Las jugadas que importan. Jonathan Rowson
filósofo Martin Heidegger es especialmente difícil de comprender, pero coloca los estados de ánimo en el corazón de su teoría acerca de la existencia humana. Para Heidegger, los estados de ánimo (Stimmungen) son los medios con los que nos encontramos a nosotros mismos en el mundo y la forma de orientar nuestro sentido de pertenencia a él. Son fundamentales para la percepción y el pensamiento, que suele ser arrojado en estos estados. Por su parte, nuestras emociones están determinadas por la forma en que nos aferramos a ellos. Los estados de ánimo son el escenario que permite el surgimiento de cualquier tipo de trama, ya que determina y dirige nuestra capacidad de atención. En el lenguaje de Heidegger, el hecho de que las cosas sean dignas de atención de una forma determinada “se basa en nuestra propia sintonía”.17 Charles Guignon, estudioso de Heidegger, lo dice así:
Nuestros estados de ánimo modelan y dan forma a la totalidad de nuestro ser-en-el-mundo y determinan cómo las cosas cuentan para nosotros para los asuntos cotidianos. Lo que acentúa Heidegger es el hecho de que solo cuando estamos ‘sintonizados’ con el mundo de una forma determinada, podemos ‘conectar’ con las cosas y las personas que nos rodean. Sin esta sintonización, un ser humano no sería más que un amasijo de capacidades brutas tan difuso e indiferenciado que no podría descubrir nada.18
Quizá el amor al ajedrez no es más que el amor al estado de ánimo característico de este juego. Si entras en la sala de un torneo de ajedrez y te sientas a mirar lo que allí ocurre, por regla general no hay mucho que destacar, pero lo que sí hay es una predisposición generalizada que puede sentirse y apreciarse. Noto ese estado de ánimo latente en el ambiente; la intriga palpable que va surgiendo cuando, en cada tablero, algo está escondido y a punto de aflorar a la vez. He llegado a amar este ambiente lleno de expectación, muy ligado a cierta sensación de movimiento perpetuo. Cuando digo que el sentido del ajedrez está implícito, me refiero a la experiencia de sentir el desenvolvimiento progresivo del sentido.
La palabra implícito viene de la raíz latina entrelazado. No es que el significado de la vida se encuentre entretejido con las posiciones de ajedrez, como el pesto se mezcla con la pasta o la miel se disuelve en unas gachas. Si se me permite la comparación, el significado implícito del ajedrez es similar al significado que surge cuando dos cuerpos se entrelazan haciendo el amor. El sentido surge no porque dos cosas estén juntas, sino porque la experiencia de la relación entre ambas se experimenta como una forma de vida distinta, en ocasiones de manera tan intensa que nos sentimos alterados y transformados y, cuando todo sale bien, trascendemos. Aunque el sexo suele considerarse algo explícito, su significado es implícito; está relacionado con el proceso en sí mismo. Gran parte del significado del sexo queda subsumido en el acto sexual, y de ahí que acostarse con lo inefable no sea cosa demasiado inteligente. No quiero decir que el ajedrez sea mejor que el sexo, pero quizá sea más fiable. El ajedrez nos sumerge, durante horas, en un estado exquisito de lucidez cognitiva, como si se tratara de un orgasmo difuso, prolongado y estrictamente silencioso.
1 CSIKSZENTMIHÁLYI, Mihály (1998): Finding Flow: The Psychology of Engagement with Everyday Life, Nueva York, Basic Books.
2 SENZAKI, Nyogen y REPS, Paul (2000): “Great Waves”, Zen Flesh, Zen Bones, Londres, Penguin House.
3 CRAWFORD, Mathew (2016): The World Beyond Your Head: How to Flourish in an Age of Distraction, Londres, Penguin House.
4 CLAXTON, Guy (2015): Intelligence in the Flesh: Why Your Mind Needs Your Body Much More Than it Thinks, Padstow, Yale University Press.
5 CSIKSZENTMIHÁLYI, Mihály y RATHUNDE, Kevin (2014): “The Development of the Person: An Experiential Perspective on the Ontogeneis of Psychological Complexity”, Applications of Flow in Human Development and Education, The Collected Works of Mihaly Csikszentmihalyi, Nueva York, Springer.
6 SPUFFORD, Francis (2013): Unapologetic: Why, Despite Everything, Christianity Can Still Make Surprising Emotional Sense, Londres, Faber & Faber.
7 ROWSON, Jonathan (2001): The Seven Deadly Sins in Chess, Londres, Gambit.
8 ROWSON, Jonathan (2011): Transforming Behaviour Change: Beyond Nudge and Neuromania, RSA. Disponible en https://thersa.org/discover/publications-and-articles/reports/transforming-behaviour-change [consultado el 26/ 02/21].
9 Esta idea fue originalmente planteada por el excampeón mundial Garri Kaspárov, quien teorizó por primera vez la idea del material, el tiempo y la calidad en cuanto dimensiones del ajedrez, en un artículo publicado en la revista New in Chess. Contribuí al desarrollo de esta idea en mi libro Chess for Zebras (Londres, Gambit, 2005), donde añadí la cuarta dimensión del tiempo de reloj.
10 El ajedrez “bala” es tan desenfrenado debido a que los jugadores tan solo tienen un minuto cada uno para toda la partida. Esta modalidad no se suele utilizar en los torneos. Parece como si se tratara de un arte marcial hiperacelerado y sin contacto, en el que los jugadores pulsan el reloj enfurecidos para que cuente el tiempo del rival. La clave está en realizar rápidamente jugadas legales en el tablero sin tirar ninguna pieza. El ajedrez relámpago –de tres a cinco minutos por jugador– es también un derroche de adrenalina, pero parece más sano y suele jugarse de manera recreativa. El ajedrez rápido tiene más de rápido que de ajedrez, ya que la habilidad principal es la velocidad, aunque suele considerarse algo más serio. Oscila entre los quince y treinta minutos por jugador y puede considerarse como una partida de ajedrez de verdad aunque relativamente rápida. Durante casi todo el tiempo tienes que tomar decisiones de manera más apremiante de lo que te gustaría, cosa que nos contraría un poco. Las partidas clásicas son el ajedrez “de verdad”. Cada jugador tiene que realizar un cierto número de jugadas (por ejemplo, cuarenta) en un tiempo determinado (dos horas). Después de este control, se añade más tiempo hasta llegar al próximo (una hora más para las próximas veinte jugadas), o bien se recibe un tiempo extra para terminar la partida (treinta minutos, por ejemplo). Los ajedrecistas suelen cansarse progresivamente y llegan con escaso tiempo al final de una partida, que puede durar en torno a siete horas. Con la introducción de relojes digitales se posibilitó la alternativa de jugar con un tiempo de partida relativamente reducido (noventa minutos) sin limitación o control de jugadas y con un incremento de treinta segundos cada vez que se pulsa el reloj. De este modo se asegura una respetable cantidad de tiempo para cada jugada, en lugar de tener mucho tiempo para jugar una partida brillante durante horas que, sin embargo, pueda estropearse por completo debido a que nos veamos en la obligación de realizar, por ejemplo, diez jugadas en ocho segundos.
11 El jugador inglés que lo precedió fue Julian Hodgson, en el año 2000. En el año 2001, Joe Gallagher, el ganador, representaba formalmente a Suiza, mientras que en el año 2002 Ramachandran Ramesh representaba a la India, al igual que Abhijit Kunte en el 2003. Entre el año 2004 y 2006 yo representé a Escocia, y en el año 2007 el ganador fue Jacob Aagaard, de Dinamarca, quien en ese momento vivía en Escocia.
12 Stuart Conquest vs. Keith Arkell, campeonato británico, segunda partida de desempate, Liverpool, 2008:
1.e4 c6 2.d4 d5 3.Cd2 dxe4 4.Cxe4 Cd7 5.Cf3 Cgf6 6.Cg3 c5 7.Ae2 cxd4?! Esto deja la manos libres a las blancas. 8.Dxd4! e6 9.0–0 Ac5 10.Dh4! 0-0 11.Ad3 Ae7 12.Ag5 g6?! (12…Te8) 13.Tad1. Ahora las negras están sometidas a una fuerte presión. 13…Te8 14.Ab5! a6 15.Axd7 Cxd7 16.Ce4 f6 17.Txd7! ¡Zas! Las casillas negras son un coladero. 17…Axd7 18.Cxf6+ Axf6 19.Axf6 Dc7 20.Ae5 Dd8 21.Af6