Envejecer en el siglo XXI. Leonardo Palacios Sánchez
refleja trayectorias, transiciones y hechos determinantes que cambian los desenlaces de las historias de vida y le otorgan una perspectiva particular al envejecimiento. Es una aproximación con la cual les damos también un contexto epidemiológico a los antecedentes y trayectorias, así como vinculamos una perspectiva sociocultural a su interpretación.
Por lo tanto, si bien la mirada demográfica nos plantea una aproximación vertical y nos orienta en la magnitud de la situación, no se debe perder la perspectiva que los desenlaces de las poblaciones constituyen una respuesta a su curso de vida y a los efectos acumulativos de exposición, políticas económicas y cultura, en la cual las personas pasaron su trayectoria de vida (Corna, 2013). El enfoque de curso de vida es una aproximación que permite una comprensión de la salud y el envejecimiento, y especialmente le da una dimensión especial a la salud y bienestar (Alwin, 2012). El proceso de envejecimiento se ha convertido en un amplio tema de estudio, ya que contiene variedad de intereses que abarcan desde la adaptación a nuevas situaciones en el curso de vida o la relación entre abuelos y nietos, una de cuyas vertientes es la de los intercambios intergeneracionales; también, por las perspectivas económicas en el marco de la protección social, los derechos de los ancianos o las económicas, dentro de la estrategia denominada economía plateada.5
Alwin (2012), para explicar el curso de vida, revisó los conceptos a través de un recorrido que inicia entre los años 1950-1970 hasta el presente e identificó cinco tendencias en las definiciones, así: a) curso de vida como tiempo o años; b) curso de vida como estadios de la vida, ciclos de vida; c) curso de vida como evento, transiciones y trayectorias; d) curso de vida como expectativa de vida y desarrollo, y e) curso de vida como influencias y acumulaciones con desenlaces al final, en la vida adulta. Desde la psicología, también se encuentran artículos que analizan la psicología social del envejecimiento como una interrelación con la psicología del desarrollo y que dan una perspectiva al transcurso de vida con aportes de varios psicólogos (Dulcey-Ruiz, 2010).
Elementos para el enfoque de curso de vida
En el desarrollo del curso de vida, el sociólogo estadounidense Glen Elder propuso tres conceptos básicos o ejes organizadores del análisis del curso de vida y cinco principios fundamentales para su comprensión. Estos criterios permiten comprender al individuo en un continuo y no en etapas fijas; además, tales criterios se utilizan para el estudio del envejecimiento (Blanco, 2011). Los conceptos básicos son:
1) Trayectoria longitudinal en el recorrido del envejecimiento: hace referencia a la secuencia de acontecimientos que se desarrollan en diferentes ámbitos y que se van relacionado unos con otros y con individuos como son los miembros de la familia. Se identifica como trayectorias.
2) Transiciones: cambios en la trayectoria que modifican la condición inicial; no son fijas ni predeterminadas, pero modifican la trayectoria longitudinal. Son transiciones individuales o familiares. Son cambios que tienen probabilidad de ocurrir, como el ingresar al sistema educativo o al mercado laboral, el matrimonio, entre otros. Estos cambios corresponden a un sistema de posibilidades relacionados con la edad. En las transiciones el individuo puede asumir nuevos roles y adquirir derechos y obligaciones nuevas. Las transiciones están contenidas dentro de las trayectorias.
3) Turning point: eventos determinantes, cambios bruscos que modifican un estado, discontinuidad en la trayectoria de vida, que implican cambios significativos que pueden ser favorables o desfavorables, no predeterminados y hacen que se pierda continuidad en la trayectoria. La muerte de un familiar, el nacimiento de un hijo o una enfermedad pueden cambiar la trayectoria del individuo.
Los principios organizadores para el análisis del curso de vida que han propuesto diversos autores son:
1) Perspectiva a largo plazo en el curso de vida: va desde el nacimiento hasta la muerte. Aquí se considera que la investigación debe tener criterios de largo plazo; es suponer que para la interpretación de un evento o etapa se debe conectar con aquello que sucedió antes, entendiendo cambios sociales y desarrollos individuales en el trayecto de vida.
2) Tiempo y lugar: hace referencia a los contextos en los cuales se va modelando el curso de vida; estos son momentos históricos y lugares específicos en los que cada persona ha estado desarrollando su trayectoria de vida. Estos contextos han sido compartidos con personas que se han expuesto a situaciones similares, de maneras diferentes y con distinciones por género, estrato social o económico, educativo y etnia. Es la relación individuo y sociedad.
3) Tiempo: momento en el que se presenta un evento; su relación con la trayectoria de otras personas. No es igual la muerte de los padres en la infancia que en la edad adulta, o el tener que sepultar a un hijo adulto o menor de edad. Esto constituye acumulaciones positivas o negativas en el curso de vida.
4) Interrelaciones de las trayectorias individuales: que se cruzan con las de otros individuos, incluidos de otras generaciones, con la perspectiva intergeneracional.
5) Libre albedrío: concepto de agencia. Los individuos construyen su curso de vida, ejercen decisiones en el marco de múltiples oportunidades y limitaciones. Esta condición individual va a tener restricciones relacionadas con situaciones históricas y sociales (Blanco, 2011; Corna 2013).
Esta perspectiva nos permite establecer diferencias con el concepto de ciclo de vida, el cual se relaciona con la secuencia de etapas de los seres vivos en su desarrollo desde las etapas iniciales hasta la madurez. Son un conjunto de eventos irreversibles, de maduración y que se reproducen en las generaciones. Incorpora una dimensión más biológica que el concepto de curso de vida (Alwin, 2012). No equivale a los grupos etarios, ni implica una perspectiva sin conexión; incluye las etapas del desarrollo y las interacciones propias de cada ciclo. Es una mirada transversal a las etapas del desarrollo.
Curso de vida y perspectiva epidemiológica
Los modelos de curso de vida, desde la perspectiva epidemiológica, han servido para el seguimiento de efectos acumulativos, que tratan de explicar cómo las condiciones, desde la gestación, pasando por la infancia y la adolescencia, hasta la adultez temprana y tardía, suman diferentes exposiciones a factores de riesgo que pueden ser de tipo social, ambiental, económico y que se manifestarán en diferentes momentos como eventos en salud, especialmente para las enfermedades crónicas, muchos de ellos en el marco de inequidades en salud (Corna, 2013). El estar expuesto tempranamente a factores de riesgo puede no tener una manifestación inmediata y expresarse tardíamente con desenlaces en detrimento de la salud de las personas mayores, a través de una mirada más amplia del curso de vida.
Este modelo etiológico de las enfermedades crónicas es una dimensión más extensa a los factores de riesgo y conlleva relacionar eventos que ocurren en los inicios de la vida que se conectan con los desenlaces al llegar a la adultez (Alwin 2012). Corresponde, entonces, a un elemento de interpretación sobre la acumulación o apalancamiento de situaciones que incluyen las inequidades en salud, lo cual permite buscar explicaciones a las desigualdades que persisten a lo largo de la vida y que se pueden mantener o modificar e, incluso, desaparecer, cuando las personas llegan a la vejez. Son ejemplos de esta situación la realidad de desprotección social bajo la cual se encuentra cerca del 30 % de la población adulta mayor (Corna, 2013).
Cambios demográficos internacionales y nacionales
Durante los últimos tres siglos, la dinámica poblacional ha cambiado alrededor del mundo. Gracias a los avances tecnológicos y científicos se ha podido aumentar la esperanza de vida, lo que tiene un impacto directo en los patrones de morbimortalidad de la población mundial. La disminución tanto de la tasa de mortalidad como de la de fecundidad son dos de los factores que se han visto principalmente relacionados con la transición hacia una demografía acelerada; sin embargo, no se pueden dejar de lado los cambios en la estructura sociocultural (Organización Mundial de la Salud, 2015).
La estructura piramidal del crecimiento poblacional fue una imagen que sobrepasó los límites del ámbito demográfico mundial para caracterizar todas las variaciones