica a crear experiencias sobre algunas «verdades eternas» de la vida, pero no puede ni siquiera reclamar para él el estatuto de científico porque no es capaz de mostrar ninguna prueba tangible de la precisión científica de sus métodos ni resultados tangibles de sus experiencias que sean compatibles con lo que exige la ciencia moderna (1999c: 304).

      Siguiendo el camino recorrido por Gandhi, Uberoi defiende que «si acabamos entendiendo el problema intelectual intrínseco de la teoría y la praxis positivistas de la ciencia y de sus respectivos argumentos, lo que conlleva un diálogo con la teoría y la praxis nativas, tanto sin son las clásicas como las vernáculas, entonces la ciencia occidental moderna se reconstituirá por sí misma como algo nuevo en el proceso» (1978: 86). La idea de la búsqueda de una ciencia alternativa en vez de la actitud anticiencia surge claramente cuando, en 1921, en la inauguración del Tibbia College, en Delhi, Gandhi expuso su punto de vista sobre la medicina moderna y la medicina tradicional. El discurso empezó con su crítica radical, en su momento bien conocida, sobre la medicina moderna. Sin embargo, en el mismo discurso, Gandhi elogiaba el espíritu investigador de los científicos modernos y lanzaba a los médicos tradicionales el reto de que adoptaran una actitud semejante, en lugar de «seguir fórmulas no cuestionadas»:

      Me gustaría rendir un humilde homenaje al espíritu de investigación que estimula a los científicos modernos. Mi disputa no se centra en ese espíritu. Es más, me quejo del camino que ha seguido ese espíritu. Se ha dedicado sobre todo a la exploración de leyes y métodos que han propiciado la promoción meramente material de su clientela. Sin embargo, solo tengo elogios para el cuidado y la capacidad de trabajo y de sacrificio que han animado a los científicos modernos en su búsqueda de la verdad. Lamento tener que dejar constancia de mi opinión, basada en una considerable experiencia, de que nuestros hakims y nuestros vaids no poseen aquel espíritu en un grado mínimamente reseñable. Siguen fórmulas sin cuestionar. Investigan poco. La situación de la medicina indígena es verdaderamente deplorable. Al no haberse mantenido al corriente de la investigación moderna, la profesión se ha visto, en gran parte, desacreditada. Mi esperanza es que esta escuela intente remediar este serio problema y vuelva a restaurar a la ciencia médica ayurvédica y unani la gloria obtenida en el pasado. Así pues, estoy feliz de que esta institución cuente con una vertiente occidental (1999d: 342).

      Para Gandhi, el conocimiento de la «ciencia del hilado» era fundamental para el éxito del movimiento khadi; es por ello por lo que hizo un llamamiento a todos los trabajadores de la comunidad para que se instruyeran en ella. Gandhi opinaba que solo quienes tuvieran un conocimiento profundo tanto de los aspectos teóricos como de los aspectos prácticos de la ciencia del hilado se podrían volver trabajadores del pueblo. Los rigurosos criterios técnicos referentes a los trabajadores del khadi muestran que Gandhi veía al trabajador de la comunidad como un científico. El trabajador debería conocer muy bien todos los aspectos de la manufactura de tejidos, incluyendo las diferentes variedades de algodón y el método de cosecha adecuado para el hilado manual. Tenía que saber desgranar y conocer los diferentes desgranadores manuales usados en los pueblos indios. Asimismo, tenía que saber testar la resistencia, la uniformidad y los recuentos de yar, y distinguir una buena charkha27 de una mala charkha, ser capaz de reparar charkhas degradadas y de reajustar un huso defectuoso. Gandhi analizó con preocupación el estado de decadencia de las industrias rurales. Se sentía fuera de su área al investigar sobre el tema, para el que no estaba preparado:

      En este ámbito, el campo es tan amplio, con una variedad tan infinita de industria para tratar y organizar, que pondrá a prueba nuestro talento empresarial, nuestro conocimiento especializado y nuestra formación científica. No se puede conseguir sin trabajo duro y esfuerzo incesante ni sin aplicar todas nuestras capacidades empresariales y científicas a este objetivo supremo. Por consiguiente, envié un cuestionario a varios de nuestros médicos y químicos conocidos para solicitarles que me iluminen sobre el análisis químico y los diferentes valores nutricionales del arroz pulido y no pulido, el jaggery y el azúcar, etc. Muchos amigos me respondieron de inmediato, por lo que les estoy agradecido, y solo confesaron que hasta ahora no se ha realizado ninguna investigación sobre algunos de los temas que había abordado en mis preguntas. ¿No es trágico que ningún científico haya sido capaz de proporcionarme el análisis químico de un artículo tan sencillo como el gur? La razón es que no hemos pensado en el habitante de los pueblos (1999e: 410).

      En el esquema de Gandhi, el papel activo del científico tenía una importancia fundamental. El científico tenía que ser consciente y capaz de pensar por sí mismo, y estaba claro que su lugar no era ni el mercado explotador ni el Estado asfixiante y sí estar al lado del pueblo. Todas las experiencias de Gandhi en la ciencia fueron un intento de definir y articular esta área. Lo que más le gustaba a Gandhi era guiar al científico:

      Siempre que tengáis dudas o si vuestro ego crece demasiado, haced la siguiente prueba. Recordad la cara del hombre más pobre y más débil que hayáis visto alguna vez y preguntaos si el paso que estáis contemplando dar le será de alguna utilidad. ¿Ganará algo con ello? ¿Desarrollará un control de su propia vida y de su destino? En otras palabras, ¿acaso guiará hacia el swaraj a los millones de personas hambrientas y con hambre espiritual? Así veréis como se disipan vuestras dudas y vuestros miedos (1999f: 311).

      En la cosmología gandhiana, la unidad del cuerpo, la mente y el espíritu fue necesaria para la exploración de la relación entre la naturaleza, el ser humano y Dios. Uberoi afirma, en la misma línea de pensamiento:

      Desde el lado de la ciencia,


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