Sumido en las sombras. Marcelo García

Sumido en las sombras - Marcelo García


Скачать книгу
sigue desarrollando como potencia, y más después de diezmar a China. –Mis conocimientos de política exterior podían rivalizar con cualquiera que quisiera confrontarme.

      —China fue una prueba de su nuevo poderío. Tienen importantes inversores, y su nuevo líder es un idiota machista del siglo XIII. –Dio una importante pitada mientras llamaba a otro de sus asesores.

      —No subestime a Igor Kashinsky, es un asesino de reputación en lo que alguna vez fue la KGB –le dije mientras hacía algunas anotaciones en mi agenda. Le indiqué a Romina que comenzara con un boceto con las repercusiones de este conflicto y cuidara con mucho detalle las palabras de este incidente. Más allá de incursiones, aún no se comentaba de bajas o de ataques inminentes. Seguramente escalaría en las próximas horas, pero la cautela nunca estaba de más.

      —Actualízate, kiddo. –Era una extraña abreviatura de moda con la que hablaba a los que consideraba más inexpertos que uno, algo despectivo, pero no me despertaba ningún sentimiento distinto al de curiosidad–. Yo no hablaba de Igor. –Michelle me miraba develando alguna de sus cartas.

      —¿A qué te refieres? –Esbocé mi mejor cara de sorpresa. Le gustaba robar protagonismo y no se lo iba a quitar si me iba a brindar algo de información.

      —Según mis fuentes en el Kremlin, Igor está muy enfermo. Pregúntate por qué a un hombre que ama más su propia cara que a su gente no sale a mostrar su poderío como lo hizo cientos de veces.

      —Tengo entendido que tuvo una importante rebelión en su gobierno, pero que había limitado sus apariciones para mantenerse fuera de los focos. Entiendo que sus fobias le están jugando una mala pasada.

      —¡Ja! Eres libre de creer en eso si lo prefieres. Anota este nombre Miloj Vulsevich. Ahora si me disculpan tengo asuntos que atender, nos veremos en el búnker de campaña cuando estén dando el escrutinio. –Dio otra pitada y salió de la habitación.

      Michelle era una mujer que sabía demasiado, pero no estaba dispuesta a brindarnos esa información a menos que nuestra campaña sufriera o ella se viera perjudicada de alguna manera. Siendo nuestra aliada aún debíamos preocuparnos por las repercusiones que generaba dentro de nuestro partido. Tenía esa extraña sensación de que no era una jugadora de equipo.

      Aún Romina de pie trabajaba en un boceto sobre las palabras que diría al salir de la charla, debíamos esquivar el tema lo mayor posible hasta que la votación del jueves estuviese cerrada. Mencionar un tema tan delicado como la guerra en una zona donde un simple fósforo puede quemar una nación entera debía tomarse con todo el respeto que le merece.

      Joseph se encontraba respondiendo las preguntas que los estudiantes le hacían cuando uno de ellos hizo la pregunta que desató todos los acontecimientos que marcaron el porvenir de esta joven nación.

      Un chico que no superaba los veintitantos años, de un pulóver bastante pulcro, pero de los años ochenta, se paró con micrófono en mano.

      —¿Cómo piensa defender esta nación si los iraníes nos atacan a través de Iraq?

      El silencio en la sala se hizo evidente, las cámaras que allí cubrían el evento se despabilaron y todas ellas alumbraron al interlocutor que no tenía toda la información disponible.

      “Maldita 4G”, pensé por mis adentros.

      Romina le empezó a hacer señas para que evadiera la pregunta a como diera lugar, no era el momento atinado para responder semejante bomba. Mucho menos si no estaba al tanto de los últimos sucesos.

      El candidato a presidente que estaba parado en medio de la sala se dirigió a un banquillo que tenía en un rincón y tomó un vaso de agua, imaginé que preparaba de una manera elegante la respuesta. Lejos de ser así su respuesta fue inesperada y lamentablemente mal interpretada:

      —Los iraníes no tendrían oportunidad alguna frente a nuestro preparado ejército, pero no deberíamos defendernos aquí, sino ganarles en su territorio. No podemos dejar que destruyan, en dicho caso, todo lo que logramos construir.

      Nos agarramos la cabeza, lo que él pensaba en teoría estaba ocurriendo en estos momentos. La sala comenzó a murmurar mientras Joseph nos miraba a nosotros buscando alguna explicación.

      Había caído en la trampa que seguramente Best había implementado en tan corto tiempo, jamás olvidaría la sonrisa de aquel joven que se jactaba de haber puesto a uno de los candidatos contra las cuerdas.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4RaJRXhpZgAATU0AKgAAAAgABwESAAMAAAABAAEAAAEaAAUAAAABAAAAYgEbAAUAAAABAAAA agEoAAMAAAABAAIAAAExAAIAAAAfAAAAcgEyAAIAAAAUAAAAkYdpAAQAAAABAAAAqAAAANQALcbA AAAnEAAtxsAAACcQQWRvYmUgUGhvdG9zaG9wIDIxLjEgKFdpbmRvd3MpADIwMjA6MDg6MTQgMTM6 MjE6NDgAAAAAAAOgAQADAAAAAQABAACgAgAEAAAAAQAACF+gAwAEAAAAAQAAC7gAAAAAAAAABgED AAMAAAABAAYAAAEaAAUAAAABAAABIgEbAAUAAAABAAABKgEoAAMAAAABAAIAAAIBAAQAAAABAAAB MgICAAQAAAABAAAVTwAAAAAAAABIAAAAAQAAAEgAAAAB/9j/7QAMQWRvYmVfQ00AAf/uAA5BZG9i ZQBkgAAAAAH/2wCEAAwICAgJCAwJCQwRCwoLERUPDAwPFRgTExUTExgRDAwMDAwMEQwMDAwMDAwM DAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwBDQsLDQ4NEA4OEBQODg4UFA4ODg4UEQwMDAwMEREMDAwMDAwR DAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDP/AABEIAKAAcgMBIgACEQEDEQH/3QAEAAj/xAE/ AAABBQEBAQEBAQAAAAAAAAADAAECBAUGBwgJCgsBAAEFAQEBAQEBAAAAAAAAAAEAAgMEBQYHCAkK CxAAAQQBAwIEAgUHBggFAwwzAQACEQMEIRIxBUFRYRMicYEyBhSRobFCIyQVUsFiMzRygtFDByWS U/Dh8WNzNRaisoMmRJNUZEXCo3Q2F9JV4mXys4TD03Xj80YnlKSFtJXE1OT0pbXF1eX1VmZ2hpam tsbW5vY3R1dnd4eXp7fH1+f3EQACAgECBAQDBAUGBwcGBTUBAAIRAyExEgRBUWFxIhMFMoGRFKGx QiPBUtHwMyRi4XKCkkNTFWNzNPElBhaisoMHJjXC0kSTVKMXZEVVNnRl4vKzhMPTdePzRpSkhbSV xNTk9KW1xdXl9VZmdoaWprbG1ub2JzdHV2d3h5ent

Скачать книгу