El pueblo en movimiento. Gloria De La Fuente
de la transición, ¿qué más vinculación entre partidos, clases, sociedad civil —como quieran llamarle— que el plebiscito del 88? La gente no quería al comienzo participar, porque no creía, porque los partidos habían dicho que no había que creer nada de lo que hubiera hecho Pinochet, si lo está diciendo Pinochet es mentira, y fueron los partidos los que tuvieron que convencer y la gente creyó y forzó en su movilización a que terminara la dictadura, entonces uno dice: ¿quién fue el que ganó? Este sujeto político social que a la vez era sistema de partidos, pero a la vez imbricación con la sociedad y movimientos sociales. Eso se va erosionando a lo largo de los llamados treinta años siguientes.
GDF: ¿Usted reconoce en ese periodo el momento en que esa ruptura se hace inevitable? Porque evidentemente los partidos políticos, o la ausencia de estos, es clave para entender lo que ha ido pasando en estos años, pero esa erosión tiene que haber encontrado un punto de no retorno en algún minuto. ¿Usted reconoce en algún minuto el punto de no retorno? ¿Cuál es?
MAG: No diría en qué momento comenzó, porque es muy complejo, porque la manera en que se rearticula el movimiento social o actores sociales o sociedad civil con partidos en el plebiscito del 88, tiene algo de precario. Porque después ocurre una cosa que no había ocurrido nunca, que todos los actores de la conflictividad chilena, los actores centrales, que son los partidos de centro y los partidos de izquierda, excepto uno que es el PC que va a intentar capitalizar el descontento potencial, todos entraron a manejar el Estado. No estoy diciendo que ello fuera negativo, si no, no habría habido término de la dictadura, pero ¿qué le pasa al movimiento social? Si es que es cierta la hipótesis que estoy planteando de esta imbricación, lo que ocurre es que queda por primera vez sin el instrumento de organización, de movilización, de creación de identidades más allá de las dimensiones corporativas, de proyectos que tenían los partidos. Entonces eso va a hacer que poco a poco se vaya produciendo esta elitización, por un lado, y una gran desmovilización por otro, que después va a ser un intento de removilización que va a encontrar un solo partido, el PC, que de algún modo lo expresa pero que electoralmente significa muy poco en el ámbito de la política institucional predominante y legitimada. Esto es lo que se va a tratar de resolver después del hito que marcó la ruptura definitiva, el punto de quiebre, de no retorno de esta relación que es el 2011 y 2012.
DMP: ¿Por qué en el 2011 y 2012?
MAG: Porque recuerde usted que un representante del movimiento social se para arriba de la mesa del Senado y dice lo que se le ocurre y se va; porque los partidos le habían pedido a Piñera una entrevista para discutir la ley educacional, la solución a los problemas educacionales que estaba planteando el movimiento estudiantil, y los dirigentes estudiantiles le hacen ver a los dirigentes de la Concertación que no vayan a esa entrevista, y, entonces, ocurre el hecho inédito que un conjunto de partidos que pidió una entrevista con el presidente de la república dicen: me pidieron que no fuera así que cancelo la entrevista. Después vinieron los tiempos presupuestarios, pero en ese momento que era, a mi juicio, el momento en que partido y movimiento podían reencontrarse, el movimiento estudiantil no está dispuesto a negociar nada con los partidos políticos por el recuerdo —y esto es una cosa que es muy importante— de las negociaciones del año 2006 que terminan con los políticos de gobierno y oposición de derecha tomados de las manos. Entonces el 2011 y 2012 es un punto de quiebre entre lo político institucional y el movimiento social. Esta era una movilización inédita porque venía del movimiento social sin preguntarle a los partidos. En este sentido, era inédita, no hay otra en la historia, por supuesto tampoco se reencuentra con los partidos; más bien si uno quiere simplificar las cosas, ese movimiento va a crear su propio partido.
GDF: Nace el Frente Amplio, se institucionaliza.
MAG: Claro.
DMP: El Partido Comunista que estaba ahí presente.
MAG: Pero ahí la novedad de la convocatoria a las movilizaciones es que no son los partidos, no es el sistema de partidos, no es la relación de partidos, pero sí son organizaciones sociales —en este caso estudiantiles— y esa es la diferencia con el 2019. Se puede decir que en 2011 y 2013 comienza un ciclo, se puede ver como continuidad, eso es cierto. Pero hay una cosa que es diferente, es que el 2011 y 2012 no es en términos estrictos un estallido, es un movimiento casi sin estallido, con movilización por supuesto, pero no es un estallido. Si uno lee el discurso de Camila Vallejo cuando asume la presidencia de la FECH, uno dice “pero ahí estaba lo que iba a hacer el próximo año”. Por supuesto estos movimientos plantean siempre un punto crucial, que puede tener que ver con la vida cotidiana: ya sea endeudamiento, ya sea pasaje de metro. Pero hacen que muchos otros se sientan identificados. La diferencia es que en 2011 hay organización social, que puede decir cuándo conversamos, cuándo no conversamos, cuándo terminamos, cuándo seguimos, por supuesto con divisiones internas, pero estas organizaciones juegan un poco —y esa también es una ilusión y una realidad—, el rol de la entidad política para el movimiento. No se vincula políticamente el movimiento con la sociedad, pero sí hay conducción política, no hecha por los partidos, sino hecha por la organización. La novedad del estallido es que no tiene conducción orgánica propiamente tal... Uno puede decir por supuesto que había estudiantes secundarios organizados respecto de la evasión del metro y eso es así, yo me recuerdo el mismo día jueves de haber entrado a una estación de metro e iba con mi tarjeta de adulto mayor, iba a pagar y unas personas muy simpáticas, muy jóvenes, todas vestidas de negro, se habían puesto al otro lado del torniquete, abrían y decían “pasen, pasen, pasen”, esa noche es el gran estallido. Hay una organización. También hay organización cuando alguien dice “juntémonos a tal hora o hagamos tal cosa”, por supuesto que eso es organización, pero nosotros estamos hablando de organización social, en el sentido de organizaciones sociales con relativa institucionalidad, y la FECH, la Confech fueron fundamentales. Sin ellas, no habría habido la movilización del 2011 y 2012. Como la del 2006, que tiene una forma organizativa nueva, como la asamblea, pero estamos ante las distintas organizaciones de estudiantes secundarios. La movilización del 2019 no tiene entonces conducción orgánica, no hay en ella un interlocutor autorizado, nadie tiene interlocutor, y tampoco interesa al movimiento surgido de ese estallido, tener interlocutor en un primer momento. La Mesa de Unidad Social3 va a ser muy importante a partir de cierto momento posterior pero nunca tendrá el rol de interlocutor oficial del movimiento.
GDF: Se logra mantener la unidad.
MAG: Sí, pero es una unidad que se expresa en los actos de movilización y en la explosión de múltiples y muy diversas demandas unidas solo por el principio de fin a los abusos y las desigualdades y el imperio de la dignidad, cuya significación varía según cada actor movilizado. Pero, si alguien se hubiera considerado interlocutor de lo que fuera, haciéndose portavoz de lo que la gente planteaba en las calles habría sido rechazado. Entonces esa es una expresión clara de una ruptura entre política e instituciones, por un lado, y gente o pueblo movilizado, por otra. Ruptura que como hemos dicho, se había producido antes. Cuando usted me dice el punto de no retorno, lo del 2011 y 2012, tiene la siguiente secuencia que creo que es muy importante considerarla. Y es que terminan las movilizaciones y no hay especiales cambios o transformaciones, entre otras cosas porque como no logró el movimiento vincularse con lo político, lo político institucional tomó su propia dinámica, que en este caso era la discusión presupuestaria. En Francia en Mayo del 68 significó que vinieron las vacaciones, además hubo una elección, se disolvió la asamblea. Se da una solución política que en cierta manera vincula a la ciudadanía. Aquí el 2011 en cambio el movimiento no quiso negociar, los políticos tampoco quisieron negociar y viene la discusión presupuestaria. ¿Entonces qué ocurre? Ocurre que el país sigue una vida política que hace pensar a muchos que hay que cambiar ciertas cosas, pero que sigue existiendo un sujeto político social, y como las diversas secuencias están determinadas por plazos institucionales, vienen las elecciones. Y, así, el fenómeno a mi juicio fundamental: que es otra ilustración o demostración de que estamos frente al punto de quiebre: frente a una movilización por primera vez hecha por organizaciones sociales representativas pero que no se representan en el sistema político. Frente a esas movilizaciones, ¿qué hacen los políticos?, lo que saben hacer, y en algunos casos