Corazones rotos. Amy Chan
de nosotras mismas.
Incluso las relaciones más dolorosas revelan información crítica sobre hábitos profundamente arraigados en nuestro inconsciente. Si no nos detenemos a evaluar las lecciones, si no aprovechamos la sabiduría que el proceso estaba destinado a proporcionarnos, entonces nos quedaremos ahí atascadas.
A medida que exponemos nuestras heridas, creencias y patrones que definen cómo nos comportamos en nuestras relaciones íntimas y aprendemos cómo reemplazar los viejos hábitos por otros más saludables, cambiamos de dirección poco a poco hasta que por fin nos encontramos en un nuevo destino.
Pero hay algo que he estado esperando decirte: ese destino no es una relación de vivieron felices para siempre. Viene de tu interior.
Después de cruzar más que suficientes puentes, nos damos cuenta de que el destino nunca tiene que ver con otra persona, sino con el amor propio. Ésta es la base necesaria, antes de tener una relación de pareja saludable con otra persona. Pero, para llegar allí, necesitamos ver el puente y entender lo que es.
Y comienza por un ex a la vez.
Una de las mejores guías sobre cómo amarnos es darnos el amor que soñamos recibir de los demás. Hubo un tiempo. en que me sentí mal por mi cuerpo de más de cuarenta años, me veía demasiado gorda, demasiado esto o demasiado aquello. Sin embargo, fantaseaba con encontrar un amante que me diera el regalo de ser amada tal como soy. Es una tontería, ¿no te parece?, soñar con que alguien más me ofreciera la aceptación y la afirmación que yo me negaba a mí mismo.
bell hooks, Todo sobre el amor
UN DÍA EN BREAKUP BOOTCAMP
“No hay una salida fácil a esta maraña de odio —le digo al último grupo de mujeres que ha venido al Renew Bootcamp Breakup—. No estamos aquí para encontrar más razones para odiar a tu ex. Las preguntas que vamos a explorar son: ¿por qué te atrajo esta persona, en primer lugar? ¿Ignoraste las banderas rojas? ¿Le entregaste tu poder y tu sentido de autoestima a otra persona? ¿Por qué?”
Cada vez que una participante de Renew manifiesta lo sorpresiva que fue su ruptura, infidelidad o separación —si profundizamos—, descubrimos que en realidad no fue tan impactante. Había señales, ya tenía el presentimiento de que algo no andaba bien. Hubo una disminución gradual de la autoestima, el traspaso de límites o una cantidad innumerable de banderas rojas ignoradas. Podemos estar tan sumidas en nuestras relaciones que ni siquiera nos damos cuenta de que nos estamos perdiendo en ellas, y sólo cuando la relación se rompe recibimos finalmente el mensaje de que algo no estaba funcionando.
Al haber hablado con cientos de mujeres acerca de sus preocupaciones, me he dado cuenta de que generalmente caen en un puñado de categorías; por supuesto, no todo el mundo cabe en una pequeña caja ordenada.
La aplicada: sobresale en su carrera y, cuando era joven, adoptó una mentalidad de “haz más, obtén más”. Esta creencia fundamental proviene de “No soy suficiente”, comúnmente desde su infancia, cuando aprendió que recibiría amor o validación sólo si se lo ganaba. El mecanismo de afrontamiento hace maravillas para obtener altas calificaciones y ascensos, pero no se traduce en relaciones románticas saludables. Estas mujeres suelen ser las más duras consigo mismas. Cuando se trata de su sanación, se frustran porque simplemente no pueden hacer que el dolor desaparezca de inmediato. Albergan una capa extra de vergüenza porque ven su sufrimiento como una debilidad de la que no pueden deshacerse.
La superhumana: similar a la aplicada, la superhumana es la mujer que se enorgullece de hacerlo todo. Exige la perfección en sí misma y en los demás. Se está arreglando constantemente, aprendiendo las últimas técnicas y métodos para tener lo que desea. Sin darse cuenta, aborda las relaciones como si se tratara de obtener una calificación sobresaliente en la escuela. En ocasiones, esta mujer está tan metida en su cabeza que se desconecta de su cuerpo. Su enfoque en hacer le ha impedido simplemente ser. Le resulta difícil quedarse quieta. Su juicio sobre que los otros no cumplen con sus estándares de perfección refleja su propio parecer y su falta de aceptación de sí misma. Su creencia fundamental es “No soy digna de ser amada” y se ha adaptado a ser útil con el fin de ser amada.
La complaciente: ella hace todo lo posible por su relación pero, al final, se siente abandonada, despreciada y necesitada de más amor e inversión de su pareja. Su creencia fundamental es “No soy digna de amor”. Ella suele convertirse en un tapete. Prioriza las necesidades de los demás por encima de las suyas porque, en el fondo, no se siente digna de que sus necesidades sean satisfechas. Se siente petrificada ante la posibilidad de ser rechazada o abandonada si expresa sus necesidades.
La ansiosa: cuando entabla una relación, se siente más cómoda si puede fusionarse por completo con su pareja y poner su relación en el centro de su mundo. Su vida, identidad y prioridades giran en torno a la relación. Tiene dificultades con los límites. Su creencia fundamental es “No estoy a salvo/bien sola”. Su pareja se convierte en la base sobre la que se apoya, la única persona que puede hacerla sentir bien, y cuando la relación se torna turbulenta o termina, siente como si le hubieran movido el piso.
La de corazón cerrado: la han lastimado tanto que nunca se ha recuperado por completo del trauma. Incluso si en un nivel cognitivo está por encima de su ex, su inconsciente todavía asocia el amor con el dolor. Su creencia es que no puede confiar y, por lo tanto, no es seguro abrir su corazón. O deja de salir por completo o sale con personas de las que sabe que no se enamorará o con las que nunca será verdaderamente vulnerable. Incluso puede establecer relación con personas que viven en una ciudad/país diferente o persiguen una relación de fantasía porque, de manera inconsciente, sabe que nunca llegarán a convertirse en algo real. Su corazón está encerrado detrás de una puerta, y la gente necesita demostrar su valía implacablemente para lograr que se abra.
La hastiada: se ha sentido decepcionada tantas veces que se deja llevar por el escepticismo y el cinismo. Sus creencias son que no hay hombres buenos, ella es demasiado [inserte autocrítica aquí] para tener una cita, y tener citas en su ciudad apesta (o cualquier excusa que pueda inventar) para explicar por qué sigue soltera. Es difícil de reparar el corazón que fue herido, rechazado y traicionado en el pasado. Emite una agresiva energía de “no te metas conmigo” para mostrar cuán segura e intocable es, aunque por dentro se siente insegura y asustada.
La adicta: incapaz de reconfortarse a sí misma, usa la validación de los hombres como su vicio. Tiene la creencia de que el amor es caótico. Se siente frenética en una oleada de lujuria y creará drama para mantener cualquier conflicto en marcha. Evita la verdadera intimidad al deleitarse con la fantasía y perseguir altibajos, y opera en los extremos.
Independientemente de la categoría en la que caigan estas mujeres y de lo poderosas que puedan parecer por fuera, todas luchan por sentirse empoderadas en sus relaciones románticas.
Sentadas en círculo, las participantes revelan, una por una, lo que las trajo aquí (se han cambiado todos los nombres y detalles identificativos).
“Sé que merezco algo mejor —dice Leila, una magnífica y poderosa profesional recién divorciada que ha conquistado el mundo empresarial, pero no puede deshacerse de los patrones tóxicos de una relación—. Seguimos rompiendo y volviendo a estar juntos. Sé que merezco algo mejor, pero mi autoestima está tan rota. Parece que no puedo dejarlo ir.”
Tenía veintinueve años cuando conoció a Mike, un carismático inversor de capital de riesgo que vivía en Nueva York. El comienzo de su relación fue estimulante. Mike la cortejó con grandes gestos románticos y escapadas de fin de semana. Con el paso del tiempo, Leila planeó su vida alrededor de Mike y, sin darse cuenta, su valor personal comenzó a basarse por completo en la atención de Mike. Pero nunca era suficiente. Ella quería más de todo: más tiempo, más compromiso, más conexión. Él empezó a distanciarse. Leila reorganizó su agenda para adaptarse a la de él y dar más y más, poniendo sus necesidades en segundo lugar y a la espera de que su devoción