Relatos Breves. Augusto Nobile

Relatos Breves - Augusto Nobile


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las referencias tecnológicas y culturales (filosofía, religión, ciencia, historia, literatura) sirven de anclaje temático a los relatos o procuran visos de veracidad a los mismos. Dichas referencias se hacen sin ampulosidad, lo que denota una voluntad de acercamiento a una variada audiencia.

      Por su economía narrativa, lenguaje llano, humor, imaginación, y temática personal y socialmente comprometida, los cuentos de Relatos Breves prometen una lectura amena.

      Isabel Borrás

      Índice de contenido

       Portada

       Créditos

       Agradecimiento

       Prólogo

       Índice

       Texteando

       La Danza

       ¡Se mueve!

       Desechados

       El pacto

       Un atraco

       La búsqueda

       Gorgias bis

       El sendero

       Paraíso P25

       En blanco

       La cita

       El dedo

       Avería

       Notas

       Sinopsis

      TEXTEANDO

      Texteaba, texteaba, texteaba. Ella texteaba por la mañana, por la tarde, por la noche. Idealmente textearía 24 horas al día, todos los días. Lamentablemente, por razones biológicas, a veces necesitaba dormir. También necesitaba alimento, pero eso no era un obstáculo pues seguía texteando mientras comía. A veces salía para hacer algunas diligencias inevitables, pero en esos casos continuaba texteando mientras caminaba, conducía, o compraba.

      Texteaba a todo el mundo: amigos (de carne y hueso o virtuales), conocidos (o desconocidos), compañías (grandes o pequeñas), e instituciones (de cualquier índole).

      Esa tarde estaba en su cuarto texteando con especial brío. Estaba tan concentrada en su actividad que no prestó atención a los ruidos de afuera, ni siquiera a las sirenas. No notó que la temperatura subía. Ignoró el humo que viciaba el aire del lugar.

      No reaccionó, seguía texteando. Después de un rato, sofocada por el humo, se desvaneció..

      A pesar de sus esfuerzos, lo único que pudieron hacer los bomberos fue evitar que el incendio se propagara a otras viviendas. El edificio fue pasto de las llamas. Las pérdidas materiales y humanas fueron totales.

      LA DANZA

      La construcción del muro fronterizo había empezado hacía cuatro semanas y transcurría normalmente, hasta que la música se enseñoreó del lugar.

      Al principio la música sonaba en un solo lugar, en zona desértica. Era un ritmo antiguo, pasado de moda, como un vals popular del siglo XIX, o algo por el estilo. Algunos afirmaban que se trataba de "Sobre las olas", aunque esto no pudo ser confirmado.

      La pieza musical tuvo sorprendentes efectos. Los trabajadores de la construcción sucumbieron a su hechizo casi inmediatamente y, abandonando sus tareas, se pusieron a bailar. Peones, operadores de grúas, camioneros, conductores de niveladoras…, todos danzaban siguiendo perfectamente el ritmo lento y acompasado. Capataces e ingenieros, a pesar de su aparente resistencia inicial, se dejaron igualmente atrapar por la magia sonora.

      Más tarde el ritmo cambió, aunque no se sabe precisamente cuando pues nadie miraba el reloj. Ahora se escuchaba un jarabe vivaz y los movimientos de los bailarines se volvieron rápidos y enérgicos.

      La música provenía del otro lado de la frontera, pero ¿cómo y dónde era producida? ¿era música grabada, o en vivo? Si había una banda u orquesta tocando del otro lado no se la veía, porque la ocultaba la porción construida del muro.

      Al anochecer, se escuchaban ininterrumpidamente muchos y variados aires musicales (rancheras, mariachi, trova yucateca, marimbas istmeñas, huapangos, bambas, tamborazos, sones jarochos, e incluso boleros). El efecto era siempre el mismo, los presentes no podían dejar de bailar. Al cabo de unas horas los danzarines estaban exhaustos, algunos caían por el suelo, agotados y aún desmayados. Los que no habían perdido el conocimiento, después de un rato de descanso, se unían a los que seguían bailando. La atracción de la música era irresistible.

      Alertados del "incidente", miembros de una patrulla fronteriza que estaba en las inmediaciones se acercó para investigar e intervenir, si fuera necesario. Pero ellos también casi en seguida, abandonando sus vehículos, armas y equipos electrónicos, se unieron a la danza.

      Enteradas de lo ocurrido, las autoridades inicialmente supusieron que aquello era algo aislado y transitorio. Pero descubrieron que se equivocaban cuando, a las pocas horas, cual alarmante vendaval, empezaron a llegarles similares informes de frenesí danzante en otros puntos de la construcción.

      La primera reacción de los oficiales gubernamentales fue enviar inspectores apoyados por policías y guardias fronterizos, listos para arrestar rebeldes empecinados si fuera necesario. Pero esto no dio resultado. Les pasó lo mismo que a los guardias del primer sitio: les sedujo la música y se unieron al pandemonio danzante.

      Dos días más tarde, quedó claro que la situación estaba totalmente fuera de control. Las fuerzas del orden utilizadas no podían sustraerse al delirio imperante. A lo largo de toda la frontera había frenéticos bailes, mayormente de hombres, pero también había mujeres, miembros de las cuadrillas de la construcción, o de las unidades enviadas para restablecer el orden.

      Al menos un gobernador intentó arreglar las cosas mediante su intervención personal directa, pero no tuvo éxito, pues rápidamente se unió al baile. Ante tal fracaso, algunos consejeros presidenciales dijeron que habría que recurrir a medidas más drásticas.

      ¿Qué podría hacerse? ¿bombardear a los revoltosos? y si se tomaba esta decisión, ¿cómo hacerlo? Usar aviones era peligroso, no se podía estar seguro de que los pilotos evitaran el embrujo danzante. Si a pesar de la altura cayeran en él, podrían hacer cosas horribles con sus poderosas


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