Enfermería y ciencias sociales: posibilidades para la formación profesional. María Victoria López López

Enfermería y ciencias sociales: posibilidades para la formación profesional - María Victoria López López


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hoy a desvelar sus verdaderos rostros […], no es ni diosa ni ídolo; tiende a confundirse cada vez más con la aventura humana de la que ha surgido” (p. 17). De manera que debemos descentralizarla para reconocer no solo sus aportes, sino también sus ocultamientos.

      Avanzar en este campo es una tarea en la cual se debe profundizar, pues romper con el culto exacerbado a la construcción de la ciencia ha sido el camino que ha permitido aceptar otras racionalidades, visibilizar y probar rutas distintas a la de la modernidad y la ciencia objetiva y reconocer el sujeto y la fuerza creadora de los grupos sociales como actores. Esta labor es pertinente tanto en las ciencias sociales como en otros campos, como la salud y, particularmente, la enfermería, desde donde se construyen realidades en medio de adversidades y esperanzas.

      Un referente epistemológico a tener en cuenta sobre la relación entre la enfermería y las ciencias sociales que permite, a su vez, cuestionarla, se encuentra en lo que sugieren Jarillo y Arroyave (1995). Para estos autores, la definición de las ciencias sociales, al igual que la de otras áreas del conocimiento, no es disciplinaria, sino que se trata de procesos cambiantes y del reconocimiento de que, aunque la fortaleza de la definición de las disciplinas y su coherencia interna son necesarias, no son suficientes, pues ellas se validan en la aplicación y definición de los objetos que actúan. En este sentido, es preciso decir que la salud no es originariamente del dominio de las ciencias sociales, sino que es una construcción que se asume en la búsqueda de explicaciones relacionadas con la naturaleza y las características del objeto de estudio; es por ello que, para estos autores, lo central en la reflexión sobre la relación entre las ciencias sociales y la salud es el objeto, el cual, como se señaló, rebasa el alcance de las disciplinas, que si bien contribuyen a su comprensión, no abarcan plenamente el problema.

      En este orden de ideas, para adentrarse en el análisis del objeto es necesario comprender que este se deconstruye y reconstruye, y que tiene singularidades enmarcadas en un contexto. Por ello, se precisa identificar los procesos que lo explican en su condición de único y, a través de las distintas disciplinas, contribuir con explicaciones que den cuenta de su complejidad y alcance. Es en esta búsqueda que cobra sentido e importancia reconocer la relación entre saberes.

      Lo señalado lleva a considerar que las relaciones entre las ciencias sociales y la salud dependen del tejido que se arma entre los saberes a la luz del paradigma dominante y los subordinados. Así pues, cuando se piensa, por ejemplo, en salud, y se actúa según ella, en el caso de necesitar evidenciar una enfermedad para poder tratarla y para que sea posible demostrar su presencia a través de indicadores de medición cuantitativa y verificación, lo procedente es seguir los cánones de la ciencia. Es desde esta perspectiva que los aportes de las ciencias exactas, las biológicas y las naturales son centrales, mientras que el lugar de las ciencias sociales es complementario, pues ayudan a hacer diagnósticos de necesidades de atención o a solucionar problemas inmediatos. En este marco, la salud se torna un asunto predominantemente procedimental y las ciencias sociales un instrumento práctico en el escenario de las técnicas de observación, entrevistas, encuestas o estudios etnográficos que incorporen las posibilidades de una relación de diálogo a partir de algunas variables socioeconómicas que permitan tener elementos de contexto.

      Ahora bien, si lo que se busca es comprender la salud como medio para la realización de la vida, se imponen diálogos interdisciplinares e interculturales que, como lo han sugerido algunos teóricos en salud colectiva como Saúl Franco (1993), requieren tener presentes no solo los saberes y las prácticas, sino también los significados y la visibilidad que tienen los sujetos implicados en el proceso vital humano, el de salud-enfermedad-muerte. A este proceso Canguilhem (1971) lo denominó “modos de andar por la vida”, para subrayar el carácter dinámico y cambiante de la relación salud-enfermedad, y para mostrar estos estados como formas históricas y biopsíquicas ancladas en el pasado y que, a su vez, prefiguran los futuros posibles. Es por ello que la reflexión sobre la vida no se orienta a un sujeto ideal, ubicado por fuera de la vida, sino a la vivencia subjetiva de la relación salud-enfermedad, al cuerpo subjetivo.

      La subjetividad en el campo de la enfermería se evidencia en que tiene en el centro de su objeto el cuidado de seres humanos portadores de saberes, angustias, dolores y derechos; se trata de una disciplina social y su vinculación con las ciencias sociales a través de los referentes que toma de la sociología, la psicología, la educación, la antropología, entre otras, aporta esencialmente a la comprensión de un cuidado que rebasa los alcances procedimentales, porque supone la comprensión del otro, sea el paciente, la familia o las comunidades, partes clave de las acciones de cuidado, como un proceso bidireccional que se configura en contextos de subjetividades, conocimientos y prácticas como concreciones de lo humano.

      Por lo anterior, es pertinente que en el campo de la salud se tengan en cuenta propuestas que, sin desconocer la validez de las ciencias básicas, incorporen las ciencias sociales a la base de su fundamentación epistemológica, teórica y metodológica. Sin embargo, se debe partir de la premisa de que la relación entre las ciencias sociales y la salud no es un asunto exclusivamente técnico, pues en enfermería es fundamental cualificar el cuidado como diálogo profesional entre campos de conocimiento, comunicación que parte tanto de la ciencia biomédica como de la comprensión de la subjetividad y sus diferentes expresiones.

      Decisiones metodológicas y sistema categorial

      La realización de esta investigación trajo consigo la pregunta por la postura epistemológica como uno de los criterios orientadores para una selección informada de la metodología pertinente, lo que exigió una actitud de ruptura o, como lo sugiere Bourdieu (2008), al menos un cuidado epistemológico. Este punto es importante porque, como parte del mundo social, el investigador, específicamente preocupado por un objeto de estudio en el cual está inmerso, debe afrontar problemas fundamentales, como la dificultad de ruptura con la experiencia propia y la restitución del conocimiento obtenido en dicho proceso. Llevar a cabo esta ruptura es destacable cuando se da tanto un exceso de proximidad con el objeto como un exceso de distancia, e implica analizar y describir los hechos y el conocimiento ordinario y el académico mediante procesos elegidos en la recolección y en la búsqueda de diferentes voces que deban ser representadas.

      Lo anterior obedece a que los efectos de la necesidad estructural del campo se cumplen a través de la contingencia aparente de las relaciones personales, vividas con simpatía o antipatía, fundadas en los encuentros, en las búsquedas de la afinidad de los habitus, en el rigor metodológico y en el respeto a los otros. Los sociólogos están siempre expuestos a ser llevados por la visión primera, efecto de la lectura interesada (intuición ordinaria) adherida a la anécdota y a detalles singulares, lectura parcial que orienta a una falsa comprensión fundada en la ignorancia de todo lo que significa el conocimiento científico o de la estructura del sistema explicativo. Acerca de la necesidad del primero, Bourdieu (2008) opina que:

      La explicación científica, que proporciona los medios de comprender […], es también la que permite transformar. Un conocimiento acrecentado de los medios que gobiernan el mundo intelectual […] debería enseñarle a situar sus responsabilidades allí donde se sitúan realmente sus libertades, y a rehusar obstinadamente las cobardías y los abandonos infinitesimales que le dejan toda su fuerza a la necesidad social (p. 15).

      En la búsqueda de este conocimiento científico quien construye un objeto de investigación de la realidad social se reconoce como parte de ella, factor que influye en su parcialidad, ya que se ubica en la posición del espacio estudiado, y es por ello necesaria la reconstrucción del proceso, no siempre completo en los inicios. Esto aplica tanto para revisiones documentales, las cuales crecen y llevan a que se amplíen las revisiones y los textos utilizados, como para los participantes, en la medida en que se clarifican sus características y la manera como se llega a la saturación. Dicho en palabras de Bourdieu (2008):

      Cuando la investigación tiene como objeto el universo mismo donde ella se lleva a cabo, los logros que procura pueden ser reinvertidos inmediatamente en el trabajo científico a título de instrumentos del conocimiento reflexivo de las condiciones y de los límites sociales de ese trabajo que es una de las armas principales de la vigilancia epistemológica (p. 28).

      Según esta perspectiva, en este caso en que la universidad es ese objeto de


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