Ciencistorias. Alexis Hidrobo

Ciencistorias - Alexis Hidrobo


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y ya muy tarde para correr, sientes que te agarran por los hombros con violencia. Luchas por soltarte, y miras que lo que te aprisiona es una mano huesuda y descarnada. Lleno de horror, quieres echar a correr, pero el ente no te deja, sientes su aliento fétido cerca de tu piel, la adrenalina corre por tus venas. Sin saber exactamente cómo, logras correr hacia atrás, y estrellas a la horrenda criatura sobre la pared. El impacto te deja un poco estropeado, pero eres libre. Corres lleno de pánico, evidenciando que muchos como el que te tenía capturado vienen hacia ti. Son cadáveres que caminan con dificultad arrastrando los pies, tienen múltiples heridas y llagas; parecen desorientados, pero son rápidos y violentos, muy violentos. En tu corto pero horrible encuentro con uno de ellos, sabes que lo que les interesa es la carne, la carne de los vivos.

      Este es un típico relato de zombis, muertos vivientes, o errantes, nombres que tienen estas hipotéticas criaturas que han aparecido en sinfín de publicaciones o en el cine. Actualmente adquieren renovada visibilidad debido a la serie de televisión, basada a su vez en los caracteres del cómic más popular del género, The walking dead, escrita por Robert Kirkman y dibujada por Tony Moore y Charlie Adlard. En este relato vamos a explorar qué nos dice la ciencia acerca de estos inexistentes personajes.

      Empecemos conociendo cuáles serán las partes afectadas en un cerebro zombi para que se comporte como tal. Básicamente un zombi funciona con solamente el tronco cerebral (bulbo raquídeo). Esta estructura se encarga de regular el funcionamiento más básico: la respiración y los latidos del corazón. El doctor Steven C. Schlozman, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard, nos da una perspectiva clara acerca del cerebro zombi, que revisaremos a continuación.

      Esta parte nos permite pensar cuidadosamente y resolver los problemas. Si eres un zombi, no hay mucho que hacer por aquí. El lóbulo frontal zombi tiene solo actividad suficiente para “escuchar” al tálamo y procesar la información sensorial. De aquí podemos empezar a entender el comportamiento zombi, pues sin el lóbulo frontal activo no existe control de la impulsividad, es decir, un zombi no se detiene a pensar dos veces antes de ejecutar una acción.

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      El delicado equilibrio entre estas dos estructuras nos hace humanos. La amígdala es una de las partes más primitivas de nuestro cerebro y regula emociones básicas como la rabia. Con la amígdala intacta y una corteza cingulada anterior disfuncional, un zombi es incapaz de modular los sentimientos de ira, y pasa de malas durante todo el tiempo.

      Estas son las partes del cerebro que hacen posible la fluidez en el movimiento. Los ganglios basales nos permiten ejecutar movimientos coordinados, mientras que el cerebelo nos ayuda con el equilibrio. Al tener afectadas estas estructuras, los zombis muestran sus característicos movimientos de marcha inestable y tambaleante, generalmente asociada a temblores de ida y vuelta en el tronco del cuerpo. Esto descartaría tajantemente el que los zombis puedan correr, saltar, o mucho menos escalar o cambiar rápidamente de dirección.

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      Esta pieza cerebral tiene que ver con los últimos estudios en el campo de la neurociencia. Las neuronas espejo describen un modelo neurobiológico para la empatía. Esto sugiere que podríamos estar “conectados” entre nosotros. El término se refiere a neuronas cerebrales que se activan en respuesta a las interacciones sociales, de esta manera vemos y experimentamos las experiencias del otro. Este tipo de neuronas se activan cuando tenemos una emoción en particular, y luego al observar a alguien con esa misma emoción. Sin neuronas espejo en el cerebro de los zombis se puede explicar por qué, aunque se los combata con todos los recursos y con extrema violencia, ellos siguen llegando sin mostrar miedo o emoción alguna; además, esto los hace inconscientes al daño que ellos mismos puedan causar.

      Los zombis siempre están hambrientos, la explicación más probable es que no tienen un hipotálamo ventromedial que funcione correctamente. Esta es la región de nuestro cerebro que nos permite saciarnos con la comida. Si esto falla, los zombis comen y comen y comen, pero nunca están satisfechos.

      La química también podría explicar qué sucede cuando una persona muere y luego regresa como ente sin control (recuerden, los zombis son una leyenda urbana, no existen en la realidad). Se cuenta que en Haití existen hechiceros capaces de fabricar “polvo zombi”. Este polvo suele contener componentes exóticos: cráneos machacados, extractos de sapos, de peces o de distintos tipos de plantas. Aquí la química entra en acción, pues la mayoría de estos ingredientes solo se añaden con el fin de dar un aspecto mágico y fúnebre a la pócima. El componente que se relaciona con los zombis está presente en un tipo especial de pez globo, el fugu. Este espécimen pertenece a la familia de los tetrodóntidos, un pez que habita en el mar del Japón, que utiliza un veneno para ahuyentar a otros peces voraces y para defender a su descendencia.

      Los científicos han logrado determinar la naturaleza del tóxico, que se denomina tetrodotoxina, cuya fórmula química es C11H17O8N3, y que es unas 1200 veces más potente que el cianuro de potasio. Su LD50 (dosis letal, 50 %), término que se usa en toxicología para la dosis de sustancia que causa la muerte a la mitad de los individuos expuestos, es solo de 8 x 10-6 g de veneno por kilogramo de peso de la víctima; este valor es uno de los más bajos en los venenos conocidos, a tal punto que puede causar la muerte de un ser humano en un lapso entre 20 minutos y ocho horas. Un solo miligramo (1 x 10-3 g) del tóxico puede ocasionar la muerte de una persona adulta. La tetrodotoxina es la quinta sustancia más tóxica de las conocidas. La primera es la toxina botulínica, una sustancia sintetizada por el bacilo Clostridium botulinum, una bacteria anaerobia formadora de esporas, que se localiza en suelo o en sedimento, y se reproduce en ambientes de baja acidez (pH > 4,5). Su LD50 corresponde a 5 x 10-9 g/kg, unas 1 000 veces menor que el de la tetrodotoxina. La muerte de una persona de 70 kg ocurre con una dosis entre 0,8 a 0,9 x 10-6 g cuando es inhalada y 70 x 10-6 g cuando es ingerida.

      Bien, no nos alejemos del tema. Cuando algo irrita al fugu, las glándulas presentes en su piel segregan tetrodotoxina, que también está presente en su hígado y en los órganos sexuales. El pez globo contiene suficiente tetrodotoxina para matar a 30 seres humanos adultos, y no tenemos un antídoto conocido. La tetrodotoxina pertenece a un tipo de veneno que actúa sobre el sistema nervioso. Las células nerviosas poseen un mecanismo de transmisión de información conocido como intercambio de iones a través de canales. Uno de los iones claves en este proceso es el ion sodio. La tetrodotoxina bloquea los canales de sodio e impide su ingreso. ¿Cuál es la consecuencia? Se produce hormigueo, sensibilidad alterada, pérdida del equilibrio, atrofia muscular, parálisis e irremediablemente la muerte. ¿Reconoces estos síntomas? Varios de ellos están asociados al comportamiento zombi. El mito cuenta que, si la dosis administrada es inferior a la letal, la víctima queda reducida a un estado en el cual todos los indicios


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