La escritura del sueño. Olga González de Molina
sinthome es la macrounidad y la une-bevue la microunidad, “En relación con la macrounidad que es el sinthome, la une-bévue es una microunidad que, si seguimos la primera clase de L´insu que sait, incluye el acto fallido, el chiste e incluso el sueño”. (20)
Así planteado, el sueño se comprende dentro de la una equivocación, como un lapsus, un equívoco, fuera de sentido, algo que resuena, un efecto de poesía.
Miller cita a Lacan, donde dice en el Seminario 24 que: “Recurrimos entonces a lo imaginario para hacernos una idea de lo real […] Imaginar lo real”. (21)
¿Este imaginar lo real, cómo opera en el sueño?
Hay una primacía de lo imaginario en la ultimísima enseñanza de Lacan, cuando lo imaginario está incluido en lo simbólico; sería lo que Lacan llama: lo simbólicamente imaginario, que hace deslizar nuestras elucubraciones hacia el fantasma, la poesía y el delirio. Lacan va a oponer a esto “el imaginar lo real”, donde lo imaginario está incluido en lo real, y se podría llamar lo realmente imaginario. (22)
En la respuesta a Ritter, Lacan dice que el ombligo del sueño es un agujero, algo que es el límite del análisis y esto tiene algo que ver con lo real. “Efectivamente es un ombligo particular, el de su madre, aquel al que alguien a fin de cuentas se encontró pendido, reproduciéndolo, si puede decirse, por la sección para él del cordón umbilical. Es evidente que no es al de su madre que está pendido, sino a su placenta”. Y agrega: “Es por el hecho de haber nacido de ese vientre y no de otra parte, que cierto ser hablante, o incluso lo que por el momento llamo, lo que designo con el nombre de parlêtre, lo que resulta ser otra designación del inconsciente, es por haber nacido de un ser que lo deseó o no lo deseó, pero ya solo por ese hecho lo sitúa de un cierto modo en el lenguaje, que un parlêtre resulta excluido de su propio origen, y la audacia de Freud es decir que tiene en alguna parte la marca en el sueño mismo”. El sujeto por su producción imaginativa conserva la marca de un punto donde no hay nada que hacer, es el punto de donde sale el hilo, pero ese punto está cerrado y en su lugar adviene el estigma que está en el sueño mismo. (23)
Hay algo que se resume en una cicatriz, en un sitio del cuerpo que hace nudo. Y ese nudo es indicable no en su mismo lugar, sino que se encuentra ahí mismo, el desplazamiento ligado a la función y al campo de la palabra. En el campo de la palabra, hay algo imposible de reconocer. El Un designa la imposibilidad, el límite. Unerkannt es lo imposible de reconocer. Acá Lacan está hablando de inconsciente, pero inconsciente real.
“La pulsión de muerte es lo real, en la medida en que solo se lo puede pensar como imposible… este impensable es la muerte, cuyo fundamento en lo real implica que no puede ser pensada”. (24)
Lo unerkant es lo imposible de reconocer, incluso en la noción de lo reprimido primordial no pone el acento sobre esta función de imposibilidad, es como una negación redoblada. Me parece que aquí podríamos ubicar aquello del sueño que es intraducible. No hay nada más a extraer de ello, es lo que Freud designa como ombligo del sueño. No se comprende nada más, eso designa una analogía con lo real pulsional de Ritter. Lacan en su respuesta dice: “…soy el que lo hace análogo. Allí es donde se designa el límite por el cual lo simbólico se encuentra finalmente repercutido, que haya algo que, en lo decible, sea comparable por metáfora a lo que es de la pulsión”.
Es ahí donde la pulsión se “opacifica” completamente y se identifica a otra cosa, el lugar de la esencia del nudo. Está anudado en lo simbólico bajo la forma de un cierre, no ya un orificio. Ante esta analogía entre nudo y orificio es que el pensamiento se detiene, un orificio que se cerró. El cuerpo subsiste formando imágenes, desde la identificación del agujero a un punto anudado, que se caracteriza por tener palabra en el nivel de su real.
Lo real se especifica también por un Un, en el sentido de un imposible.
El ser humano cae en un campo de lenguaje ya constituido por sus padres, quienes lo orientan en el lenguaje, y es a partir de allí que es preciso ver su relación al inconsciente que habría que concebirla como lo hizo Freud: hay un ombligo. Por tanto, hay cosas que en su inconsciente están cerradas para siempre.
Aquello que, desde el origen en el reconocimiento mismo del inconsciente, hace estrictamente a lo real, es un punto de opacidad, un punto infranqueable, imposible, la imposibilidad de conocer lo que atañe al sexo. (25)
Conclusión
Lo real es siempre un fragmento, un cogollo en torno del cual el pensamiento teje historias, pero el estigma de este real como tal es: no enlazarse con nada. Hay un efecto que se produce cuando se alcanza un fragmento de real, pero es el signo mismo de que se alcanzó el carozo, y debe partirse de ahí. (26)
¿Podríamos ubicar en esta instancia, aquello del sueño que es intraducible, este cogollo, este efecto de real, lo que no cesa de no escribirse?
1- Borges, J.-A., Ficciones, “Las ruinas circulares” , Sudamericana, Buenos Aires, 2016, p. 54.
2- González de Molina, O., La función del escrito en la obra de Freud. Parte tercera. Tesis doctoral defendida en la Universidad Complutense de Madrid en enero 2017. Inédita, pp. 14-15.
3- Freud, S., “La interpretación de los sueños (primera parte)”, Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires, 2017, pp. 72-76.
4- Ibíd.
5- Ibíd., p. 132.
6- Lacan, J., “Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter”, Blog de Mario Elkin Ramírez, 17 de julio de 2015. Disponible en Internet.
7- Freud, S., “La interpretación de los sueños (primera parte)”, Obras completas, op. cit., p. 132 .
8- Lacan, J., “Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter”, op. cit..
9- Miller, J.-A., “El ser y el Uno”, clase 8, 23 de marzo de 2011. Inédito.
10- Ibíd.
11- Laurent, E., El reverso de la biopolítica, Grama, Buenos Aires, 2016, p. 18.
12- Ibíd., p. 19.
13- Ibíd., pp. 126-130.
14- Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, pp. 258-259.
15- Miller, J.-A., Conferencias porteñas, t. 2, Paidós, Buenos Aires, 2009, pp. 322-325.
16- Ibíd.
17- Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 18.
18- Ibíd., p.147.
19- Ibíd., p. 64.