La escritura del sueño. Olga González de Molina

La escritura del sueño - Olga González de Molina


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un agujero en el tejido de las representaciones del sujeto, ya que ante todo es trauma. El cuerpo no alcanza a inscribir todo el goce, hay un exceso del mismo que es disfuncional en relación al cuerpo. “El cuerpo es por tanto superficie de inscripción en defecto respecto al trauma del goce, pero como consistencia mental, se imagina como un lugar al que no le falta nada”. (11)

      Laurent define al cuerpo como el lugar donde se experimenta el goce de la palabra, esto se relaciona con el acento que Lacan pone en el “tener un cuerpo” sostenido a su vez por una “creencia”. El hombre dice que tiene un cuerpo, su cuerpo. Es este decir lo que posibilita el pasaje de el cuerpo a su cuerpo, que lo posee como un mueble. En el estadio del espejo es el padre quien sostiene como garante la identificación imaginaria con el cuerpo. Pero desde esta nueva perspectiva, a diferencia de lo anterior, el cuerpo es otorgado por un decir primero del parlêtre que apunta al tener y no al ser.

      Lacan dice: “de LOM tiene un cuerpo”, en un nivel en el que no hay yo, anterior a la relación con la vista. En “Radiofonía”, sitúa este punto mediante el objeto a como incorporal que funda lo corporal: El cuerpo como resultante del impacto del decir.

      Es en lo que atañe al cuerpo hablante donde podemos señalar que las cadenas significantes, descifrables a la manera freudiana, a la vez están conectadas al cuerpo y están hechas de sustancia gozante. Los objetos a son tomados del cuerpo, y el goce para el que trabaja el inconsciente se extrae en el cuerpo. Se establece una distinción entre el sujeto del inconsciente que está representado por un significante ante otro significante, y por otro lado el cuerpo como producto del decir.

      Laurent cita a Lacan en “Lituratierra”, especificando los dos aspectos en la función de la letra: la letra en tanto que hace agujero y la letra que constituye objeto a en tanto desplazamiento del deseo entre las líneas del significante, metonimia que corre. Letra que hace agujero no es instrumento para la transcripción de la palabra ni una impresión a la manera del “Block maravilloso” de Freud, sino que se trata de la escritura como vehículo de lo que circula entre las líneas de lo dicho, no pronunciado. La letra es litoral entre saber y goce, designa al borde que separa a la letra a, del saber S2. Esta nueva escritura no tiene representación, tan solo viene a indicar el agujero sin imagen y fuera de sentido, en cuyos bordes vendrán a engancharse representaciones hechas de un mixto de imaginario y de simbólico. Los significantes se enganchan por la dit-mensión: mención/mansión del dicho; mension-mensionge: el dicho no es forzosamente verdadero.

      Miller dice que la unidad ya no es más del orden del significante, sino del orden de la imagen, lo que significa que esta última aparece como un real. La pulsión aún es un acuerdo entre el significante y el cuerpo, puesto que se la puede incluso evocar como resonancia.

      En Freud surge la angustia ante la exigencia pulsional, como el afecto primario que el sujeto percibe como propio, pero experimenta como extraño. “Es el afecto de la extimidad de algo íntimo y exterior a la vez”.

      Tenemos las migraciones de la libido y luego su concentración en zonas erógenas, un cuerpo deslibidinizado pero que en ciertas zonas del cuerpo estaría la libido concentrada en su representación. Lacan lo va a entender en tanto el Otro como lugar vaciado de goce y en “Radiofonía” va a decir que el primer Otro fue el cuerpo.

      En los dibujos de los primitivos sobre el cuerpo, éste aparece como primera superficie de inscripción para extraer goce mediante las letras corporales. En ese desierto de goce quedarían las zonas erógenas de Freud, o el objeto a de Lacan, como oasis de goce en el cuerpo. Siempre queda un resto, ya que el significante fálico no termina con todo el goce, ni equivale a la relación sexual. De esta manera alude a la no relación sexual. El objeto a surge como un modo de captar el goce en el campo del Otro, pero tampoco lo hace de manera adecuada, es un semblante.

      Lacan dice en este mismo Seminario, El sinthome, que uno tiene su cuerpo, pero no lo es. El verbo tener posibilita la expresión de poder relacionarse con el propio cuerpo como algo ajeno. Pero la idea de sí mismo como cuerpo tiene un peso, y eso es lo que se llama ego. Y si al ego se lo llama narcisista es porque hay algo que sostiene al cuerpo como imagen.

      Lacan dice que la adoración es la única relación que el parlêtre tiene con su cuerpo, más que cuando este adora otro, otro cuerpo.

      Encuentro con lo real

      A propósito de las epifanías en Joyce, Lacan las define como la consecuencia de un error de escritura en el nudo, y que en este aspecto el inconsciente está ligado a lo real. La epifanía hace que gracias a la falta se anuden inconsciente y real.

      Lo


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