Luz que fue sombra. Varios autores
espuma]
entre las sombras
reflejos de una luz
que nos asombra
[am]
Se diría que del peso e importancia que tiene la poesía en lengua polaca no hay que convencer a ningún lector. Podría parecer que bastan por sí solos nombres como el de los poetas Czesław Miłosz y Wisława Szymborska, premios Nobel de Literatura ambos, para justificar esa afirmación. Y si no fuera así, acudirían a reforzar esa idea el sinfín de artículos, tanto en polaco como en otras lenguas, que nos remiten a ese lugar común: la poesía polaca tiene un peso extraordinario en el mundo. Es posible incluso que, llevados por la inercia y apoyándonos quizá en exceso en el segundo de los nombres, pudiéramos también defender el peso que tiene en esa poesía la poesía escrita por mujeres. Una mirada «cuantitativa» más cuidadosa al panorama de la poesía polaca en su entorno natural, en Polonia, ejemplificada en un par de antologías de los últimos años, no exentas de polémica, quizá permita arrojar cierta luz. Sólo quizá. Más allá de la palabra. Antología de poemas 1976-2006, editada por el poeta Tadeusz Dąbrowski y publicada en 2006, recoge poemas de 128 poetas, 19 de ellas mujeres. Poetas para el nuevo siglo, antología de 21 poetas editada por el poeta Roman Honet, publicada apenas cuatro años más tarde, en 2010, ofrece una imagen diferente. De los 21 poetas, 10 son mujeres. Sin intentar convertir esos dos ejemplos en otra cosa que dos elecciones personales de los responsables de las ediciones de ambas obras, no necesariamente centrados en cuestiones de género, resulta difícil no enmarcarlas en un debate que tiene otras muchas manifestaciones y que se remonta a tiempo atrás. Valga la pena aquí dar otro ejemplo en el que quizá el lector español pueda entrever ecos familiares. En marzo de 2014, Andrzej Franaszek, destacado crítico literario, profesor universitario, escritor, biógrafo (Miłosz, Herbert), publicaba en uno de los periódicos de mayor tirada del país un artículo –«¿Por qué a nadie le gusta la nueva poesía?»– sobre el estado actual de la poesía polaca, que dio inicio a un enconado e inesperado debate. ¿En torno a qué? No exactamente a las características de la poesía polaca en la actualidad sobre las que gira el artículo, sino a uno que cobra presencia de forma indirecta y que a algunas personas podría parecerles tangencial: la no mención en todo el texto de ninguna poeta polaca. Entre las voces que tomaron la palabra, la de la poeta Julia Fiedorczuk, profesora universitaria, traductora, crítica literaria, que publicaría una semana más tarde en ese mismo periódico una encendida defensa de la poesía escrita por mujeres: «Y las poetas ¿dónde?».
Todo parece indicar que los ecos de esas «tensiones» empiezan a tener una presencia cada vez mayor y ello en distintos ámbitos, incluido el universitario, como muestra la publicación en 2018 de los dos volúmenes (n.º 32 y 33) de Estudios de Filología Polaca de Poznań (No)descritas. Poetas polacas de los siglos XX y XXI, en las primeras páginas de cuya «Introducción» Joanna Grądziel-Wójcik afirmaba:
Las antologías y las síntesis histórico-literarias asentaron el punto de vista masculino durante décadas sucesivas, apenas si tuvieron en cuenta la poesía de las mujeres y sólo algunas de ellas lograron pasar a un primer plano. Si observamos el mapa actual de la literatura polaca desde la perspectiva de la presencia de escritoras, especialmente de poetas, las conclusiones no serán demasiado optimistas. Si nos basamos sólo en libros de texto, síntesis históricas y literarias y antologías, apenas algunas de ellas tendrían acceso al canon: Maria Pawlikowska-Jasnorzewska, Julia Hartwig, Wisława Szymborska, Halina Poświatowska, Ewa Lipska y, en los últimos años, probablemente también Urszula Kozioł y Krystyna Miłobędzka, cuyas obras son cada vez más notorias y valoradas. Desde la década de los años noventa del siglo XX, se puede apreciar en Polonia tanto el fortalecimiento de la posición de la creación escrita por mujeres como el aumento de textos dedicados a la misma, lo que va acompañado de numerosas discusiones, entre otras, sobre la literatura femenina y su lugar en la reflexión y en el canon histórico-literario. Los estudios sobre la escritura polaca de mujeres se caracterizan por un desequilibrio peculiar: la investigación se centra más en la actividad de la prosa, lo que da lugar a numerosos enfoques monográficos y de síntesis, y la poesía como objeto de interés parece estar en minoría. Si bien es cierto que se crean obras centradas en autores individuales, la lista de nombres es limitada y, al mismo tiempo, son pocos los intentos de enfoques integrales que confronten los lenguajes poéticos de las escritoras y que también permitan comparar sus obras e indicar conexiones y líneas de desarrollo […]. Actualmente aparece un número cada vez mayor de publicaciones que devuelven o introducen a las autoras en el circuito lector […].
La aparición de esos diferentes lugares de debate, de reflexión, puertas de acceso al espacio visible abierto y compartido de la literatura, se ve acompañada paralelamente de nuevas antologías en estos últimos tiempos, entre las cuales resultan particularmente importantes, a nuestros efectos, Solistas (2009) y Con trenzas (2016) dedicadas ambas exclusivamente a la poesía escrita por mujeres.
Que Szymborska estaba lejos de ser la única poeta polaca conocida y apreciada en su país era algo imaginable. Citemos, a modo de ejemplo, algunas que, siendo como son conocidas ampliamente por los lectores polacos –sin olvidar, claro está, que estamos hablando de poesía–, es poco probable que lo sean del lector en lengua española y ello a pesar de que todas hayan sido traducidas en menor o mayor medida a nuestra lengua: Ewa Lipska, Julia Hartwig, Zuzanna Ginczanka, Urszula Koziol,