Observando observadores. Rodrigo Flores

Observando observadores - Rodrigo Flores


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que el investigador asuma una posición distante y no interactiva con los fenómenos sociales de estudio, lo cual se convierte en una condición de rigor para realizar un posible conocimiento. Ello le permite la ilusión de librarse de juicios de valor o cualquier otra influencia a la que se vea sometido el investigador en sus análisis e interpretaciones.

      Un cuadro que resume los postulados positivistas y que ayuda a entenderlo de mejor forma, considera tres dimensiones: ontología, epistemología y metodología, tal como lo propone Guba (1990: 20).

Ontología Realista, la realidad existe “allá afuera” y es conducida por leyes naturales inmutables. El conocimiento de estas leyes y sus mecanismos es convencionalmente analizado en el eje temporal, adoptando la forma de causa-efecto.
Epistemología Dualista/objetivista, los que son esenciales en la adopción de una postura distante e inactiva. Los valores y otros juicios emitidos por el observador son excluidos de forma automática por considerarlos nocivos para la investigación.
Metodología Experimental/manipulativa. Las preguntas y las hipótesis son presentadas como un avance en la proposición de pruebas empíricas bajo ciertas condiciones que permanecen controladas.

      Las perspectivas positivistas y pospositivistas han dejado una impronta en la metodología cualitativa que debe ser reconocida. En primer lugar, bajo su influjo fueron desarrollados disposiciones y métodos característicos. Por ejemplo, el interés por desarrollar un trabajo de campo intensivo y sistemático se ancla en esta perspectiva. La realización de diseños de investigación acotados y entendidos como “científicos”, desplegados por medio de criterios de confiabilidad y validez, hoy son objeto de debate en la literatura sociológica (Morse, 1994).

      La misma Escuela de Chicago desarrolló profusamente la utilización de métodos cualitativos en forma metódica y estandarizada. Técnicas tradicionales de levantamiento de información, como la observación en su dimensión más estructurada, por medio de las listas de registro y de distribución, son claros ejemplos de cómo una vez conocidas las variables, pueden realizarse observaciones sistemáticas y controladas aun en ambientes naturales y de no laboratorio. Asimismo, las observaciones desplegadas en ambientes no naturales o con fines clínicos, son un claro ejemplo de la utilización de técnicas cualitativas desde este enfoque.

      Lo mismo sucede con la técnica de la entrevista. Entrevistas extensas, relatos orales e historias de vida, fueron y son realizados en forma sistemática y metódica. En su dimensión biográfica, técnicas como la historia de vida y relatos orales, fueron desplegados bajo este influjo; por ejemplo, el estudio desarrollado por Thomas y Znaniecki, sobre el campesino polaco en Norteamérica. Algunos de ellos, en cambio, lograron elaborar categorías de análisis que permitieron crear constructos de un elevado poder explicativo. Este es el caso de Oscar Lewis (1969), sobre la cultura de la pobreza y la migración puertorriqueña a Estados Unidos.

      En términos de análisis de información, técnicas como el análisis de contenido (Kripperndorff, 1990), pueden ser mejor implementadas desde esta perspectiva, en cuanto su conformación analítica y necesidad de codificar el contenido de diversos registros de información llevan asociado distribuciones porcentuales.

      1.2.2. Fenomenología, interaccionismo simbólico y etnometodología

      En el transcurso de la década de los sesenta del siglo pasado, surgió un conjunto de diferentes críticas a la metodología empleada en investigación social (Garfinkel, 1967), las que apuntaban justamente a los presupuestos analíticos descritos anteriormente. Bajo su influjo se entendió que la realidad social era algo construido, producido y vivido por sus miembros.

      Entendemos que los enfoques como la etnometodología, la fenomenología y el interaccionismo simbólico, no son ni deben ser comprendidos como sinónimos; sin embargo, ellos pueden ser reagrupados de acuerdo a la crítica, más aparente que real, que realiza al enfoque analítico. Para la fenomenología, la conducta humana, lo que el actor social dice y hace, es producto del modo en que define su mundo. La tarea de las explicaciones sociales consiste justamente en aprehender este proceso de interpretación. En este sentido, describe las estructuras de la experiencia como se presentan en la conciencia, sin recurrir a teoría, deducción o suposiciones.

      La fenomenología basa sus explicaciones en la idea de “intencionalidad de la conciencia”, la que indica que no es posible conocer un objeto (algo) si no damos por hecho la existencia de quien conoce (sujeto). Desde este punto de vista, el objeto de conocimiento no existe con independencia de la conciencia del sujeto, sino que se descubre y recrea como resultado de la intuición dirigida hacia él. Estos postulados tienen una enorme implicancia para la idea tradicional de ciencia y el modo en que se verifica el conocimiento. Para la fenomenología, el criterio de verdad se centra en las vivencias personales de los actores sociales. Debe prestarse atención especial a la característica distintiva de esta orientación, pues vista desde la distancia que dan los más de treinta años de existencia, puede ser caracterizada como una posición radicalizada, sustentada en la objetividad. La intencionalidad de aprehender los fenómenos sociales como ellos son, no es más que un reforzamiento del empirismo tradicional de la ciencia.

      En una apretada síntesis, deberíamos indicar que los presupuestos en los cuales se fundamenta el análisis fenomenológico incluye la preponderancia que otorga a la idea de experiencia subjetiva, entendida como base de conocimiento; estudiar los fenómenos sociales desde la perspectiva de los actores; y el interés que da a la experiencia e interpretación que hacen los actores sobre el mundo social. Al interior de la propuesta fenomenológica en ciencias sociales, es posible distinguir por lo menos dos corrientes de pensamiento. La primera de ellas es el interaccionismo simbólico y la segunda corriente es la etnometodología.

      El interaccionismo simbólico fue acuñado por Herbert Blumer, siguiendo la obra de George Mead, con el objeto de identificar un conjunto de investigaciones microsociológicas inspiradas en la fenomenología, la filosofía y la psicología sociales. Bajo su postulado se destaca la idea que el ser humano no se encuentra inserto en un medio natural, sino que vive en un mundo configurado simbólicamente. Ello tiene una importancia radical, pues los símbolos que se encuentran en relación con determinados significados (letras, palabras, etcétera) son compartidos por personas que viven dentro de una determinada cultura. Tal conjunto de símbolos y significados compartidos, permiten la definición o redefinición de situaciones sociales y de las acciones que se influyen mutuamente. De dichos procesos de definición, surgen las posiciones sociales y las conductas de rol (padre, madre, hijo). Las interacciones transmitidas simbólicamente pueden repercutir en el sistema simbólico y de roles, produciendo su transformación y cambio a largo plazo.

      La forma en que esta postura epistémica entiende el conocimiento, queda conformada por un continuo de procesos de interacción, por medio de los cuales se produce la realidad social y donde ella es dotada de significado. De esta manera, es la dinámica de producción de significado por parte del actor social el eje conceptual y metodológico que se desea relevar. Herbert Blumer (1969), principal representante del interaccionismo simbólico, consideró que la comprensión de los fenómenos sociales debe centrarse en el entendimiento de tres premisas básicas:

      • Las personas actúan respecto de las cosas y de otras personas, sobre la base de los significados que estas cosas y personas tienen para ellas. Por tanto, los actores sociales no responden sólo a estímulos o exteriorizan guiones culturales. El significado lo determina la acción; es decir, no hay patrones determinantes que rijan la conducta de las personas.

      • Los significados son productos sociales que surgen durante la interacción: el significado que tiene una cosa para una persona se desarrolla a partir de los modos en que otras personas actúan con respecto a ella en lo que concierne a la cosa que se trata. Una persona aprende de las otras a ver el mundo.

      • Los actores sociales asignan significado a las situaciones, a otras personas, a las cosas y a sí mismos a través de un proceso de interpretación. Las personas están constantemente interpretando y definiendo de acuerdo a las cosas que les ha tocado vivir.

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