La cosecha. Eduardo C. Fernández

La cosecha - Eduardo C. Fernández


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hispana”96, es solo recientemente, con la llegada de teólogos hispanos como Virgilio Elizondo, Allan Deck y María Pilar Aquino, que se están escuchando estas voces en el ámbito de la erudición teológica97.

      La Academia de Teólogos Católicos Hispanos de Estados Unidos [Academy of Catholic Hispanic Theologians of the United States, ACHTUS] se formó en 1989 y ya está desempeñando un importante papel en el desarrollo de esta teología local naciente. Lo que es interesante notar acerca de este grupo de teólogos hispanos es que por lo menos una cuarta parte de los mismos son mujeres, un número importante es laico y casi todos participan activamente en un área de la pastoral.

      Un reto abierto

      El examen de los católicos hispanos en la Iglesia estadounidense nos ha llevado por una breve historia que reveló una presencia tanto antigua como nueva, y por un análisis social que nos ha dibujado la imagen de una población joven, generalmente pobre y no educada, muy necesitada de la asistencia de la Iglesia y, aun así, como lo ha subrayado la reflexión teológica, un pueblo que no carece de innumerables dones sociales y religiosos. De hecho, la evidencia para desacreditar el modelo de la clase marginada urbana como se ha aplicado a los latinos en Estados Unidos exige el desarrollo de nuevos paradigmas, que tomen en cuenta su espiritualidad o su mundo de significado en relación con lo sagrado. La religión muy probablemente puede representar un factor unificador para las comunidades latinas tremendamente diversas.

      Una vez más, tiene la oportunidad de ser una Iglesia de los pobres, de los pobres que ya se encuentran dentro de sus diócesis. ¿Les dará la bienvenida y los considerará como una bendición y no como un problema a resolver, o solo como otro grupo étnico que deberá ser asimilado? La pregunta queda abierta. Ahora volvemos a una reseña más detallada de la historia de la teología hispana en Estados Unidos; una teología que toma en cuenta no solamente el sufrimiento, sino también la gracia infinita de Dios. En las palabras de la Carta de Pablo a los Hebreos: “Porque la tierra, que a menudo absorbe la lluvia caída sobre ella y produce frutos de bendición para el que la cultiva, recibirá las bendiciones de Dios” (Heb 6, 7).

      Notas:


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