La experiencia del tiempo. Ricardo Gibu Shimabukuro

La experiencia del tiempo - Ricardo Gibu Shimabukuro


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como un desenlace necesario para toda la vida; es consustancial a la vida misma.

      En este punto de la argumentación es prudente asumir que el morir implica la pérdida del mundo que constituimos, debido a que el cuerpo, el cual me vincula con el mundo, ha dejado de ser la base de mi subjetividad, ahora es un cadáver. Pensar la muerte desde la fenomenología clama investigar el nexo entre la subjetividad trascendental y su forma de autoasumirse como un hombre de carne y hueso que habita el mundo. Dicha existencia está enmarcada por los límites de la experiencia del sujeto trascendental; el nacer y el morir del ser humano. Husserl ahonda, teniendo en mente esta óptica, en el fenómeno del sueño, el despertar y el dormir sin poder recordar que se soñó, en pos de identificar puntos en los que la aprehensión de la conciencia de las vivencias es interrumpida o impedida. Es necesario plantear que esta paralización de la conciencia puede ser entendida o bien como la suspensión de la vida del sujeto empírico o en contraposición del sujeto trascendental. ¿Es acaso tan siquiera imaginable que el yo trascendental pueda representar una interrupción de su vida de conciencia?

      La experiencia del morir, vista desde una posición hipotética del sujeto trascendental, deberá ser constituida como el final inmediato del instante del presente viviente; la posibilidad de representar dicho final deberá mostrar su irreparable singularidad, es decir, no puede asumirse como una vivencia más (Husserl, 2006: 96). La propia muerte al ser presenciada por el yo trascendental se asumiría como el final de la captación de datos de sensación, así como los de sus posibles protenciones y retenciones; de forma precisa, es la irrupción concreta del flujo de la vida de conciencia. El sujeto trascendental daría testimonio del fin de su propio flujo de conciencia (97).

      La posibilidad de ahondar en la muerte del sujeto trascendental debe ser asumida como un absurdo, pues implica que la conclusión del flujo de las vivencias tendría que ser constituida por el mismo flujo del instante del presente viviente que se asumiría asimismo como una cancelación de su propia condición que le permite constituir al mundo, a saber, la protencionalidad de las vivencias. La protención de las vivencias afirma un continuo devenir de la vida de conciencia que se encuentra a la espera de que algo más acontezca; es parte fundamental del flujo de la conciencia (96-97).

      ¿Es posible asumir que el sujeto trascendental pueda experimentar un sentido de finitud paralelo al sentido de finitud que la muerte le otorga al sujeto empírico? Husserl ofrece un análisis de esta cuestión en los textos de 1929-1934, en los cuales se elabora una posibilidad de ahondar en una conceptualización de la muerte para el sujeto trascendental. Se asume como una pérdida de la corporalidad que conlleva una pérdida del mundo sensible y de los caracteres de naturaleza hylética de los objetos. La pérdida del cuerpo implica la pérdida del mundo para el yo trascendental.

      El sujeto trascendental se hace consciente de su muerte únicamente cuando ha logrado constituir, en un primer momento, el mundo objetivo e intersubjetivo. Sin este primer paso no sería posible ahondar en el fenómeno de la muerte desde una postura trascendental. Ahora bien, partiendo del concepto paralelo a la muerte, la pérdida del cuerpo, esta se asumiría como el final de toda posible experiencia que tiene su génesis en la experimentación del mundo por parte del cuerpo vivido y el yo, lo cual implicaría la pérdida de la realidad empírica (Abgehobenheit).

      Las fases inactuales de la retención vislumbran una posible idea de la finitud del sujeto trascendental, en tanto que se conciban estas fases inactuales como un fin posible de aquello que es. Al tomar estas fases en este sentido, sería posible, mediante un juicio analógico, representar la finalidad factible del sujeto; no obstante, será necesario hacer uso de la fantasía para pensar un dejar de ser parcial y también pasar por alto que cada retención trae consigo la noción de identidad del yo que tuvo esa vivencia. Esta hipótesis puede servir de apoyo en el estudio de los temas límite de la fenomenología. En cada retención el yo del pasado es identificable con el yo del presente viviente por medio del recuerdo que le confiere su sentido de pasado, tanto a la vivencia como al sujeto que experimentó esa vivencia. Aquello que aconteció ya no forma parte del instante del ahora, es retenido como algo que ya ha pasado. Hablo del tomar este acontecer en pasado y pensarlo como un dejar de ser del yo que captó esa vivencia; resaltando de forma precisa la noción de finitud en este. El dejar de ser del sujeto que captó la vivencia es paralelo a la noción de finitud parcial, que ya fue anteriormente mencionada; se trata de pensar la finitud del sujeto como una versión de mí que ha dejado de ser.

      La pregunta por la constitución temporal de las vivencias lleva al planteamiento de la propia temporalidad de la propia conciencia. El ahondar en la temporalidad de la conciencia supone un análisis detenido y cuidado de los niveles constituyentes de la conciencia que no pueden ser objetivados; la propia temporalidad de la conciencia encuadra sus límites y la posibilidad de ahondar en sus vivencias (Vecino, 2018: 77). El saberse finito toma como punto de partida la duración de los caracteres inmanentes de las vivencias, pero no puede posicionarse sobre el flujo de conciencia


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