La música que agrada a Dios. Daniel Oscar Plenc
continuó tras la victoria. “Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová” (20:28). Joiada siguió las disposiciones de David, y hubo cánticos mientras se ofrecían los holocaustos (23:18).
Ezequías restableció el culto en el templo siguiendo los mandatos de David; designó levitas con címbalos, salterios y arpas y sacerdotes con trompetas. Hubo cánticos y se tocaron los instrumentos de David (29:25-30; véase 1 Crón. 23:5; Amós 6:5). En la celebración de la Pascua, cantaron con instrumentos resonantes (2 Crón. 30:21; véase 5:12, 13; 1 Crón. 15:28). Otro tanto ocurrió durante la Pascua celebrada por Josías, cuando los cantores estuvieron en su puesto (2 Crón. 35:15).
Esdras dio testimonio de que luego del exilio los cantores siguieron ocupando un lugar en la religiosidad hebrea, puesto que se llevó la cuenta de ellos (Esd. 2:41, 65, 70). Estos cantores eran “una clase especial de levitas”, representantes de la familia de Asaf,24 a los que se eximió del pago de impuestos (7:7, 24).25
La edificación del segundo Templo fue acompañada por música. “Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová [...]” (3:10, 11).
Las trompetas convocaban al pueblo para la defensa en tiempos de Nehemías (Neh. 4:18, 20). En esas circunstancias especiales, los cantores y los levitas sumaron, a su profesión, la vigilancia del Templo (7:1, 44, 66). El ministerio de los cantores se menciona junto con el de los sacerdotes, los levitas y los porteros (7:73; 10:28).26 Los oficiantes del Templo tomaron su ministerio con seriedad: “[...] y los cantores; y no abandonaremos la casa de nuestro Dios” (10:39). Actuaban según un cronograma ordenado: “[...] de los hijos de Asaf, cantores, sobre la casa de la casa de Dios. Porque había mandamiento del rey acerca de ellos, y distribución para los cantores para cada día” (11:22, 23).27
Los libros poéticos
Como es de esperar en este género, algunas alusiones a la música son metafóricas; aunque existen genuinas expresiones de alabanza y adoración. Se mencionan varios instrumentos, y múltiples canciones sagradas y seculares.
Hay esporádicas alusiones a la música en el libro de Job. Se habla de canción (Job 3:7) y tamboril (17:6). Menciona juntos tamboril, cítara y flauta (21:12); es decir, los tres tipos de instrumentos musicales: percusión, cuerda y viento.28 También, aparecen juntos el arpa y la flauta (30:31), trompeta y clarines (39:24, 25). Se dice también que alaban las estrellas del alba (38:6, 7).
Los Salmos formaban un himnario para el pueblo de Dios en los tiempos bíblicos.29 Lilianne Doukhan piensa que los Salmos son un modelo para la música de adoración. De ellos extrae los principios de centro de atención, motivación y excelencia.30 Estos hablan mucho de alabar y cantar.31 El sentido de la música vocal e instrumental, a veces, es intercambiable, porque “cantar” (hebreo zamar, raíz del sustantivo mizmor, “salmo”) significa tanto “cantar” como “tocar un instrumento”.32
Se mencionan instrumentos musicales que acompañaban el canto en variadas combinaciones: arpa, salterio y decacordio (Sal 33:2, 3; 92:1-3); a veces, se menciona solamente el arpa (43:4; 49:4; 137:1-4), la trompeta (47:5-7) o los panderos (68:25). Suelen aparecer juntos salterio y arpa (57:7-9; 71:22, 23; 108:1-3);33 pandero, arpa, salterio y trompeta (81:1-3). Otras combinaciones son: arpa, trompetas y bocina (98:4-6); salterio y decacordio (144:9); pandero y arpa (149:3); y una larga enumeración de bocina, salterio, arpa, cuerdas, flautas y címbalos (150:3-5).
El libro de los Proverbios hace referencia al canto en dos oportunidades (Prov. 25:20; 29:6), en contextos extralitúrgicos. Eclesiastés reduce la idea de la música al ámbito de la vanidad del mundo. Dice que, entre otros placeres, Salomón se rodeó de cantores y de instrumentos musicales: “[...] me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música” (Ecl. 2:8).34 Afirma que ciertas canciones se originan en la necedad: “Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios” (7:5). El mismo título del libro, Cantar de los cantares, el cual es de Salomón (Cant 1:1) tiene connotaciones poéticas y musicales, aunque su contenido no se dirige a la música religiosa, sino a su expresión romántica. Dice que hay tiempo para cantar: “El tiempo de la canción ha venido” (2:12).
Los libros proféticos
En estos documentos se hallan cánticos, y se mencionan instrumentos musicales en ambientes tanto seculares como sagrados. Se habla de arpas o liras, vihuelas, tamboriles, flautas dobles, trompetas, cítaras, bocinas, salterios y zampoña. Hay cánticos de rameras, de lagareros y de jóvenes, endechas y cantos de amores.
Algunos mensajes de Isaías tenían formas poéticas y musicales.35 Tal es el caso del cántico del viñatero y de la viña: “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña” (Isa. 5:1). Además, el profeta describe banquetes seculares e impíos, acompañados con música. “Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos” (5:12). Algo similar es la descripción que Amós hace de las orgías acompañadas con música (Amós 6:5, 6). Su empleo, en este contexto, es degradante y perverso.36 La música estaba aliada, a veces, al orgullo: “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas [...]” (Isa. 14:11). Es claro que la música podía ser instrumento de seducción y sensualidad: “[...] cantará Tiro canción como de ramera. Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que seas recordada” (23:15, 16). Tiro seduciría a los comerciantes como una ramera que toca la lira y que canta para atraer a los desprevenidos.37
Se alude en forma recurrente, en los profetas, a las trompetas, las bocinas y los cuernos, que convocaban y llamaban la atención, y se usaban como pregón de guerra o alarma por parte de los atalayas (Isa. 18:3; 58:1; Jer. 4:5, 19, 21; 6:17; 42:14; 51:27; Eze. 33:3-6; Ose. 5:8; 8:1; Joel 2:1, 15; Amós 2:2; 3:6; Sof. 1:16). En el momento culminante de la intervención divina, “[...] Jehová el Señor tocará trompeta” (Zac. 9:14).38
En Jeremías, reaparece el cántico en un contexto de alabanza: “Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos” (20:13). Otro símil profético es la canción, o el grito, de los lagareros.39 Dios haría escuchar su voz: “Canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra” (25:30). Los de Moab “no pisarán con canción; la canción no será canción” (48:33). También, habla de panderos o tamborcitos de mano (31:4).
Se cuenta, en Lamentaciones, que los enemigos del profeta tomaban sus palabras como una canción (3:63). En la descripción de la aflicción del pueblo, dice Jeremías que “los jóvenes dejaron sus canciones” (5:14).
La profecía de Ezequiel contra Tiro anticipa la interrupción de su música. “Y haré cesar el estrépito de tus canciones, y no se oirá más el son de tus cítaras” (26:13). Sobre el rey de Tiro, dice: “los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación” (28:13).40 Se compara al profeta con un cantor al que no escuchan: “Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra” (33:32). Ezequiel vio que en el Templo “estaban las cámaras de los cantores [...]” (40:44).
El libro de Daniel describe la música empleada por el rey pagano Nabucodonosor. El monarca de Babilonia dispuso de una orquesta, para la dedicación de la estatua de oro que había erigido como objeto de adoración. La gente debía postrarse y adorar, “[...] al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio,