Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.

Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I - William Nordling J.


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siglas en inglés), propuesta por Albert Ellis (1962, 1994), o la terapia cognitivo-conductual (CBT, por sus siglas en inglés), desarrollada por Aaron Beck (Beck, 1975; Beck, Freeman y Davis, 2003) o por el teórico del aprendizaje social Albert Bandura (1989), con su énfasis en la «agencia humana».

      El surgimiento de la psicología positiva, con su redescubrimiento de las virtudes y las fortalezas de carácter como principales aportes a la personalidad, también es un buen augurio de la importancia del libre albedrío y la «agencia» en la nueva comprensión de la persona por parte de la psicología secular.

      El énfasis tradicional cristiano en la libertad de la persona para elegir el bien es conocido y, como ya se ha señalado, forma parte central de cualquier modelo cristiano católico de persona y personalidad (véase el capítulo 16, «Volitiva y libre»).

      RAZÓN

      Desde Freud y Jung hasta Rogers, la razón o la cognición intelectual, especialmente en el sentido de la búsqueda de la verdad, ha sido poco enfatizada. Por supuesto, Freud postuló una teoría del yo, pero no mandaba en su propia casa, ya que estaba principalmente controlado por los impulsos no racionales e inconscientes del ello y el superyó. Rogers se centró en ponerse en contacto con los sentimientos. Las grandes excepciones son las teorías cognitivas y de comportamiento más recientes mencionadas anteriormente.

      Sin embargo, en la tradición católica, la razón ha sido durante mucho tiempo un aspecto importante de la persona; de hecho, la Iglesia católica tomó prestado gran parte de su comprensión filosófica de la razón de los filósofos griegos. Debido a la importancia dada a la verdad (por ejemplo, tal y como se expresa en las palabras de Cristo «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Jn 14:6 [RSV]), la razón fue entendida como central a la personalidad desde el principio de la fe. Los escritores del Evangelio, y san Pablo también, mencionan frecuentemente la necesidad de hablar y conocer la verdad.

      VOCACIONES

      Las teorías existentes rara vez mencionan que las personas tengan llamadas vocacionales, o algún tipo de realización personal que las lleve a un estado de vida como el matrimonio, o a un tipo de trabajo, remunerado o no, que beneficie tanto a la persona como a su sociedad. La contribución de la vocación, o la llamada, o telos personal es una importante contribución católica para comprender la personalidad, especialmente para prosperar. Alfred Adler, que fue una excepción a la mayoría de los teóricos, enfatizó fuertemente lo que llamó «interés social» como necesario para conseguir una personalidad saludable. De manera similar, Frankl (1963) deja claro de varias maneras que, si un hombre tiene un por qué para vivir, puede soportar cualquier cómo.

      VIRTUDES

      Las teorías seculares de la personalidad rara vez mencionan las virtudes tradicionales. En cambio, se centran en lo que podríamos llamar «virtudes» modernas de la sospecha y la duda, de la independencia y la autonomía, de la ruptura de las inhibiciones y del contacto, y de la expresión de sentimientos y comportamientos sexuales. Una excepción importante fue Erik Erikson, que introdujo las virtudes (o la fuerza del ego) en sus ocho etapas de desarrollo psicosocial. Erikson anticipó, junto con algunos de los conceptos asociados a la autoactualización de Maslow, el actual movimiento de psicología positiva, que ha devuelto las virtudes a la psicología contemporánea (por ejemplo, Seligman y Csikszentmihalyi, 2000.)

      La representación cristiana católica de la persona siempre ha concedido importancia a las virtudes tradicionales en la comprensión de la personalidad. En un modelo de personalidad cristiana, las virtudes naturales como la justicia, el valor, la sabiduría y la templanza se entienden como necesarias para una vida naturalmente próspera, pero también como el fundamento de las virtudes teológicas de la fe, la esperanza y la caridad. Esta importancia se mantiene y enfatiza en el marco desarrollado en el capítulo 11, «Realizada en la virtud».

      ORIGEN DE LAS PATOLOGÍAS MENTALES

      Una importante proposición teórica del Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona es que los desórdenes y patologías mentales pueden interpretarse, de forma útil, como distorsiones o debilidades en áreas del modelo de la persona: la unidad cuerpo-alma, las relaciones interpersonales, la voluntad, la razón, las emociones y las capacidades sensoriales-perceptivas-cognitivas, además de las vocaciones y la virtud. Concretamente, la comprensión de un trastorno mental puede comenzar por observar primero su efecto o expresión en el cuerpo. Esto obviamente permite tratamientos médicos dirigidos a la intervención en el cuerpo, incluyendo el uso de medicamentos y dietas especiales. Estar encarnado significa que toda actividad mental tiene una base biológica y, por lo tanto, lo primero que hay que investigar con los pacientes es su estado corporal.

      El siguiente dominio importante que evaluar es la condición de las relaciones interpersonales de un cliente tanto en el pasado como en el presente. Aquí, la teoría y la investigación sobre el apego temprano se vuelven especialmente relevantes. Además, es necesario evaluar los vínculos adultos o las relaciones interpersonales de una persona para comprender adecuadamente su trastorno psicológico.

      La voluntad de la persona también se convierte en un aspecto central de evaluación del estado mental. La cualidad autodeterminante de la libre elección es tan central para la personalidad que deben evaluarse la fuerza, libertad y comprensión de la voluntad por parte del paciente. En particular, debe tenerse en cuenta cualquier restricción a la voluntad, como sucede en los comportamientos adictivos. La debilidad y las limitaciones de la voluntad producidas por el miedo y la ansiedad son aspectos adicionales que deben ser identificados. En resumen, ¿cuánta libertad en la voluntad y capacidad de agencia tiene la persona?

      Otra dimensión que evaluar es el estado de la razón de la persona. Entre los aspectos centrales de esa evaluación se incluyen la complejidad de las capacidades racionales (Piaget, 1952; Piaget e Inhelder, 1969), la capacidad para participar en un razonamiento moral (Kohlberg, 1981, 1984) y los tipos de patrones de pensamiento irracional que tan bien identificaron los terapeutas cognitivo-conductuales Beck y Ellis. Se trata de comprender las capacidades racionales de una persona y sus distorsiones. El enfoque católico integrado permite llevar a la terapia también el desarrollo de la razón y el conocimiento de la verdad y la bondad, no solo con respecto a uno mismo y a los demás, sino también con respecto a un conocimiento general de Dios y al amor como entrega de uno mismo.

      Las patologías de las emociones son, por supuesto, comunes, y la ansiedad y la depresión son las más obvias. En este aspecto, el Meta-Modelo Cristiano Católico reconoce muchas de las importantes contribuciones de los enfoques seculares existentes.

      Las patologías incluidas en el dominio sensorial-perceptivo-cognitivo suelen ser neurológicas, y este modelo no tiene nada especial que aportar aquí, salvo reconocer la importancia de este tema, especialmente en lo que respecta a la imaginación.

      ¿Es incapaz la persona de discernir sus llamadas o vocaciones, o existen bloqueos, como la incapacidad para establecer compromisos? Una característica adicional por evaluar es la presencia e intensidad de las principales virtudes en la personalidad del paciente. ¿Qué virtudes parecen estar casi ausentes? ¿Qué virtudes podrían reforzarse para ayudar a superar los problemas psicológicos? Algunos trastornos de la personalidad, por ejemplo, pueden conceptualizarse, al menos parcialmente, como relacionados con la ausencia de ciertas virtudes (por ejemplo, la falta de empatía y justicia en la personalidad antisocial).

      El aspecto final de la persona, que debe considerarse cuando se evalúa la naturaleza de un trastorno, queda implícito en la suposición católica de la existencia de la moralidad objetiva. En este caso, la posición católica es que algunos desórdenes mentales son consecuencia de la violación de la ley moral. Estos trastornos suelen ser de carácter sexual, por ejemplo, la promiscuidad. Sin embargo, el fracaso del amor comprometido con el cónyuge o el hijo y la ausencia de buenas obras realizadas por otros son también fracasos morales que pueden tener consecuencias psicológicas negativas. La posición católica es que la moralidad relevante a los


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