Historias entrelazas. Sebastián Rivera Mir

Historias entrelazas - Sebastián Rivera Mir


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de la numerosa comunidad italiana en São Paulo que había hecho importantes donaciones para crear la usp. En principio, Ramos se interesó por Fermi, quien rechazó la oferta y sugirió a Wataghin. Aunque éste se resistió, Fermi lo convenció al hacerle notar que en Brasil tendría un futuro más prometedor que en Italia, donde el fascismo iba en ascenso. En una entrevista de la década del setenta, Wataghin afirmó: “O curso da minha vida foi fortemente influen-ciado, mais uma vez, por uma mudança de pais”, la primera de Rusia a Italia, la segunda de Italia a Brasil (Silva, 1975: 3). El periodo que aquí compete son los 15 años que permaneció en Brasil (1934 y 1949); no obstante, esta migración no implicó un rompimiento ni con la física en Europa ni con sus colegas físicos italianos, con quienes mantuvo comunicación, aun tras el exilio de muchos de ellos.

      La trayectoria de movilidad de Guido Beck fue mucho más variada, en términos de las múltiples migraciones que se vio obligado a hacer. Nació en 1903 en Reichenberg (por entonces parte del Imperio austrohúngaro, hoy llamado Liberec en territorio de la República Checa), estudió en Suiza y obtuvo el doctorado en física teórica en la Universidad de Viena, en 1925. Se formó y consolidó su carrera científica en una época de grandes discusiones sobre los fundamentos de la física, conoció y trabajó con importantes físicos teóricos y estuvo en algunos de los grandes centros de investigación europeos, como Leipzig (asistente de Werner Heisenberg por cuatro años), Cambridge (estancia de algunos meses en el laboratorio Cavendish), Copenhague (estancia en el Instituto de Niels Bohr) y Praga (Pinto y Schwartzman, 1977; Videira, 2001). Su búsqueda de opciones para establecerse profesionalmente lo llevó por primera vez al continente americano en 1934, donde consiguió una beca de la Fundación Rockefeller para la Universidad de Kansas, en Estados Unidos.10 Aunque manifestó su deseo de extender su estancia en ese país no obtuvo más opciones de financiamiento. En 1935 aceptó una oferta en la Unión Soviética para ir a Odessa (de donde era originario Wataghin, a quien por cierto conoció en 1930 en un congreso organizado por Fermi, en Roma) (Pinto y Schwartzman, 1977: 26). Sin embargo, las tensiones en Europa y las dificultades a las que se enfrentaba por su origen judío, lo obligaron a buscar nuevas opciones. Volvió a Dinamarca, al Instituto de Niels Bohr, luego probó suerte en París y Lyon, pero debido a su origen austriaco y judío terminó en un campo de concentración en Francia (Pinto y Schwartzman, 1977: 34). Por esta razón intentó volver a Estados Unidos a través del Emergency Committee in Aid of Displaced German Scholars, de la Fundación Rockefeller, pero su solicitud fue desatendida una vez que se supo que estaba a salvo.11 A finales de 1941, aceptó una oferta de trabajo en Portugal, donde permaneció por año y medio. Ahí recibió la invitación para ir al Observatorio Astronómico de Córdoba (oac), en Argentina, que le hizo llegar Ramón Gaviola, quien se había formado en Alemania y, al igual que Beck, había tenido una beca del International Education Board de la Fundación Rockefeller, para realizar una estancia de investigación en Estados Unidos (Ortiz y Rubinstein, 2009).12

      A partir de 1943 y hasta su muerte, en 1988, Beck permaneció en América del Sur, donde se desempeñó profesionalmente de manera alternada entre Argentina y Brasil (Videira, 2001). Beck fue un profesor que inspiraba a muchos de sus estudiantes, le preocupaba fortalecer la investigación en física en ambas naciones, pero tenía una idea muy clara: en América Latina sólo sería posible sumando fuerzas. Aunque Beck mantuvo contactos en los múltiples lugares por donde pasó, este capítulo se centra en su trayectoria a través de los mencionados países y por las conexiones que generó entre sus comunidades de físicos.

      Guido Beck, Gleb Wataghin y Manuel Sandoval Vallarta son ejemplo de migraciones científicas, si bien en situaciones diferentes. Los tres pertenecieron a una generación de físicos que aprendió mucho de los intercambios académicos, una dinámica que acompañó la constitución de la nueva física, justo en la época de su formación profesional (Kragh, 1999). Sin embargo, las estrategias de intercambio académico que formularon fueron diversas, como se verá a continuación.

      Articulación de conexiones y relaciones científicas

      Esta sección pretende resaltar un aspecto de la trayectoria de los tres científicos en relación con los vínculos que lograron construir en los contextos por donde transitaron y en los que se establecieron por un tiempo, el cual fue significativo personal y profesionalmente. Este enfoque no supone que el actor transnacional sólo sea capaz de generar conexiones que se pueden calificar en sí mismas como transnacionales, evidentemente su ámbito de intervención puede abarcar diferentes escalas (local, nacional, regional, internacional o transnacional) (Dietze y Naumann, 2018). En este trabajo, se propone reconocer la trascendencia de este tipo de actores desde sus contribuciones al conocimiento, gracias a los vínculos que construyeron y que no se circunscriben de manera simple a una nación en particular, sino entre varios contextos nacionales. Esta aproximación resulta aún más pertinente si se toma en cuenta que en los tres casos existe un énfasis a sus contribuciones en el marco de historias de la ciencia nacional (Argentina, Brasil y México), lo cual significa una limitante para el estudio de procesos históricos que salen de esa escala de análisis.

      Como se mencionó, Manuel Sandoval Vallarta construyó una carrera científica destacada en Estados Unidos, cuyos logros se proyectaron en México. Por ejemplo, se anunció la concesión de la beca de la Fundación Guggenheim (1927) en un periódico de circulación nacional en México, a la par que en los medios de comunicación internos del mit.13 Además, la Sociedad Científica “Antonio Alzate” (scaa) le envió una nota de felicitación en la que reconocía que los logros que acumulaba en Estados Unidos pertenecían también a “la Patria”.14 Años después, Sandoval Vallarta colaboró con la Fundación Guggenheim en la evaluación de solicitudes para su programa de becas dirigido a científicos, intelectuales y artistas latinoamericanos, en especial para realizar viajes de estudio en Estados Unidos. De hecho, los primeros físicos y matemáticos mexicanos becados por la Fundación Guggenheim eligieron al mit, quizá para seguir los pasos de Sandoval Vallarta.15 Incluso, éste fue intermediario para gestionar que un colega matemático del mit, Dirk Jan Struik, con quien colaboraba y tenía una buena relación, viajara a México a impartir una serie de conferencias en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam).16 Tales acciones contribuyeron a los esfuerzos de algunos universitarios interesados por la investigación científica, como Ricardo Monges López, quien impulsó la creación de la Escuela y el Instituto de Ciencias Físicas y Matemáticas, en lo cual Sandoval Vallarta fue un aliado importante.

      Esta alianza obtuvo impulso con la investigación de los rayos cósmicos a partir de 1932, cuando tuvieron lugar en México varias expediciones científicas organizadas por físicos estadounidenses. Sandoval Vallarta colaboró en estas investigación y promovió la implicación de profesores de la Escuela Nacional de Ingenieros y miembros activos de asociaciones científicas mexicanas como la scaa y otras asociaciones científicas mexicanas, entre ellos Monges López, Alfredo Baños y Carlos Graef (Mateos y Minor, 2013). Además, ayudó a estos dos últimos a obtener la beca Guggenheim para estudiar el doctorado en física en el mit y supervisó sus tesis. Al terminar sus estudios, Graef y Baños regresaron a México con el objetivo de liderar la creación de instituciones de investigación científica. Sandoval Vallarta tuvo la habilidad de crear conexiones entre la física de Estados Unidos y México, utilizarlas en favor de sus intereses científicos a partir de una agenda de investigación delineada desde Estados Unidos y, al mismo tiempo, orientarlas hacia la creación de instituciones científicas que venía gestándose en México.

      Asimismo, en un contexto de creciente importancia de las relaciones hemisféricas, Sandoval Vallarta se acercó a otros latinoamericanos, quienes, desde Estados Unidos, creían que podrían contribuir al bienestar y al progreso de las naciones latinoamericanas (Minor, 2019a). En su caso, no parece que haya defendido un latinoamericanismo explícito, pero sus acciones muestran un cierto interés en ese sentido y, más que eso, una convicción sobre la importancia de fortalecer las relaciones hemisféricas. Así, también recibió en el mit a algunos físicos del sur del continente, como Ernesto Sábato y Félix Cernuschi, de Argentina. De esta manera, Sandoval Vallarta contribuyó a establecer vínculos en una y otra direcciones. Su posición de enlace le abrió una posibilidad de intervención con el objetivo claro y explícito de fortalecer


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