La armonía. Omraam Mikhaël Aïvanhov
y de desdoblamiento. Y os lo puedo decir, me han escogido para ser un heredero de esta divina filosofía. Sin ella no se puede conocer el camino, y, hagamos lo que hagamos, nos extraviaremos. Por eso, incluso en la base de la medicina yo pongo la filosofía, pero la verdadera, la que explica que el hombre debe vivir en armonía con todas las fuerzas y todos los mundos para que no haya en él ni luchas ni contradicciones; una filosofía que nos revela también cómo está construido el hombre y que su alma y su espíritu tienen necesidad de hacer intercambios con las fuerzas de la naturaleza. Como la respiración: la respiración es un intercambio, y si el hombre no hace este intercambio, muere. De la misma manera morirá si su alma y su espíritu no respiran, es decir, no hacen intercambios con el cosmos.
Mis queridos hermanos y hermanas, ahora debéis retomar todas las reglas y las fórmulas que os he dado para enseñaros a conectaros con las fuerzas de la naturaleza, y la luz que se hará entonces en vosotros, os mostrará el universo como una construcción, como un edificio formidable en el que todo está conectado, desde la cima hasta la base; y entonces, podréis restablecer muchas cosas en vosotros mismos. Pero no apreciáis el valor de las verdades que os doy y escucháis otros consejos. ¿Por qué? ¿Por qué no soy célebre? Esto no impide que conozca lo esencial… ¿Y quién sabe si un día yo no seré también una celebridad? No es más que una cuestión de tiempo. Lo que siempre me ha interesado no interesa a los demás, que sólo piensan en ganar dinero y en hacerse célebres. A mí, lo que me interesa, es descubrir la verdad. He puesto en ello toda mi vida. Lo demás: la celebridad, la gloria, no me interesan mucho. Por otra parte, vendrán sin que yo lo quiera, porque cuando estáis en la verdad, tarde o temprano os reconocen. Mientras que si estáis en el error, acabarán por darse cuenta y, aunque os hayan ovacionado, os olvidarán. No, no, yo trabajo para algo que nunca será olvidado ni reemplazado.
Lo más importante es pues saber cómo vivir, cómo pensar, sentir y actuar. En varias conferencias, cuando os he explicado el proceso de formación de las plantas, de los peces, o incluso del niño en el seno de su madre, os he hablado de la ley de afinidad, y os he mostrado cómo el hombre, con sus pensamientos y sus sentimientos, se conecta con las regiones, con las entidades, con las fuerzas y los elementos del espacio que le corresponden, y cómo acaba atrayéndolos. Sí, el hombre atrae aquello con lo que está conectado, esto es algo absoluto, y así se explican la salud y la enfermedad, la fuerza y la debilidad, la inteligencia y la tontería, la belleza y la fealdad, etc… Son elementos que hemos atraído.15
Así pues, si os encontráis con dificultades porque en el pasado, habéis perturbado por vuestra ignorancia el orden de las cosas, ahora, gracias a esta filosofía iniciática que os enseña cómo pensar, cómo desear y cómo trabajar, podéis conectaros con las entidades y con las regiones más maravillosas y construiros un nuevo cuerpo con todas las cualidades que deseéis: la salud, la belleza, la fuerza, la inteligencia… Éste es el secreto de la resurrección. Pero si no tenéis esta filosofía, nunca lograréis reconstruir vuestra existencia. ¿Veis?, si sabéis cómo vivir, tendréis el poder de curaros, y no sólo de curaros, sino de reconstruir vuestro cuerpo como queráis. Puede ser, claro, que ahora esté tan deteriorado que se resista a todos vuestros esfuerzos; pero es porque, desde hace siglos, habéis trabajado inconscientemente para destruirlo, y ahora hará falta mucho tiempo para restablecerlo. Pero lo que os digo es absoluto.
Así pues, lo repito: hay que poner la manera de vivir en primer lugar pero la ciencia de la vida no se aprende en unos días. Ser médico es fácil: seis o siete años de estudios y un poco de memoria… Pero para la ciencia de la vida hacen falta miles de años, porque es muy vasta. Y cuando hemos comprendido las necesidades del alma y del espíritu, debemos comprender también que hay que despertarlos para un trabajo. Todo lo demás depende de esta actividad del alma y del espíritu, porque en el alma y en el espíritu residen las causas; lo demás sólo son consecuencias. Cuando sabemos que estamos en las causas, ahí donde se encuentran las fuerzas, vivimos en la paz, en la certeza, porque conocemos las consecuencias que seguirán.
Así es como se logran expulsar las enfermedades psíquicas: dándole al hombre el conocimiento, la certeza. El hombre está inseguro, angustiado, desequilibrado porque no se conecta conscientemente con su alma y su espíritu, con las fuerzas luminosas de la naturaleza. Pero cuando llegue la luz, ésta le mostrará que es un ser formidable, que está conectado con la inmensidad, con la eternidad, que puede comulgar con las fuerzas cósmicas, que puede transformar su vida, y la certeza y el gozo le acompañarán. ¡Ya no habrá hospitales ni clínicas!… Pero, mientras no se instruya a los hombres, es inútil tratar de curarles, incluso con electrochoques. Hay que instruirles, y durante mucho tiempo, desde su infancia. Los humanos sólo se curarán cuando se les muestre su verdadera naturaleza, cómo están conectados al Árbol de la Vida y cómo pueden extraer de él fuerzas para trabajar.16
No lo olvidéis nunca: lo esencial es la filosofía y la manera de vivir; pero en el plano físico, debemos dar al sol el primer lugar. Un día, la ciencia estudiará cómo podemos curarnos a través del sol: en qué momento, durante cuánto tiempo y con qué aparatos hay que tomar el sol, cómo hay que exponer agua al sol en botellas de diferentes colores y a qué hora hay que beberla, cómo hay que trabajar con la luz del sol bajo todas sus formas y tomar del sol todos los productos farmacéuticos. ¡Será extraordinario! Actualmente la ciencia no toma en demasiada consideración al sol porque sólo busca lo que está muy abajo, en el plano físico, los elementos químicos. Pero, más tarde, habrá toda una industria con aparatos que captarán las energías solares. El agua de mar, las algas, las hierbas, los árboles, y hasta las piedras y los cristales curan porque toman su fuerza curativa del sol; sin embargo lo dejan de lado y será el último en ser apreciado. Pero, cuando lo descubran, se verán obligados a ponerlo en primer lugar.
Los hombres descubrieron primero la tierra con los minerales y los vegetales y, al final, descubrirán al sol, que se apresurarán también a explotar, porque en cuanto descubren algo nuevo en la naturaleza, los hombres se lanzan inmediatamente sobre ello para hacer comercio. Habrá pues toda una industria formidable: la luz del sol será puesta en píldoras y en bebidas, se alimentarán con el sol, respirarán el sol, y hasta le escucharán porque tendrán aparatos que captarán la música que viene del sol. Sí, la música más bella viene del sol, y los mejores mensajes también. Habrá pues una radio del sol: se escucharán sus conciertos y los profesores explicarán cosas fantásticas. ¿Os preguntáis si hablo en serio? Sí, totalmente en serio.
Cuando estuve en los Pirineos, en los meses de octubre y noviembre, el aire era puro y el sol brillaba como en primavera. Constaté entonces que no tenía mucha necesidad de comer: me sentía alimentado por el aire, por el sol. Comía, de todos modos, una vez al día, para no poner en peligro el organismo, pero no sentía mucha necesidad de hacerlo. Entonces pensé que podía volver a hacer una experiencia que ya había hecho en el pasado: ayunar durante varios días. ¡Hice unos descubrimientos increíbles! Incluso ayunando, leía, meditaba, escribía, pero también trabajaba durante horas cavando y podando para arreglar el terreno. Durante estos dos meses seguí mirando la salida del sol. Sí, hasta el mes de diciembre. Pero era, sobre todo, antes de la salida del sol, cuando el cielo tenía unos colores extraordinarios: dorado, anaranjado, rosa… Los filmé. Y una mañana, incluso, todo el cielo tenía color rosado hasta el oeste; es una cosa que nunca había visto. Pero el aire puro, el cielo sin nubes, la vista de las montañas, la paz, el silencio, la soledad, los pensamientos de amor que enviaba por todas partes, todo eso me alimentaba. ¿Veis? Esto demuestra lo poco conocido que es aún el ser humano.
Creedme, si aceptáis mi filosofía, tendréis grandes resultados. Muchos hermanos y hermanas me dicen: “Maestro, cuando estamos con usted, pensamos, sentimos, actuamos de otra manera, no hay problemas y todo marcha bien. Pero en cuanto nos alejamos unos días, o unas semanas, ya no es lo mismo: nos volvemos a encontrar con la realidad prosaica y no queda casi nada de lo que hemos oído, ya no creemos en lo que usted nos ha dicho...” Y yo respondo que estas experiencias yo también las he hecho: pero si estoy con vosotros es para llevaros a aceptar ciertas verdades… y no sólo para aceptarlas mientras estáis conmigo, sino para esforzaros en mantenerlas durante el mayor tiempo posible.
La vida es muy dura… ¿A quién se lo decís? Siempre hay que luchar, siempre hay que plantar cara, y nos cansamos.