Curso de sociología general 2. Pierre Bourdieu
sufrir, voy a parecerles malvado. Por lo tanto, prefiero dejar que ustedes mismos continúen su autoanálisis y el análisis de su propia representación del mundo social. Si los divierte, un muy lindo ejercicio consiste en tomar una hoja de papel y preguntarse cómo van a dibujar el mundo social. Les recomiendo hacerlo; pero ahora, como ya dije, ¡no van a hacer más pirámides! [risas en el auditorio].
Decir “espacio de los espacios” significa que hay un universo de espacios cuyas fronteras no se conocen muy bien –lo cual es penoso: nos encanta trazar líneas que delimiten, cada cosa en su lugar–, ni se sabe cómo están jerarquizadas, dado que a cada instante se desplaza la jerarquía. Una propiedad de esos subespacios es precisamente la de luchar por su posición en el espacio. Puede pensarse en cosas fabricadas por los artistas: móviles que se desplazan con mucha suavidad, por una suerte de deslizamiento imperceptible (cuando nos damos cuenta, ya ha pasado) o, a veces, mediante cambios bruscos de posición.[25] Pero es algo que está abierto, que no se define en el instante ni en su evolución, lo cual es también algo muy importante: entre los diversos fantasmas sociales que tomamos de la cultura ambiente, está también la idea de que hay un sentido, que la cosa va hacia alguna parte, que está orientada. También retomo esta cuestión: decir que ese universo no es finito, que no está definido (y que construirlo es plantear cuestiones definitorias pero que solo reciben su contenido de la confrontación con lo real) es poner en tela de juicio un conjunto de cosas tranquilizadoras sobre las cuales se basan las operaciones científicas corrientes.
En el ejemplo que mencionaré dentro de un momento, verán que esos problemas se plantean de la manera más concreta del mundo, pero, también aquí, todas las operaciones de la investigación científica llevan a resolverlos sin plantearlos: si soy sociólogo empírico, necesito una población y por tanto hay que definirla; si estudio a los profesores, ¿a qué se llama “profesor”? Todas las operaciones científicas me ordenan volver a una tendencia corriente que lleva a pensar en [términos de] límites. Me detengo aquí, pero también habría que pensar en la noción de “en última instancia”,[26] que es una magnífica noción metafísica; todo lo que acabo de denunciar se resume mediante la expresión “en última instancia”: decir que el campo de los campos es abierto quiere decir que[, para poder decir] el “en última instancia”, habrá que esperar mucho.
La estructura de distribución del capital específico
Voy un poquito más lejos. Los campos son espacios. Sus lógicas tienen invariantes; pero aquellos se definen tanto por sus variaciones, sus singularidades, sus especificidades, como por sus invariantes. Esas variaciones están ligadas a coyunturas históricas y, en especial, al estado de las relaciones, en determinado momento, entre los diferentes campos (que, en cierta medida, rige las relaciones dentro de cada campo). Ustedes me dirán que aquí hago intervenir una noción de “campo de los campos”; pero recordar que en cada momento la noción de autonomía relativa implica que los otros campos actúen sobre cada campo en cierta medida –que es necesario medir– de ningún modo es plantear que en cada momento hay una suerte de integral ideal de todos los campos que yo pueda calcular.
Por ende, hay propiedades invariantes de todos los campos, y el principio invariante de todos ellos es que la estructuración de cada campo se define por la distribución de lo que llamo “capital específico”, el cual –como aclararé en las próximas clases– define la fuerza en el espacio considerado. Cada uno de esos espacios tiene la propiedad de definir las condiciones de eficacia de la acción que quiere ejercerse en ese campo. Por ejemplo, “que nadie entre aquí si no es geómetra”[27] es una frase de campo. Quiere decir que, para entrar aquí, hay que saber geometría: es una definición del campo matemático que se define por la imposición, en cierto momento, de un derecho de entrada; si quieren suscitar una polémica, ustedes no pueden decir “el teorema de Schwarz[28] es de derecha”, mientras que en sociología pueden decir, con posibilidades de que los escuchen, “el análisis que acaba de hacer Bourdieu es de derecha”: ahí tienen una diferencia entre dos campos. Así, cada campo tiende a definir el derecho de entrada, es decir, las propiedades que debe poseer quien entra para producir efectos en el campo. Sin esas propiedades, puede entrar, pero producirá efectos que no son del campo; lo excluirán, lo ridiculizarán, será ineficaz, salvo en situaciones en que la autonomía del campo se torna muy débil.
Menciono un ejemplo: Marat era un muy mal físico que había escrito polémicas muy violentas contra Lavoisier. Ese es un hecho social: las situaciones revolucionarias permiten ajustar cuentas de otra manera. En un campo autónomo (“que nadie entre aquí si no es geómetra”), Marat era simplemente ridículo; con ayuda de la revolución, la autonomía relativa del campo científico mengua de manera muy inquietante para Lavoisier, mientras que Marat… Ese es un efecto de campo. Por lo tanto, cada campo propone un derecho de entrada que va a adoptar formas muy diferentes, explícitas o implícitas. “Que nadie entre aquí si no es geómetra” es una explicitación formal, una canonización, la codificación de un principio tácito; pero muchos campos se definen por el hecho de que el derecho de entrada es tácito: no se les dice “que nadie entre aquí si no es capitalista”, pero si ustedes no tienen el capital, se arruinarán rápidamente y los devolverán a sus queridos estudios. Hay un derecho de entrada implícito o explícito y, una vez que uno ha entrado, se define por el hecho de producir efectos.
Vuelvo a la cuestión que planteaba al empezar (¿definir los límites de un campo es del tenor del constructivismo operacionalista o de la constatación realista?): solo puedo conocer por la observación los principios de constitución del espacio que voy a llamar “campo”. Para saber cómo se diferencia el campo, debo observar empíricamente lo que produce diferencias. En una investigación empírica (por ejemplo, si constituyo una población de profesores de la enseñanza superior),[29] intentaré, mediante los procedimientos estadísticos, hacer ver lo que marca las diferencias significativas. Una de las metas de una investigación empírica será encontrar los dos o tres principios –evidentemente, hay leyes económicas y leyes científicas universales– que, racionalmente articulados, racionalmente explicitados, me permiten volver a generar el universo de las diferencias constitutivas que le son características. Al mismo tiempo, llego a un universo con la cuestión de la diferencia y la cuestión de los principios de diferenciación. Dicho esto, debo establecer en cada caso qué son esos principios y cuáles son sus fuerzas relativas, sus pesos relativos. Si puedo decir que los tres principios de diferenciación entre los obispos son este, ese y aquel,[30] evaluando numéricamente el peso relativo de esos tres principios y mostrando que permiten explicar todas las diferencias pertinentes, he hecho una contribución científica y he construido a la vez el campo y los principios que producen diferencias dentro del campo. Por ende, no puedo construir el campo sin construir simultáneamente las formas del capital operantes en él, y la operación misma me hace construir uno y otras. Utilizo una analogía un poco peligrosa: no se puede construir el juego sin construir las cartas de triunfo; por ende, se construyen simultáneamente las reglas del juego y las cartas de triunfo.[31]
Una definición de la pertenencia a un campo que, como ustedes verán, puede tener grados, es la capacidad de producir efectos en él. Por ejemplo, una manera de entrar y afirmar la entrada a un campo –tomemos el caso de la herejía– es producir en él los efectos por los cuales se accede a la existencia, cosa muy importante en los campos donde el capital es esencialmente simbólico; ser objeto de una réplica de un poseedor de un gran capital simbólico es ya acceder a la existencia. Una de las estrategias para un nuevo ingresante es hacerse atacar por un gran poseedor de capital simbólico para conseguir un efecto en él, y una de las decisiones que se plantean concretamente a los grandes poseedores de capital simbólico es saber si vale más dejar sin réplica o replicar y, al mismo tiempo, dar existencia a quien pone en tela de juicio el capital simbólico y la correlativa dominación.[32]
Termino muy rápido con esta cuestión: como campo y capital son interdependientes, no se puede definir un campo sin definir al mismo tiempo el capital que opera en él. Por consiguiente, todo capital es específico y habrá diferentes especies de capital; volveré a esto. El capital es una forma de fuerza que está vigente en cierto espacio, produce efectos en él –en especial, efectos de diferenciación– y la diferenciación ligada a la distribución