La escritura del sueño. Olga González de Molina
y la obra, entre todos los elementos de sus pensamientos uniéndose en un todo, obra, cuadro o escultura.
Luego de la muerte de su padre en 1896, Freud se dedicó a un intenso trabajo sobre su propio pasado, que lo llevó a descubrir el inconsciente y a escribir “La interpretación de los sueños”. Simultáneamente, debuta su colección arqueológica, anhelo inspirado en su visita a Charcot.
La Traumdeutung freudiana nos presenta la historia de un enigma a descifrar, central para el psicoanálisis en relación de una producción del inconsciente de cuya materialidad no queda más que la virtualidad de la imagen.
Del trabajo del sueño, que es la conformación de imágenes, a la elaboración supuesta de un sentido plasmado en la imagen a descifrar; aún así, el sueño sigue siendo un enigma.
La aventura freudiana, estudiando el laberinto de signos que presentaba la exuberancia de sueños, encuentra en la escritura jeroglífica una posible representación para explicar el fenómeno de su escritura peculiar. Paradoja freudiana, salir de un laberinto imaginario, para entrar, sin guía posible, en el señalamiento simbólico que nombra. Pero precisamente por eso es engañoso, porque al nombrar instala un concepto, casi podríamos pensar que instala un saber, sin embargo, es por eso que no descifra lo cifrado en el sueño, porque con el lenguaje no se alcanza el sentido a descifrar, justamente porque está allí ocupando el lugar mismo del sentido, mientras que en lo cifrado será preciso ver el goce. Los límites de la interpretación encuentran allí su nudo gordiano.
La arqueología como metáfora del trabajo psicoanalítico está presente desde sus inicios. Acaso son las construcciones que el hombre fue creando y conservando, como testigos mudos, intentos de llegar a decir de l’Unerkannt que lo constituye como origen.
Lacan abordó los límites de lo simbólico para decir de l’Unerkannt cuando ya disponía del concepto de goce y cuando verificó que, aún interpretada, la insistencia de la iteración dejaba al goce en el mismo lugar. Es así que el concepto con el que Freud pensaba el síntoma y el goce a él adherido se circunscribía a la repetición. En la relación entre lo imaginario y lo simbólico faltaba algo, que Lacan adelanta con una invención cuando llega, ya en sus últimos seminarios, a pensar que, si bien en psicoanálisis se trata de escritura, se hace necesario considerar de qué escritura se trata, cuáles son los lugares discursivos que la hacen factible de pasar a la palabra para acceder a una interpretación posible.
Con Freud ya se había demostrado que no alcanzaba con la lógica binaria para cernir el goce y llegar al fin de una cura. La dimensión de lo real fue la invención lacaniana que permitió una operación inédita entre lo real, lo simbólico y lo imaginario, con los diferentes campos que se abren entre las tres consistencias anudadas.
La nodalidad admite una nueva lectura del proceso onírico, que es algo más que solo un sueño, porque es la función generatriz misma de lo imaginario.
A la imagen plasmada en el sueño responde un cuerpo vivo con la resonancia de la interpretación, es lo que hace posible la lectura del sueño y su interpretación, porque el sueño mismo anuda allí la virtualidad de su escritura.
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Los escritos que presentamos aquí comenzaron a forjarse un año atrás cuando iniciamos un proyecto, quizás algo complejo al comienzo, problemático a la vez en cuanto a organización, porque nos constituimos en cárteles ampliados para abordar a lo largo del año una investigación sobre el tema propuesto por la Asociación Mundial de Psicoanálisis para el año 2020: El sueño, su interpretación y su uso en la cura lacaniana.
Los temas que sirvieron de empuje para realizar una construcción teórica sobre la interpretación de los sueños en Freud están presentes en las conclusiones a las que cada miembro logró llegar.
El resultado de esa experiencia fueron dieciocho escritos sobre el sueño, producto de los miembros de los cárteles que desearon presentar y que ofrecemos aquí a la lectura. La comisión editorial organizó lo trabajado en seis bloques temáticos de acuerdo a lo abordado hasta el momento de volcarlos al libro. Cada apartado se ocupa de más de un tema.
La amable presentación del artículo de Hebe Tizio, “El sueño es una pesadilla moderada”, publicado en El psicoanálisis nº 33, fue un aporte central que enriqueció nuestro trabajo.
Rosa Apartin, Catalina Bordón, Silvia García, Graciela Gerratán, Olga González de Molina (compiladora), Carlos Jurado, Claudia Levit, Esmeralda Miras, Silvia Mislian, María Laura Novello Artel, Verónica Pagola, Nora Piotte, Mirta Raquel Prilik, José Luis Rodríguez, Adriana Tyrkiel, Marta Vespoli, Norma Villella, Diego Zerba.
Resonancias teóricas
“Se había podido percibir que el sueño tenía un sentido, que podía leerse algo en él, pero jamás que el sueño habla…”.
Jacques Lacan, Seminario 3, Las psicosis
Sutilezas del sueño: entre deseo y goce
Catalina Bordón
La palabra “sutileza” la toma J.-A. Miller de un artículo de Freud, llamado “La sutileza de un acto fallido”, (1) de 1933. Se trata de un lapsus calami de Freud que lo conduce a encontrar diferentes capas de sentido hasta dar con la causa del error en la escritura.
La palabra sutileza también representa la perspicacia, la argucia o astucia, y también el instinto y la intuición. Y algo más que nos conducirá a la última enseñanza: el destello, o como diría E. Laurent: El relámpago, que en tanto relámpago del parlêtre, es el acontecimiento de cuerpo que marca el cuerpo como “hierro vivo”. (2)
Lapsus, acto fallido, síntoma y sueños, son todas formaciones del inconsciente que funcionan con igual estructura. Es como dice J.-A. Miller en su Curso Piezas sueltas, son los bordados en torno a lo real, y el modo de “Hacer pasar el goce […] a la contabilidad”. (3)
Aventurarnos en pensar esa contabilidad en su equivocidad nos dará ciertas pistas para seguir investigando la incidencia del sueño en la clínica psicoanalítica. Contabilidad: lo que es posible de ser contado, ya sea por el lado de la cifra, ya sea por el relato (contar, narrar). Sin embargo, según su definición, la contabilidad es una disciplina que estudia, mide y analiza el patrimonio y situación económica de una organización que presenta la información en forma sistematizada. Es decir, que lo que se extrae de allí es un análisis, pero también una sistematización de dichas operatorias. Decir contabilidad, es lo mismo que decir la estructura, la gramática y el lenguaje. Todas ellas que quedan del lado de las elucubraciones de saber, es decir, del inconsciente. Término este último diferente a lo real fuera de sentido. Orientarnos por este real hace a la diferencia entre psicoanálisis y psicoterapia.
Por lo tanto, en un recorte de esta investigación es que intentaré abarcar la perspectiva que va del significante para ser leído, por un lado, y la letra, por el otro. Es decir, del pasaje que va del sueño como la vía regia de esas elucubraciones de saber (defensa del inconsciente) frente al goce, a un real que se da a ver como un relámpago, un puro destello fuera de sentido, o lo que podemos decir como esa sutileza del sueño que arma un “entre” el deseo y el goce. “Entre centro y ausencia, entre saber y goce…”, ese litoral que vira a un literal en el mismo instante. (4)
El sueño freudiano
Tomaré como referencia de la amplia obra freudiana, el capítulo V del texto “Compendio del psicoanálisis”, (5) que Freud comienza a escribir en el año 1938, en Londres, titulado: “La interpretación de los sueños como modelo ilustrativo”.
Allí Freud, nos deja claro que le interesa abordar los estados de conflicto y rebelión, más que los estados normales, ya que es en ese punto que el ello inconsciente irrumpe en el yo y la conciencia, y cómo el yo se defiende contra dicha irrupción. Nos explica que hay sueños que proceden del ello y hay sueños que proceden del yo, pero ambos participan del mismo mecanismo, la “elaboración onírica”, siendo el proceso que convierte a las ideas latentes del sueño en contenido onírico manifiesto.
Dicha