Hispanotropía y el efecto Von Bismarck. José María Moya

Hispanotropía y el efecto Von Bismarck - José María Moya


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todas, pero no más que otros, viendo lo que se hacía en esas circunstancias en cualquier otro lugar del mundo. Recordemos que por España pasaron fenicios, griegos, cartagineses, hebreos, romanos, germanos, árabes, berberiscos y hasta franceses. Un sinfín de conquistas en las que no fueron regalando flores precisamente. Los romanos sometían, mataban, esclavizaban y se llevaron todo el oro de las minas que encontraron. Y nadie les culpa de nuestros éxitos o fracasos. Roma nos dejó muchísimas cosas positivas.

      España es la «Roma de América», ya que llevó una civilización avanzada a aquellas tierras. Se crearon universidades, hospitales, carreteras, ciudades, un innumerable patrimonio, un lenguaje común, los derechos fundamentales y, quizás lo más importante, un proceso único de mestizaje que no se ha dado en los países de influencia anglosajona, ya que estaba prohibido.

      LA REALIDAD QUE NO PODEMOS O NO QUEREMOS VER

      Según las conclusiones de la investigación que llevamos a cabo desde el Proyecto 1785, hay otra creencia negativa muy extendida que afirma que España es un país poco relevante en la historia, un país de segunda.

      Una evidencia de que España es un país de primera división, mejor dicho, ¡de Champions!

España es una de lascinco naciones quemás ha contribuido aldesarrollo universal y,en la actualidad, es unade las cinco nacionesculturalmente másinfluyentes del mundo.

      ¿Por qué no queremos o no podemos verlo?

      Planteé esta pregunta a Eduardo Serra al final de la entrevista que mantuvimos y que dio lugar a un interesantísimo artículo de este libro: La España de hoy, relevante en el mundo. Su respuesta fue clave: «Porque si eres de primera, hay que dar la talla».

      El país es el grupo social más grande al que pertenecemos. Todos somos, a la par, jugadores y accionistas de este «club» llamado España. Si queremos tener éxito, es fundamental que creamos en nuestras posibilidades y que animemos a nuestro equipo. Si nos «abucheamos» a nosotros mismos, jamás vamos a ganar un partido.

      El reconocimiento del valor del equipo exige una responsabilidad.

      Hay quien no quiere o no sabe estar a la altura. En ese caso, no culpemos al «club» de nuestros fracasos. Echar balones fuera es una estrategia perdedora por naturaleza. No podemos culpar a otro de nuestro propio desempeño.

      Tenemos que asumir que somos de primera y dar la talla como muchos otros la han dado antes que nosotros para dejarnos su grandísimo legado.

      «EL AMOR A LA PATRIA NO PUEDE SER UNA EXCLUSIVA DE LA DERECHA». ALFONSO GUERRA (2019).

      El Proyecto 1785 es una iniciativa libre de ideologías, que se cimienta en que el valor de un país empieza en el interior. Por este motivo, voy a ilustrar este punto con citas de la obra La España en la que creo, de Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno de España con el PSOE desde 1982 hasta 1991.

Es necesaria laparticipación de todos,con independenciade las tendenciasideológicas. Construirun patriotismoconstitucional, sano eincluyente en el quetodos rememos en lamisma dirección.

      España es de todos y, si no es reivindicada por los progresistas, seguirá aprisionada en el aprisco de la más conservadora derecha. Creer y defender los valores de la Constitución favorece una sociedad unida y solidaria. Es la hora de despojarnos de viejos escrúpulos y sincerarnos en nuestro afecto por España y su futuro, que es el del pueblo español.

      Los dirigentes políticos y líderes sociales y culturales debieran ser claros en la defensa de una España que se admira y se quiere, pero parece que les avergüenza decirlo.

      El término España está en desuso para una parte de la población... la dificultad para reconocerse en su naturaleza, sustituyendo España por el Estado o por nuestro país…

      Ha llegado el momento de que los progresistas se despojen de los prejuicios y proclamen su patriotismo.

      En Alemania, la generación que alcanzó la edad adulta después de la Segunda Guerra Mundial no quería identificarse con la generación anterior, no se sentían parte de la nación nacionalsocialista, del horror del Holocausto, no encontraban ligazón alguna con aquella patria. Ya en el año 1979, el politólogo alemán Dolf Sternberger acuñó el término patriotismo constitucional, que difundiría y desarrollaría el filósofo Jürgen Habermas. El nuevo concepto intenta superar la carencia de empatía con la Alemania de posguerra.

      No podemos conseguir una sana autoestima de país si una parte importante de la sociedad renuncia a ello. Es necesaria la participación de todos, con independencia de las tendencias ideológicas. Tenemos que construir nuestro futuro comenzando por reparar la historia de forma objetiva, construir un patriotismo constitucional, sano e incluyente en el que todos rememos en la misma dirección.

      EL PROBLEMA: NO SABEMOS VENDERNOS

      Si somos uno de los países más importantes del mundo, entonces ¿cuál es el problema? Parece que no sabemos vendernos. Hasta tal punto que hemos comprado la versión de nuestros contrincantes históricos: ingleses, holandeses, franceses o alemanes, que conforma el relato generalmente aceptado de nuestra historia.

      ¿Empezarías el prospecto de un medicamento enumerando los posibles efectos adversos en lugar de sus propiedades e indicaciones beneficiosas?

      ¿O harías publicidad de un delicioso dulce resaltando su aporte calórico en lugar de su riquísimo sabor?

      Como el valor de país empieza en el interior, es fundamental ser dueños de nuestra propia historia, sin distorsiones ni influencias externas.

      Cómo lo hacen los anglosajones

      Los ingleses realizaron una reescritura de la historia que consistió en silenciar unos hechos, exaltar otros y maquillar muchos para tener una historia respetable e indiscutible. La ley del silencio vino a ser el aliado insustituible de esa historia siempre exitosa de los ingleses, desde sus mismísimos y legendarios orígenes hasta alcanzar el dominio universal en su etapa colonial. De esta forma, Gran Bretaña había estado «siempre» en la primera división de la historia.

      María Elvira Roca Barea. Imperiofobia y la leyenda negra

      Los méritos de muchos de nuestros éxitos, de buena parte de nuestros descubrimientos y de nuestros avances se los han apropiado los ingleses: desde la primera vuelta al mundo a la primera muestra de parlamentarismo europeo, innumerables descubrimientos geográficos o, lo más importante, el relato de nuestra historia.

      ¿Por qué nuestros escolares conocen fracasos como la batalla de Trafalgar o la mal llamada Armada Invencible pero no han oído hablar de Blas de Lezo y la defensa de Cartagena de Indias, de la Contraarmada o de las numerosísimas victorias españolas contra los ingleses?

      ¿No crees que es hora de poner en valor nuestro legado histórico?

      Es necesario, además, que la historia de España se estudie en los centros educativos de todo el país de una forma objetiva y homogénea. Con el conocimiento del pasado, podremos construir un futuro sólido.

      EL VALOR DE PAÍS, CLAVE DE PROGRESO Y DE PROSPERIDAD

      Los beneficios de una sana autoestima de país, de un patriotismo sano, son muchos y muy relevantes:

       Automotivación: aporta una motivación extra a los ciudadanos

       Mejora la cohesión social y la paz

       Aumenta la responsabilidad de los ciudadanos y de los dirigentes— Promueve una mejor gobernanza— Incrementa el pensamiento crítico— Promueve un mejor desempeño— Mejora la productividad

       Aumenta la confianza:«Las sociedades que mejor


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