Economía del espíritu. Dorothea Ortmann

Economía del espíritu - Dorothea Ortmann


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como su unidad básica. Como su átomo, si puedo permitirme emplear excepcionalmente esta discutible comparación. Desde esta perspectiva, el individuo constituye también el límite superior y es el único depositario de una conducta significativa. En general, en la sociología, conceptos tales como «estado», «asociación», «feudalismo», etcétera, designan categorías determinadas de interacción humana. En consecuencia la teoría de la sociología consiste en reducir estos conceptos a «acciones comprensibles», es decir, sin excepción, aplicables a las acciones de hombres individuales participantes.

      La sociología presenta, según Weber, una doble perspectiva complementaria al analizar la realidad social: subjetiva o interna y objetiva o externa. La sociología como «ciencia de la acción social» debe entender que «la acción humana es social siempre que los sujetos de la acción incorporen en ella un sentido subjetivo», esto es, los caracteres de una acción social se encuentran en la percepción y en la comprensión del sujeto de la conducta de los demás (Weber, 1977:5). Resumimos: el ente central en la sociología, como Weber la entiende, es el individuo; en tanto parte del conjunto de seres humanos que actúan y deciden situaciones, su actuar tiene que ser explicado y analizado de tal modo que resalte lo general en su comportamiento.

      ¿Cómo se logra que la sociología como ciencia social sea convincente? En primer lugar, la sociología debe articularse como ciencia de la realidad. Su única preocupación debe ser explicar la realidad, objetivo que se logra aplicando conceptos aceptados por el conjunto de los investigadores sociales, que constituyen, de cierta manera, acuerdos de la comunidad científica misma. La influencia de la filosofía de Heinrich Rickert hace que Weber piense que uno se acerca a la realidad definiéndola, por eso enfatiza en la definición de conceptos, considerando a la acción social como concepto principal para analizar la realidad. Entiende la sociología como la ciencia cuya función es explicar la acción social causalmente, es decir, en su desarrollo y sus efectos. «Por acción social debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitido), siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La acción social, por tanto, es una acción en la cual el sentido mentado por un sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por esta en su desarrollo» (Weber, 1977:5). Hay acciones que, según Weber, son fáciles de entender porque son evidentes, nos parecen claras como fórmulas matemáticas. Otras, en cambio, no lo son y por ello requieren que el investigador trate de reconstruir la situación bajo la cual ocurrieron los acontecimientos para llegar a entender por qué se dieron así.

      De esta manera tenemos otra característica de la sociología de la realidad: a Weber le es importante llegar a revivir algo ajeno como evidencia de la comprensión. Según nuestro autor, se puede captar los acontecimientos intelectualmente y luego tratar de revivirlos como una fantasía endopática, necesaria en el caso de que lo ocurrido sea ajeno a nuestra experiencia. Por ejemplo, en situaciones irracionales se vuelve difícil comprender las causas de los acontecimientos. Weber llama la atención hacia este método, mediante el cual penetra por completo en un fenómeno social, no solamente como acto intelectual sino asumiendo todos los niveles de la experiencia humana, comprensión o aprehensión. Para dichas situaciones, el método construye tipos ideales. Tenemos ante nosotros otro concepto que refleja un pilar muy particular de la sociología de Weber.

      En conclusión, podemos decir que la sociología de Weber está constituida por tres principios: el primero consiste en aceptar a la sociología como ciencia de la realidad, lo que significa renunciar a interpretaciones abstractas y generales de la sociedad. El segundo principio consiste en comprender los acontecimientos como si uno mismo los hubiera vivido; el trabajo del investigador, en este caso, es darles vida para entenderlos en su impacto. Según Weber, los seres humanos son quienes actúan, eso significa que es el individuo quien toma una decisión en un momento dado, por lo que se debe penetrar a los acontecimientos mediante el lente del individuo; en ello Weber es muy estricto y persistente. De allí se comprende su afán por el tercer principio: la construcción de tipos ideales. Entiende como «prototipos de acción social» aquellos que el investigador lanza como sondas en una variedad de posibles reacciones. Los tipos ideales sirven al investigador como un elemento de ayuda en el momento de elegir entre un sinnúmero de posibles acciones. Tienen la función de servir como ente orientador, uno cuya finalidad es revivir situaciones fuera de nuestra experiencia, lo que significa llegar a aprehender una situación dada mediante una experiencia vivida por el «tipo ideal».

      Indaguemos ahora en qué consiste, en concreto, el procedimiento propuesto por Weber para llegar a captar la realidad. Primero, alude a la observación acompañada por la interpretación. Con este método, Weber es, en cierta medida, un representante del positivismo, aunque él mismo se distanciara de él. ¿Pero cuál es el problema que obliga a Weber a recurrir al positivismo? De un lado, rechaza el acercamiento totalizante a la realidad que le parecía demasiado grueso o general. Según él, uno no llega a acercarse a la vivencia de los seres humanos tal cual son, sino más bien de una manera abstracta. Como se encontraba bajo la influencia del neokantianismo, el acercamiento a la realidad solamente es posible a partir del sujeto que es introducido como ente articulador para hacernos comprensible la realidad por las experiencias que nos proporciona. Por ello pone énfasis en el actor social como categoría.

      De otro lado, Weber tiene problemas en la relación teoría-praxis. Si bien no niega, como Kant, que exista un mundo objetivo, afirma que para llegar a pronunciar enunciados sobre este mundo no podemos partir de una perspectiva del mundo fuera de nuestra experiencia, como algo abstracto y netamente pensado, porque según Kant no llegamos a entenderlo tal cual es con nuestra mente. Por eso, al investigador no le queda más remedio que reducir sus enunciados sobre el mundo por medio de la experiencia y la observación. Obviamente, un ser humano no puede experimentar todas las formas de la vida en su totalidad, tampoco puede renunciar a la posibilidad de captar y comprender otras experiencias. El problema es ahora elaborar e interpretar las experiencias individuales para obtener un carácter emblemático y así echar luz sobre un problema social. El método de Weber para este fin es la construcción de «tipos ideales», empleados por él como instrumento de investigación tal como lo mencionáramos más arriba. Ellos son un auxiliar para orientarse y su función es ayudar a comprobar si la explicación buscada es correcta o no. Weber define el instrumento del tipo ideal como punto auxiliar, el cual puede ser abandonado en el momento de hallar las causas reales; por ello ya no se requiere un constructo para ser explicadas. Los tipos ideales indican la dirección por donde se debe buscar la respuesta para un fenómeno social. Como la realidad es infinita en sus posibilidades de explicación, el científico social debe elegir su campo, lo cual es para él un acto de la voluntad del científico. Para Weber no existe una verdad objetiva, a la cual se puede llegar en el proceso de investigación, sino que cada explicación es una construcción reflexiva, que puede ser acertada o errónea. Para saber si un tipo ideal se acerca o no a la realidad, se mide este con el éxito práctico, si uno logra con ello explicar de manera convincente el material en cuestión.

      Los postulados científicos tienen que ser comprobados con los hechos empíricos para ser reconocidos como enunciados científicos. Lo real de la realidad es la acción social y el sociólogo está obligado a partir de ella para llegar a resultados verificables. Ella tiene que ser la base para cualquier interpretación empírica en comparación a una sociología especulativa. Weber no entiende conceptos colectivos como «Estado», «sociedad» o «grupo social» como conjuntos abstractos, sino que los relaciona con individuos reales. No olvidemos que para él siempre actúa un ser humano concreto con sus respectivas motivaciones. Por ello, define nuevamente en qué sentido se debe asumir la acción social. Ella está solamente disponible como ente orientador, si se entiende la acción social como resultado de una o varias personas (Jonas, 1981:193). Por ello, toda explicación científica debe derivarse de los motivos para la acción del individuo, de tal manera que inclusive define la sociología en relación con la acción del individuo: si la sociología para Durkheim fue la ciencia de las instituciones, para Weber fue la ciencia de la acción del grupo o del individuo. Cuando se actúa en la sociedad, o en la historia, ese actuar está siempre vinculado a individuos. La acción puede ser determinada de tres maneras: como racionalidad persiguiendo un fin; como racionalidad orientada por un valor; o simple y llanamente «racionalidad» como una acción tradicional, de costumbre. En


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