Observando observadores. Rodrigo Flores

Observando observadores - Rodrigo Flores


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expuesto, puede indicarse que entienden, entonces, que el conocimiento es una realidad que es compartida, que surge por medio de una interacción entre el investigador y los actores sociales, donde una serie de condicionantes sociales, como valores y preferencias, median o influyen en la generación del conocimiento. El trabajo cualitativo es altamente valorado, pues estos enfoques privilegian realizar “trabajo de campo” e “inmiscuirse en la realidad”, objeto de estudio, con el fin de realizar adecuadas descripciones e interpretaciones lo más fieles posibles. Como se observa, la noción misma de realidad no es cuestionada en lo más mínimo por estos enfoques. Su rescate, adecuado y pertinente, sólo puede ser realizado poniendo el acento en la “subjetividad e intersubjetividad”, las que se conciben como instrumentos que permiten conocer el comportamiento humano.

      Ello puede verse facilitado a través de un diseño emergente, el que se estructura por medio de una serie de hallazgos o constataciones que son identificadas a lo largo de la investigación. La validez de las aseveraciones realizadas en el estudio se garantiza por medio del diálogo, la interacción y la vivencia; es decir, se van concretando mediante una serie de consensos que surgen del intercambio de procesos de diálogo y reflexión de un sentido compartido. Las exigencias para la metodología cualitativa son elocuentes, no sólo se exige un esfuerzo por orientarse hacia la comprensión de los fenómenos sociales, en el entendido que lleva a la identificación del sentido de lo que los actores sociales desean indicar con sus palabras y omisiones, sino también la posibilidad de construir generalizaciones que lleven a comprender el comportamiento humano en sociedad.

      1.2.4. Investigación cualitativa y las propuestas estructuralistas y posestructuralistas

      En términos generales, el estructuralismo tiene por objetivo la búsqueda de las leyes universales e invariantes de la humanidad que operan en todos los niveles de la vida humana, tanto en las sociedades menos complejas como en las más complejas. La fuente del estructuralismo moderno tiene su origen en la lingüística. La obra de Ferdinand de Saussure (1857-1913), recogida póstumamente en su Curso de lingüística general, destaca por su importancia en la lingüística estructural. Es particularmente relevante la distinción entre significante (forma fónica o imagen acústica) y significado (concepto mental al que corresponde la imagen acústica), conformando el dual signo lingüístico. Del mismo modo, separa al lenguaje en la lengua (sistema de signos) y el habla (manifestación particular de ese sistema en el acto de comunicación), tomando la lengua como objeto de estudio; la de diacronía (estudio del lenguaje a lo largo del tiempo) y sincronía (estudio del lenguaje en un determinado momento histórico); o la de paradigma (relación en ausencia entre los elementos que pueden formar parte de una enunciación) y sintagma (relación que se establece en presencia entre los elementos de la enunciación, lineal, en un tiempo y en un espacio determinados). Es labor de la lingüística lograr dar cuenta de esas leyes. La existencia de la lengua hace posible el habla. El habla constituye el discurso real, la manera en que los hablantes usan el lenguaje para expresarse.

      La preocupación por la estructura se proyecta más allá del uso del lenguaje para estudiar todos los sistemas de signos. El estudio de la estructura del sistema de signos se denomina semiótica. La semiótica es un campo de estudios más amplio que la lingüística estructural al abarcar no sólo al lenguaje, sino también otros sistemas de signos y símbolos como las expresiones faciales, el lenguaje del cuerpo, los textos literarios y de hecho, todas las formas de comunicación.

      La importancia de la perspectiva estructuralista se despliega con gran intensidad a partir de los trabajos del etnólogo francés Claude Lévi-Strauss, que incluye las relaciones entre la estructura del lenguaje y la cultura de una sociedad. Basándose en los aportes de Sausseare, Lévi-Strauss (1995) indica que los fenómenos culturales son fenómenos del mismo tipo que los lingüísticos. Asi como el lenguaje consta de unidades mínimas que capa tras capa (como en la geología), se ordenan según una serie de reglas para producir un significado, la cultura, que según Lévi-Strauss (1995) es comunicación, también se constituye de unidades mínimas que se combinan según ciertas reglas en unidades mayores que forman un significado. Descomponer la cultura en sus unidades básicas y comprender las reglas mediante las cuales se combinan, es entender el significado de la cultura. En resumidas cuentas, este es el método estructural. Este planteamiento abre la posibilidad de explorar las relaciones existentes entre lenguaje y sistema de referencia y el sistema de valoraciones y actitudes humanas frente a fenómenos naturales.

      El punto de vista estructuralista considera la lengua como un sistema organizado por una estructura a descubrir y describir. La finalidad sería comparar las estructuras básicas de las diferentes lenguas, para elaborar modelos mínimos cuyas propiedades formales fueran comparables entre sí, con independencia de las unidades que las componen; es decir, alcanzar en última instancia, el modelo lógico de organización básica que establece la coherencia de estos sistemas convencionales que son las lenguas y que permiten la comunicación, dadas sus determinaciones formales.

      El método de Lévi-Strauss parte de un principio fundamental, que es la diferencia que existe entre relaciones, modelos y estructuras sociales. Las relaciones sociales son lo dado social, externo al sujeto. Ellas constituyen la realidad empírica. No son lo mismo que la estructura social. En el proceso de conocimiento, el modelo se encuentra entre ambas, uniéndolas. La materia prima para la construcción del modelo son las relaciones sociales, de las cuales debe partir, pero no se confunde con ellas. La función del modelo es la de trascender el plano de la observación empírica para llegar a una interpretación, que se aparta de los datos manifiestos y que tiene a la vista la posibilidad de descubrir una forma común a las diversas manifestaciones de la vida social. El modelo, partiendo de la realidad empírica, sirve para explicarla mostrando las características comunes de sus elementos.

      De los modelos mencionados por Lévi-Strauss hay que mencionar los siguientes: los conscientes o inconscientes según el nivel en que funcionan. Entre los conscientes encontramos las normas, mientras que los inconscientes son del interés manifiesto del etnólogo. Los modelos mecánicos y estadísticos, según sea su composición con la escala de los fenómenos. Un modelo mecánico es aquel cuyos elementos constitutivos se encuentran en la misma escala que los fenómenos; este es el caso de los grados matrimoniales prohibidos. El modelo estadístico es aquel cuyos elementos se encuentran en una escala diferente; por ejemplo, los matrimonios posibles. Modelo reducido es el que condensa en una escala menor los temas abordados en una escala mayor; por ejemplo, la escala del ámbito mitológico de América entera. El modelo, en la medida en que puede ser manipulado, es un instrumento de investigación, un procedimiento artesanal, operativo.

      Otro supuesto en la obra de Lévi-Strauss se refiere a la estructura consciente e inconsciente del espíritu humano. Hasta 1965, Lévi-Strauss piensa que la estructura del espíritu humano no es temporal y existe a nivel inconsciente. Los fenómenos sociales de todo orden (lenguas, creencias o técnicas) son elaboradas por el espíritu a nivel inconsciente. Al no ser temporal precede a los factores irracionales provenientes del azar y de la historia, y funciona de acuerdo a leyes universales que hay que percibir, para lo cual el método estructuralista es el adecuado.

      Junto a lo anterior, algunas tendencias posestructuralistas también realizaron aportes de interés en la metodología cualitativa, aunque el término mismo no posea un componente de homogeneidad en su interior. El posestructuralismo comparte una preocupación por establecer y cuestionar las jerarquías implícitas en la identificación de oposiciones binarias que caracterizan no solo al estructuralismo, sino a la metafísica occidental en general. El posestructuralismo está preocupado en reafirmar la importancia de la historia y en desarrollar al mismo tiempo un nuevo entendimiento teórico. Uno de los autores más recurrentes dentro de esta perspectiva es Michel. Foucault.

      Uno de los ejes temáticos de mayor importancia en la obra de Foucault es el poder. Tanto es así, que no puede ser localizado en una institución —o en el Estado—; está determinado por el juego de saberes que respaldan la dominación de unos individuos sobre otros al interior de estas estructuras. El poder no es considerado como algo que el individuo cede al soberano, sino que es una relación de fuerzas, una situación estratégica en una sociedad determinada. Por lo tanto, el poder, al ser relación, está en todas partes, el sujeto está atravesado por relaciones de poder, no puede ser considerado


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