Ciencistorias. Alexis Hidrobo
embargo, también existieron magníficos triunfos, como el lanzamiento de la sonda Galileo, la reparación en órbita del telescopio espacial Hubble o la ayuda para reconstruir y poner en marcha a la imponente Estación Espacial Internacional. Lastimosamente, el programa de los imponentes transbordadores se encuentra fuera de juego en la actualidad.
La exploración espacial tripulada es extremadamente costosa, en vidas y en billetes. Hay que buscar otras alternativas. Las misiones que incluyen sondas son una buena salida. En 1957 la antigua Unión Soviética inauguró la era espacial con el lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial, y en 1959 la humanidad contempló por primera vez la cara de la Luna gracias a las imágenes enviadas por la sonda soviética Lunik 3. El “rostro” de Marte fue develado por primera ocasión cuando la sonda norteamericana Mariner 4 orbitó al planeta en 1965, mientras que el primer amartizaje (descenso sobre superficie marciana) lo realizó la sonda soviética Mars 2, en 1971. En el sentido opuesto, hacia Venus, también ha habido aciertos: la sonda Mariner 2 sobrevoló por vez primera a este planeta en 1962 y reveló que su atmósfera está compuesta principalmente de CO2. Unos años después, en 1975, la Mariner 10 descubrió algunos secretos de la superficie de Mercurio.
LOS PRIMOS Y LOS PARIENTES LEJANOS
Los gigantes gaseosos no han estado fuera de nuestro alcance. Las sondas Pionner 10 y 11 (1971 y 1972) fueron las primeras en llegar más allá de Marte, al acercarse a Júpiter y descubrir un anillo adicional en Saturno. El proyecto Voyager (1 y 2) visualizó Júpiter en 1979, y Saturno en 1980 y 1981. Luego puso su vista en Urano y Neptuno en 1986 y 1989, y suministró importante información acerca de Titán y Europa, satélites de Saturno y Júpiter, respectivamente.
Si nos acercamos al presente, se enviaron misiones de seguimiento mediante la sonda Galileo hacia Júpiter en 1989 y Cassini-Huygens a Saturno, en 1997. Ahora conocemos que los cuatro planetas gaseosos tienen anillos, que la densa atmósfera de Titán está saturada de metano y que el satélite contiene muchos lagos, quizás llenos de etano y metano líquidos, e incluso un probable océano lleno de agua. Cassini también encontró agua líquida en Encélado, otro satélite de Saturno, que bulle de actividad con cientos de géiseres activos.
Actualmente, la misión New Horizons ha dejado a Plutón, y ha llegado al denominado cinturón de Kuiper (un sector lleno de asteroides en el límite del sistema solar), y la Messenger sobrevoló a Mercurio. El satélite Plank, de la Agencia Espacial Europea, estudia los orígenes del universo y la sonda Kepler amplía la búsqueda de planetas similares a la Tierra fuera del sistema solar. Increíblemente, la antigua Voyager 1 todavía se encuentra activa. Es el objeto de construcción humana que más lejos ha conseguido llegar. Se encuentra en el espacio interestelar desde 2012, y sigue en viaje con su señal cada vez más débil. Los descubrimientos realizados por estas naves demuestran que el espacio es un lugar bastante dinámico, incluso violento, y muy probablemente apto para la vida. Lo que el tiempo nos depara, si nos mantenemos como una civilización inteligente, quizás sea la frontera espacial de Star Trek. Incluso podríamos pensar en la metáfora de Buzz Lightyear: “Hacia el infinito y más allá”. ■
RICITOS DE ORO Y LA VIDA EXTRAÑA
Para ponernos en contexto de la posible vida en otros lugares del universo, veamos la siguiente metáfora. En un soleado día campestre, Ricitos de Oro se dirige hacia la casa de su abuela que se encuentra enferma. Sin mucha prisa, se desvía del camino para jugar por los alrededores y pierde la noción del tiempo. Consciente de que el bosque es peligroso en la tarde, porque los depredadores buscan presas para su festín, decide buscar refugio urgentemente. No muy lejos encuentra una pequeña casa. Al ingresar se encuentra con las fotos de sus dueños: una familia de ositos. Sin encontrar a quién pedir permiso y con su estómago crujiendo del hambre, piensa en buscar qué comer. Ingresa a la cocina y siente un delicioso olor a sopa recién preparada. Mira en la mesa y encuentra tres platos de una magnífica sopa de letras. Toma el plato más grande, el de papá oso, y, al llevar la sopa a su boca, siente que su lengua arde del dolor a causa de la quemadura. Prueba la sopa del plato más pequeño, el del bebé osito, y ahora la encuentra demasiado fría. Finalmente, intenta con la del plato de tamaño intermedio, el de mamá osa, y la temperatura es perfecta.1* Se la termina toda. El final de la historia es conocido…
Lo importante en este relato es que Ricitos de Oro, una vez adulta, decide convertirse en astrofísica y dedicar su existencia a explorar la vida en otros planetas. Tomando como referencia la experiencia en la casa de los ositos, logra convencer a otros científicos de que la vida en un planeta específico es posible siempre y cuando se encuentre a una distancia adecuada de su estrella (el plato de mamá osa). Si dicho planeta está muy cerca de la estrella, tal como sucedió con el plato de papá oso, la temperatura será demasiado alta para permitir una atmósfera adecuada, y no existe la posibilidad de agua líquida en la superficie. Si el planeta está demasiado lejos de su estrella (el plato del osito), la temperatura es tan baja que el planeta solo puede contener agua congelada, y un clima gélido. Desde aquel momento, y aquí termina la metáfora, los astrofísicos denominan “zona de Ricitos de Oro”, o zona habitable, a la franja de espacio dentro de la cual debe encontrarse un planeta para tener una temperatura adecuada y permitir la presencia de agua en estado líquido.
La astrobiología es una disciplina científica en la cual confluyen la química, la biología, la geología y la astronomía (física), cuyo fin primordial es buscar posibles escenarios cósmicos que puedan albergar vida, es decir, planetas habitables fuera de los límites impuestos por nuestro sistema solar. En efecto, los astrobiólogos creen que las sustancias químicas básicas con las que se construye la vida (aminoácidos) se encuentran en muchas partes y, en consecuencia, sería muy extraño que solo la Tierra presente vida en el universo. Este hecho, en conjunto con la zona de Ricitos de Oro, hace que la búsqueda sea lenta y difícil, pero no imposible.
¿Qué tipo de vida esperan encontrar los astrobiólogos? Ellos están seguros de que, en principio, la búsqueda no se trata de descubrir vida inteligente, ni mucho menos escuálidos humanoides con grandes cabezas y ojos saltones. Lo esperado es vida no compleja con base en carbono. Este, según nuestros conocimientos, es el mejor elemento químico para formar una casi infinita cantidad de moléculas compuestas por muchos átomos. Estos átomos deben ser estables y poder almacenar gran cantidad de información, características que son necesarias para la existencia de la vida en el único lugar en el universo en donde estamos absolutamente seguros de encontrarla: la Tierra.
VIDA EXTRAÑA Y LA EXPLORACIÓN ESPACIAL
La visión de quienes exploran el espacio es muy amplia. Se basan en la gran variedad de vida que existe en la Tierra. En el mundo de los seres microscópicos existen organismos que pueden adaptarse a los ambientes más inhóspitos posibles. Estos seres se denominan extremófilos, por vivir en lugares extremos y prosperar en ambientes letales para los demás