Los caballeros del sol negro. Álvaro Pérez Capiello
al viejo hay que darle algo de crédito, ¿sabes? Bueno, no únicamente a él, también a tu novio.
—¿De qué hablas, Judith?
—No creerás que la idea de este viaje fue solo mía, después de todo, ¿cómo podría pagarlo? Ja, ja, ja.
—Me asustas, Judith…
—Es parte de una sorpresa para ti de Ludwig y de Dieter. Creo que tu novio quiere pedirte matrimonio, pero… no puedo hablar más, hice una promesa y mis labios están sellados —terminó Judith colocando sus dedos pulgar e índice comprimiendo los labios como si de una prensa se tratase.
Sin duda, Andrea estaba en shock y, antes de que pudiera reponerse, el mesonero se acercó a las jóvenes con una bandeja de plata en la que reposaba una caja de bombones en forma de corazón. La tarjeta de fina cartulina que la acompañaba era de Ludwig, y en ella se podía leer: «Amor, espero que disfrutes del viaje y que Judith no haya faltado a su promesa. A estas horas, ya estaré volando fuera del país por asuntos de negocios. Hablaremos a tu regreso del spa, te quiero un montón… Ludwig». En verdad, lo que en un principio resultaba confuso, parecía ser ahora más complicado de entender. Su novio no le había mencionado nada sobre un viaje inesperado cuando se despidieron esa mañana en el hall del edificio antes de subir al taxi que las conduciría a Judith y a ella a la estación. Después de un abrazo, y de un beso no exento de pasión, simplemente se fue caminando al trabajo por la misma ruta que seguía cada mañana. Ninguna cosa hacía presagiar que aquel no sería un día como tantos otros en una urbe que se movía al ritmo de los semáforos y del incesante corneteo de los automóviles que luchaban por llegar, cada cual, a su destino. Quizá, la corta estancia en un reconocido establecimiento que ofrecía terapias y tratamientos de relajación que apelaban al agua como elemento fundamental, no tenía otra motivación que brindarle a Andrea un merecido descanso y la oportunidad de compartir un tiempo de calidad con su hermana. No sería justo, entonces, enturbiar este viaje con cuestionamientos, tal vez solo era menester dejarse llevar y despojarse de los nubarrones que componían espejismos confusos sobre la realidad, un tiempo de expansión, de felicidad plena que, inevitablemente, les sonreía a las hermanas O´Brien.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.