Observando observadores. Rodrigo Flores

Observando observadores - Rodrigo Flores


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junto al actor una explicación que resulte más o menos plausible; y d) donde la eficacia de la explicación recae en su reconocimiento por una comunidad.

      Centrémonos en el segundo de los aspectos considerados, por novedoso y más “radical”. En contraposición a los postulados analíticos y neopositivistas, hermenéuticos, fenomenológicos, estructuralistas y posestructuralistas puede indicarse la emergencia de la concepción epistemológica constructivista. Esta postura, al igual que el enfoque analítico, no se circunscribe a una disciplina en particular de las ciencias sociales. Por el contrario, su transdisciplinariedad es una de las características y virtudes más buscadas. Aquí podemos encontrar autores inspirados en la sociología del conocimiento de Berger y Luckmann (1968) o la teoría general de sistemas y de otras vertientes teóricas, como Heiz von Foerster, Humberto Maturana, Francisco Varela, Jesús Ibáñez, Niklas Luhmann. El presupuesto ontológico del constructivismo se ancla en la proposición que indica a la realidad social, y en cuanto tal, la entiende como múltiple y construida, por lo que no existe en forma tangible, única y fragmentable (Lincoln, 1990). Ello, como veremos más adelante, tiene una serie de implicancias para el proceso de explicación y generalización de la información cualitativa.

      De acuerdo a esta postura, los argumentos científicos, el conocimiento, no pueden basarse en una “realidad” preexistente al ser humano. Es el investigador quien observa la realidad (observación en cuanto acto experiencial, no visual). Le está negado al investigador realizar otros tipos de conocimientos que no estén ligados a su propia experiencia (experiencia mística u otros tipos de conocimiento se incluyen en su propio experienciar). No es posible, en este sentido, dar cuenta de “realidades” que no ha experimentado. El acto de conocer se relaciona, entonces, directamente con la experiencia conocida (Maturana, 1997).

      Desde el punto de vista epistemológico, la posición constructivista abandona la dicotomía sujeto/objeto del objetivismo, para reemplazarlo por la distinción observador/observación, lo que plantea una diferencia radical con los otros postulados. Bajo este enfoque, al sujeto cognoscente se le llamará observador, en cuanto ente capaz de vincular sus propios procesos cognoscitivos con su experiencia del vivir. La figura principal en el acto de conocer es el observador en la experiencia de observar. Una de las características principales del constructivismo es que el observador no es un supuesto ontológico a priori, pues no existe el observador separado u alejado de la observación. No existe observación sin observador ni observador sin observación, quedando así clausurada tal distinción. Como señala Maturana (1997), el observador aparece en la distinción del observar cuando nos preguntamos por el observador y el observar.

      En cuanto sistema preocupado por el estudio del devenir social, las ciencias sociales pueden ser mejor comprendidas bajo este enfoque si se la trata como sistema de observación, donde su propia constitución como sistema observador la constituye como tal, por lo cual es imposible que elabore distinciones desde otra configuración. Una vez adquirida esta cualidad, todo acto cognoscente ocurre por medio de la observación realizada por el observador. Bajo este prisma, las operaciones que competen a las ciencias sociales entran en juego cuando por medio de la aplicación de distinciones, un observador fija con sus indicaciones el mundo social.

      Reflexiones inspiradas en el enfoque constructivista nos indican que la descripción de nuestras ciencias no refiere a la constatación de fenómenos sociales en sí, en cuanto ello remitiría a una observación de primer orden. La observación del observador es una observación de primer orden. Desde la perspectiva del cientista social, la observación de primer orden acerca de lo social no tiene cabida en nuestras formas habitualizadas de conocimiento. Esta última operatoria corresponde más bien a disciplinas ligadas a fenómenos naturales o si se prefiere físico-químicos, como la biología, la química y la física, las cuales utilizan de forma preferente métodos experimentales de investigación.

      La observación de nuestras ciencias, en cuanto proceso de aplicación de distinciones, remite a una observación de segundo orden. ¿Quién realiza observación de segundo orden? Habitualmente, las ciencias cuyo objeto de estudio son observadores. Aquí entran las ciencias sociales. Es propio de las ciencias sociales que se dediquen a fenómenos de gran complejidad. Ello porque observan fenómenos como la cultura, la sociedad, la política, en sus diferenciaciones estatales y de regímenes gubernamentales, e incluso fenómenos acotados como la personalidad y la conciencia, y las formas y estrategias fiables y válidas de intervención en dichos fenómenos. Obviamente no es lo mismo observar la conciencia que las regularidades sociales, pero la operatoria de la ciencia es equivalente en su conformación funcional. Opera con los mismos mecanismos selectivos.

      La observación de segundo orden pretende dar cuenta, en ciencias sociales, la observación de sistemas observadores (Luhmann, 1993; Ibáñez, 1991). Análogamente, el sistema de las ciencias sociales lo que hace es dar cuenta de la observación y descripción que realizan distintos observadores de fenómenos sociales. La importancia de entender a las ciencias sociales como un sistema observador de segundo orden recae en que esta perspectiva tiene el privilegio de poder distinguir y describir lo que otros observadores no pueden hacer, iluminando sus puntos ciegos o funciones latentes. La observación de segundo orden oferta posiciones para observar a otros observadores, mientras aplican sus distinciones en sus observaciones. Su objetivo central consiste en hacer distinguible las formas del distinguir. Su propio conocimiento emerge mediante operaciones de observación y descripción que indican cómo otros sistemas llevan a cabo sus operaciones y cómo, en dependencia de ellas, construyen su quehacer (Arnold y Robles, 2000).

      En parte, la observación de segundo orden se relaciona con la distinción entre la perspectiva Etic —objetivismo u observación de primer orden— y la Emic —apunta a los esquemas y modelos de significación de los observados. La aplicación de estos términos en la teoría social fueron mejor explicados por Harris (1994), con el fin de diferenciar dos estrategias en investigación cultural: aquellas que dirigen su observación a las dimensiones de la cultura de acuerdo a categorías internas a ellas mismas y las que observan las culturas de acuerdo a categorías externas, propias de la ciencia.

      Toda observación social representa la operación de esquemas diferenciadores —también abiertos a la observación—, que permiten consignar la realidad en un sentido u otro y hacer de ella horizonte para acciones y experiencias. La observación de las distinciones pretende dar cuenta de los esquemas que utilizan los sistemas sociales, los que pueden ser agrupados en conjuntos ordenados de distinciones. Conjuntos ordenados no significa necesariamente igualitarios, reglamentados o coherentes. La coherencia no tiene nada que ver con los fenómenos sociales estudiados, tal como lo señalara Radcliffe-Brown (1974). Con el término conjuntos ordenados hacemos referencia a que ellos tienen cabida en la sociedad y en la cultura. Desde orientaciones constructivistas los llamaremos ahora esquemas de distinciones, al poseer las propiedades antes expuestas (Flores, 2006a).

      En cuanto objeto de estudio preferente, los esquemas de distinciones hacen posible la comprensión de un sistema social y cultural. Apelan, por ejemplo, a valores, creencias profundas, concepciones acerca del bien y del mal, la moral, creencias religiosas, el valor de la amistad, el dinero, entre otros. El registro de esquemas de distinciones abre la posibilidad, desde las ciencias sociales, de interceptar —interferir, intervenir— comunicaciones y adentrarnos en los fundamentos de lo social —expectativas cognitivas, explicaciones y haceres— en sistemas complejos.

      En cuanto proceso de observación de segundo orden, el conocimiento de los fenómenos sociales se construye, dinámica y activamente, como resultado de operaciones de observación del sistema. Es el propio sistema científico el que realiza procesos de observación de la distinción realizada por los sistemas observadores de los sistemas sociales. Su descripción, propia del proceso de observación realizado, se encuentra ligada al mismo sistema. Ello, clausura la operación de conocimiento realizado por nuestras disciplinas, poniendo en tela de juicio las aseveraciones que indican que las ciencias sociales se realizan en los patrones sociales de los actores y no desde ella misma.

      Esta constatación, por cierto, lo único que hace es abrir las posibilidades de nuestras disciplinas a futuras distinciones. La más importante dice relación con el criterio de aceptación de la comunicación generada en la investigación social. La contingencia nunca puede ser reducida


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