Varón como te veo. Ana Graciela García
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ANA GRACIELA GARCÍA
Varón como te veo
García, Ana Graciela
Varón como te veo / Ana Graciela García. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.
150 p. ; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-87-1679-4
1. Narrativa Argentina. I. Título.
CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Dedicado a la memoria de Anna,
mi madre quien me alentó y acompañó siempre
y hoy sigue haciéndolo desde el cielo.
TE AMO MI CIELITA
Agradecimientos
Agradezco a AGUSTIN, mi padre quien hoy sostiene y mantiene firme la familia.
A todos y cada uno de los miembros de mi familia, a mis seres amados que llenan mi corazón.
También te agradezco a vos, a vos y a vos que aunque no nos conocemos
seguramente te vas a encontrar reflejada / o en alguno de estos textos.
Y a Dios principalmente, sin cuyo amor y misericordia nada hubiera sido posible.
BETHESDA
SAN JUAN 5 (1 AL 7)
*
1 Algún tiempo después, se celebraba una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
2 Había allí, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque rodeado de cinco pórticos, cuyo nombre en arameo era Betzatá .
3 En esos pórticos se hallaban tendidos muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos.
4 Entre ellos se encontraba un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años.
5 Cuando Jesús lo vio allí, tirado en el suelo, y se enteró de que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó:¿Quieres quedar sano?
6 Señor – respondió-, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua, y cuando trato de hacerlo, otro se mete antes.
7 Levántate, recoge tu camilla y anda – le contestó Jesús.
En esta oportunidad, mi deseo es contarles como esta palabra tocó mi vida. Desde muy joven comencé a trabajar y a estudiar, estaba firmemente enfocada en progresar y obtener logros económicos, ya que provengo de una familia de clase media, en la que nunca nos faltó un techo sobre nuestras cabezas, pan sobre nuestra mesa y vestido en nuestros cuerpos, pero el hecho de que no nos faltara, se debió pura y exclusivamente al esfuerzo y al trabajo que realizaban mis padres. Papá AGUSTIN, segunda generación de ferroviarios, que siempre amó con el alma su trabajo y que hasta el día de hoy es reconocido como un gran trabajador, por su capacidad, su dedicación, esmero, responsabilidad y porque fue con sus compañeros ese ser de corazón abierto que nunca se guardó nada y que todos sus conocimientos los enseñó, los transmitió con orgullo y total desinterés. Su frase es “FERROVIARIO SE NACE”, LOS RIELES SE LLEVAN EN LA SANGRE, y de esto doy fe, porque seguro que esos genes de rieles los heredó mi hermano menor, que sigue sus pasos y que cada vez que se encuentran, es un placer oírlos hablar con tanto orgullo de su trabajo. Y de Mi mamá ANA, una hermosa ucranianita, con unos ojos tan buenos y bellos, verde esmeralda ellos, que es imposible dejar de mirarla, compañera incansable de mi padre, que hacía rendir en gran forma su sueldo y que lo ayudaba cosiendo para afuera, es una GRAN MODISTA, de las de antes. Lo que siempre vi de ellos fue trabajo y esfuerzo, nunca se achicaron ante una dificultad y las tuvieron de todos los colores y no obstante ello cultivaron la práctica de la honestidad y el valor del BUEN NOMBRE, como la más valiosa joya, y saben qué?, creo que tanto mis hermanos como yo, somos las personas más ricas del planeta, porque gracias a lo que ellos nos inculcaron, aunque parezca o suene soberbio de mi parte, somos buenas personas, con sentimientos íntegros. Al crecer en esta familia y con estos valores, siempre tuve el objetivo de trabajar para poder ayudar yo también, ya que soy la mayor de sus hijos. De más está aclarar que nunca quisieron aceptar mi ayuda, su mayor interés era que pudiera estudiar y alcanzar mis metas. Así fueron transcurriendo los años sin tiempo ocioso y luchando a brazo partido para poder avanzar unos pocos centímetros hacia mi meta. No obstante ello, Marta, mi mejor amiga, quien ya conocía a nuestro Señor Jesucristo y a nuestro Padre Celestial, me invitaba y me llevaba a presenciar distintos cultos, hermosa reuniones, a las que asistía gustosa porque la acompañaba, pero en esos momentos no pude ver, ni sentir a mi lado a nuestro Señor Jesucristo, tal como le ocurrió al paralítico de Bethesda, él estaba junto a mí, ofreciéndome su ayuda, queriendo darme su bendición y yo tenía mi corazón blindado, mis oídos sordos y mis ojos cerrados, NO ME DÍ CUENTA QUE ME QUERÍA BENDECIR “. Tal como le preguntó al paralítico, quieres ser sano ? y este le contestó- Señor NO tengo a nadie que me meta en el estanque. Nuestro Señor Jesucristo estaba a su lado y le estaba preguntando si quería que su milagro fuera hecho, que el milagro que él tanto anhelaba y venía buscando desde hacía 38 años se hiciera realidad, fuera cumplido y llegara a su vida esa GRAN BENDICIÓN . Mientras esto ocurría él estaba pendiente de la fuente, de la bendición proveniente de allí, del milagro proveniente de allí, enfocó toda su atención, esperanza y fe en ello y ni por un segundo pensó en alguna forma de acercarse a la fuente, allí fijaba su atención y su aflicción, su imposibilidad, ello no le dejaba ver otra oportunidad. No podía más que continuar lamentándose de su propia imposibilidad. NO puedo, NO llego, NO tengo, sigo esperando, pero casi sin esperanzas, casi sin esperar, pero aun así su fe lo llevó a aguardar 38 años. Así como me pasó a mí, cuantas veces, muchos de nosotros habremos tenido a nuestro Señor Jesucristo, a nuestro amado Jesús al lado nuestro y no sentimos, no advertimos su presencia. Muchas veces no escuchamos las señales o la voz de nuestro Padre Celestial, porque estamos absortos en los avatares de la vida diaria, por circunstancias difíciles que nos toca vivir, por presiones, por situaciones incómodas en nuestro trabajo, en nuestra familia, por estar enfocados en amarguras, en rencor, en ofensas, sin darnos cuenta que perdemos o invertimos mal nuestro tiempo y nuestra vida, dedicándonos a sostener amarguras sin sentido y llenar nuestro corazón de heridas, en vez de emplear el tiempo para orar y entrar en comunión con Dios, sanando las heridas de nuestro corazón y permitiendo que el Señor, nuestro Padre Celestial habite en él. Nuestro Padre siempre quiere escucharnos y siempre quiere hacer ese milagro por el cual pedimos y cuya concreción cambiaría nuestras vidas para siempre. La enseñanza que nos deja esta palabra es que el milagro no siempre llega del modo como lo esperamos, nuestro Padre puede llevarnos a alcanzar ese milagro por distintos caminos. Cuantas veces nosotros también vivimos lamentándonos por nuestras dificultades, en vez de afirmar cada vez más nuestra fe, nuestro amor a Dios y creer en sus promesas, en vez de priorizar nuestros problemas, porque no pensamos y soñamos en grande, pedimos por medio de la oración y buscamos alcanzar nuestra comunión con Dios