Lo que nos trajo el Covid-19. Mª Gema González
Los días pasan y no nos desatascamos en la UCI, dicen que están mejorando las cosas, pero aquí no nos ha llegado aún, y no sabemos si nos llegará…
El turno ha sido duro, salgo cansada, respiro algo de aire al salir a la calle, a pesar de la mascarilla, “mañana será un día mejor, seguro”, eso me digo cada noche al salir del hospital. Me despido de una compañera que coge el bus para irse al hotel que han habilitado para sanitarios. No quiere estar en casa para no contagiar a sus padres, ese es otro de nuestros miedos, nuestras familias, no queremos ser un caballo de Troya en casa.
En casa es peor, agotada, toda la ropa a la lavadora, y directa a la ducha. En silencio mentalmente repasas el día, qué has hecho, qué podías haber hecho. Mi sensación es que no hacemos nada, sólo les damos soporte hasta que ellos mismos pasan la enfermedad. Pero sé que no es así, es que no podemos hacer nada más.
Capítulo 5
Una iniciativa solidaria
Acabo de salir de trabajar, las 22:30 de la noche ya nunca salimos a nuestra hora, estoy rendida, ha sido una tarde muy movida. Ceno y me tumbo un ratito en el sillón a ver la televisión. Me suena el teléfono, un mensajito. ¡Anda, una propuesta chula!
Una doctora de otro hospital nos anima a crear un correo, así la gente, desde sus casas, puede enviar cartas de animo a los pacientes.
Ni me lo pienso dos veces, me parece una buena idea, así los pobres se animarán un poquito y se distraerán un rato de todo. Manos a la obra, con la ayuda de las compañeras y de mis hijos creamos la carta de presentación del correo.
¡Nos ha quedado muy chula!
Solo hace falta subirla a la red, para que todo el mundo se entere y nos lleguen cartas. No estoy segura de cómo va a salir esto, ni de la respuesta de la gente, bueno ya veremos por lo menos lo hemos intentado.
Me está empezando a entrar el sueño, después de este día súper excitante en todos los sentidos, miro la hora y… las dos, ¡mierda! que tarde es y mañana trabajo.
Bueno la curiosidad me puede, tengo que mirar si nos han llegado cartas, ¡NO ME LO PUEDO CREER YA TENEMOS 50 CARTAS! GENIAL.
Estoy acelerada, eufórica, haber quien duerme ahora.
A la mañana siguiente el número de cartas fue en aumento, y a media mañana, tenía casi 300 cartas. Junto con mi hija nos pusimos a organizarlas e imprimirlas, ese día me lleve al hospital unas 116 cartas que distribuimos por todo el hospital.
Lo mejor la cara de los pacientes, fue una noche de las más emotivas que hemos pasado tanto yo como mis compañeras. Los pacientes se emocionaban leyendo las cartas y nosotros con ellos, a los que no podían leer por ellos mismos, por diversas razones se las leíamos nosotras, con mucha dificultad todo hay que decirlo, entre el empaño de las gafas y que estábamos tan emocionadas como ellos, para leer una carta estábamos tres.
Sería más de media noche, cuando nos damos cuenta de que una de mis compañeras no estaba, ¿dónde se habrá metido?, la llamamos para ver si necesitaba algo, nos responde que no.
Minutos más tarde aparece con las gafas súper empañadas, y nos dice: que estaba leyéndole cartas a una paciente que no se podía dormir, como si fuera los cuentos de los niños antes de dormir, pero a una abuelita, sin embargo, lo ha tenido que dejar, porque se había pillado la llantina del siglo, entre las gafas empañadas por la respiración y la llantina no veía nada.
Cuando tuvimos un ratito libre y todos estaban durmiendo y tranquilos aprovechamos para meternos en la página, y seguir clasificando respondiendo una por una todas esas cartas, e imprimiendo para el día siguiente. En seguida nos dimos cuenta que íbamos a necesitar ayuda para poder responder a tantas cartas, pero si este bicho a sacado algo bueno, es la solidaridad de la gente, al día siguiente ya tenía voluntarios para clasificarlas, responder e imprimir cartas.
La iniciativa ha sido todo un éxito, nos llegan cartas de todas partes, de personas de todas las edades, incluso de las prisiones, tanto los pacientes como nosotros estamos encantados, de haber vivido esta pequeña experiencia, que ha hecho tanto bien, no solo a nosotros o a los pacientes, yo creo que a todo el mundo en general, que ha encontrado una manera de hablar con alguien y contar lo que siente.
JUNTOS SOMOS EQUIPO
MUCHAS GRACIAS POR LAS CARTAS DE PARTE DE TODO EL EQUIPO DE ENFERMERÍA.
Capítulo 6
El alta
Ya llevamos varios días a tope, el cansancio va haciendo mella en nosotros, no dormimos mucho, la ansiedad, la situación nos hace que estemos más tensos que de costumbre, y sobre todo muy sensibles, cualquier cosa aunque parezca insignificante nos hace saltar las lágrimas.
Hoy es un día como otro cualquiera, salgo de casa y me dirijo al hospital, por el camino notas la soledad de las calles, ese silencio que se palpa en el ambiente, alguna persona a lo lejos paseando a su mascota, un coche de policía haciendo ronda para que nadie se salte el confinamiento, y tú con la música puesta en el coche continuas hasta llegar al trabajo.
Te cambias y te diriges a la planta, allí están tus compañeros, raro el que no tiene marcada toda la cara por las gafas, la mascarilla y las orejas doloridas y enrojecidas, averiguas que parte de la planta vas a llevar y coges el parte.
Bueno vamos a ver qué tal se nos da la tarde, lo primero que hago después de recoger el parte es preparar lo que voy a necesitar y preparar las cartas para los pacientes, hoy me han llegado un montón, las reparto por las plantas y me quedo las suficientes para mi planta.
Estoy sorprendida de la cantidad de cartas con mensajes de ánimo que recibimos, jamás pensé que íbamos a recibir tantas, y es que el llamamiento ha volado y recibimos cartas de otras comunidades e incluso de fuera de España.
Serán las cuatro de la tarde aproximadamente cuando aparece por el pasillo la doctora, llamándonos. Chicas, chicas, que voy a dar de alta al matrimonio de la 81, viene ilusionada y todo, será porque, aunque siempre es agradable darle el alta a un paciente, en estos momentos la alegría es máxima.
Todas dejamos lo que estamos haciendo en ese momento y nos colocamos en fila junto a la doctora para despedir a ese matrimonio con aplausos, porqué han luchado como jabatos. Es un momento muy emotivo para todos, los pelos se te ponen de punta, ver cómo se van los pacientes a su casa, ver sus ojos y saber que desde hoy ven la vida de otra manera no hay palabras para describirlo.
Pero no todas las veces tenemos tanta suerte, en este caso resulta que nos fallece un paciente, pero a pesar de ello, te quedas con que, aunque no tiene a sus familiares al lado, se marchó escuchando las palabras de sus familiares, de la voz de una compañera que un rato antes le ha leído una carta destinada a él en concreto, como si estuviera esperando ese momento para poder marcharse tranquilo.
De alguna manera el poder leerles las cartas ya sean para ellos en concreto o de gente anónima te reconforta, y te hace vivir esto de otra manera, tanto a ellos como a nosotros, sacar cinco minutitos para darles un poco de charleta, porque los pobres están muy aburridos, y te lo dicen, muchas gracias por este ratito.
Entre el miedo al virus, el que no respiran bien, la fiebre, el malestar general, que parece que les han metido una paliza, un ratito de charla, una carta y sobre todo el haber ganado la batalla al virus, cuando se van de alta. Por todo esto se han ganado un aplauso en toda regla y así se lo hacemos saber
Todo esto hace que te sientas bien y ahora en este momento eso es el impulso que necesitas para seguir y que no te cueste venir a trabajar. Cada alta de un paciente es un logro para ellos y para nosotros