Arquitecturas que hablan. Alejandro Mendo Gutiérrez
DE MÉXICO
Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.
Un ejemplo tardío de esta tendencia es el cine Cuauhtémoc, ubicado todavía hoy en el centro histórico de la ciudad de Guadalajara, México, el cual se planteó dentro del novísimo género de las salas de cine —como espacios ad hoc para la exhibición cinematográfica—, pero haciendo alarde de temas autóctonos en fachadas e interiores (véase figura 2.5). A pesar de exhaustivas investigaciones sobre sus antecedentes, se desconoce la información básica de cuándo se construyó y por quién (Martínez Lizárraga, citado en Martínez, 2016), no obstante, Olga Becerra Mercado (2005, p.70) informa que la obra se debe a Prudencio Guerrero, quien en la primera década del siglo XX trasformó en cine un improvisado teatro anterior decorándolo con motivos neoindigenistas.
Este establecimiento responde internamente a las necesidades propias de todo local teatral con un vestíbulo, taquilla, sala, sanitarios y cuarto de proyección, es decir, se trata de un conjunto que responde estructuralmente a la arquitectura convencional de conformación morfo–funcional contemporánea. En la fachada y en muros interiores es donde se ubican los elementos decorativos que le proporcionan su carácter neoindigenista, y estos son, en su mayoría, bajorrelieves alusivos a las culturas mexica y maya que se complementan con frisos engrecados, remates ornamentales y antepechos mixtilíneos.
FIGURA 2.5 CINE CUAUHTÉMOC, GUADALAJARA
Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.
En la capital jalisciense, en realidad, son pocas las edificaciones que pueden considerarse manifestaciones neoindigenistas además del Cine Cuauhtémoc. A continuación se documentan tres viviendas de influencia prehispánica que se conocen y que son objeto de este trabajo.
TRES VIVIENDAS POPULARES NEOINDIGENISTAS TAPATÍAS
La delimitación espacial del centro histórico de Guadalajara ha variado en extensión últimamente, pero sea cual fuere su perímetro original, concentra una gran cantidad de inmuebles catalogados como patrimonio edificado. En lo que puede considerarse su Segunda Corona —antes conocida como Perímetro B— se localizan tres casas habitación ornamentadas con elementos decorativos de la corriente estilística neoindigenista. En las siguientes páginas se describen estas viviendas enfocando sus motivos escultóricos intentando una interpretación iconográfica de sus componentes formales.
Conjunto habitacional–comercial en el barrio de El Refugio
Hacia el poniente del tradicional barrio de El Santuario de Guadalupe se ubica el jardín de El Refugio, y a una cuadra de este, hacia el norte, se levanta un modesto conjunto de viviendas y local comercial marcado con los números 740, 742 y 746 de la calle Juan Álvarez, así como el 502 y 506 de la calle Mezquitán. El edificio ocupa la esquina noreste del cruce de ambas rúas y tiene dos niveles de altura. Se trata de un inmueble de uso mixto que en la planta baja alberga un establecimiento de alimentos, pero que en el piso superior contiene tres departamentos habitados.
No se cuenta con información precisa de su fecha de construcción ni sobre su autor, pero sí puede afirmarse que el conjunto concuerda con la tipología arquitectónica del modernismo funcionalista correspondiente a la época posrevolucionaria de la cuarta década del siglo XX, ya que se prioriza el principio de utilidad uniformando todos los elementos constructivos como vanos, herrería o acabados, y se impone una edificación austera que evidencia al exterior las crujías interiores mediante pilastras en cada entre–eje estructural para levantar muros desnudos con apenas esbozados marcos alrededor de las ventanas. En este sentido, el inmueble revela una paradójica contradicción, pues si bien los muros exteriores se han despojado de componentes ornamentales, sí se eligió aprovechar el ochave de la esquina como fachada principal para ubicar ahí un panel decorativo con la máscara de Chac, el numen maya de la lluvia (véase figura 2.6).
Este mascarón neoindigenista está elaborado en argamasa con base en arcilla, cal y agua que permitió modelar los detalles escultóricos. La composición de la figura incluye los principales rasgos identitarios mayas del rostro de Chac visto de frente, como son la nariz ganchuda, los ojos circulados por anteojeras, la llamada bigotera y la boca con colmillos. Por el planteamiento del panel, se denota un regular conocimiento iconográfico de los códigos expresivos de la cultura maya peninsular, en especial del estilo Puuc del periodo clásico, y no cabe duda que se trasmite con facilidad la filiación de la faz ahí plasmada. Al efecto, el artífice manejó cierta abstracción modernizante recurriendo a formas geométricas algo rígidas, pero logró recrear con resultados convincentes, mediante círculos, cilindros, grecas y pliegues achurados, una interpretación neófita del conocido semblante del sobrenatural ser de la cosmovisión maya.
FIGURA 2.6 MASCARÓN DE CHAC, BARRIO DE EL REFUGIO
Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.
Con los años se ha deteriorado parcialmente el panel y el mascarón de Chac perdió su ojo izquierdo por completo, además, se alteró la solución iconográfica del tocado de la máscara en el remate superior del ochave, por lo que el panel ya no puede apreciarse en su integridad original.
Casa habitación en el barrio de Santa Teresita
En los límites entre los barrios de Santa Teresita y El Refugio, se desarrolló desde principios del siglo XX una cantidad de viviendas populares que aún subsisten conservando todavía su vocación habitacional. A una cuadra hacia el poniente de la avenida Enrique Díaz de León (antes Munguía), entre las calles Garibaldi y Joaquín Angulo, se localiza el predio Frías número 345 sobre el que se edificó una modesta casa habitación con decoración neoindigenista. El contexto urbano inmediato corresponde con el uso habitacional y, a lo largo de esa cuadra, pueden identificarse otras tres viviendas edificadas con elementos eclécticos del art déco. El inmueble de nuestro interés ya no desempeña funciones domésticas y parece servir como establecimiento comercial.
FIGURA 2.7 MASCARÓN DE CHAC, BARRIO DE SANTA TERESITA
Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.
Esta vivienda ostenta un llamativo y bien conservado mascarón de Chac ornamentando la fachada de la construcción (véase figura 2.7). La edificación es de un solo nivel y su frente está recubierto casi totalmente de ladrillo de arcilla cocida aparente. En la parte superior de la puerta y arriba de la única ventana, se adosaron elementos decorativos con iconografía maya. Coronando el pretil, se alza un par de remates geométricos sencillos a manera de tocado, pero igualmente atrayentes por su impacto visual para el conjunto.
Es de notarse que el refinamiento iconográfico es ligeramente mejor logrado en esta obra pues se detallaron más delicadamente los componentes del mascarón. Por ejemplo, sobre la sencilla, pero prominente nariz de Chac, sobresale el llamado entrecejo que Paul Gendrop reconoce como elemento representativo del arte maya clásico (1983, p.91). En el mismo tenor, surge con fuerza la mandíbula inferior dotada de tres filas de colmillos a ambos lados de una insólita lengua extraña para el bagaje estilístico pan–maya. Hay que apuntar el creativo tratamiento de los párpados que, arriba y debajo, adornan con grecas mixtilíneas el contorno del globo ocular. A su vez, separando los ojos respecto del maxilar superior, una franja de rectángulos y motivos grecados divide la composición en dos hemisferios.
Cerramos esta descripción señalando que un detalle menor acrecienta la calidad estética de este tablero neoindigenista. Nos referimos al dintel ornamental de la puerta que está decorado con un pequeño y escueto mascarón de Chac —a manera de