El río de la herencia intergeneracional. Gustavo E. Jamut
que podemos y debemos orar por nuestros antepasados. Esas oraciones previstas por Dios, pueden dar “alivio” en el purgatorio a quienes ya partieron de esta vida; y a nuestros seres amados y descendientes pueden traerles bendiciones, conversión, preservación de males, y un sin fin de gracias.
También me parece importante el énfasis puesto para que el lector tenga presente que nuestras oraciones siempre se hacen conformes con el amor y la sabiduría de Dios, quien tiene sus tiempos y sus caminos, ya que no hay “oraciones mágicas” de “eficacia infalible”, ni oraciones que puedan cambiar lo que efectivamente sucedió. Lo que pasó, pasó. Lo que hace Dios por medio de la oración, es liberarnos y sanarnos de esas consecuencias negativas que parecen repetirse en las diferentes generaciones de la familia, y, a su vez, aumentar el caudal de gracias en el río familiar.
Agradezco a Dios por estos libros que tanto bien han hecho y que mucho mayor bien harán en el futuro.
Con todo afecto,
P. Carlos Aldunate, sj
Señor Jesús, por el poder de tu sangre, te pido que limpies, purifiques y bendigas el río de las diversas generaciones de mi familia. Amén. |
SIETE PASOS PARA SACAR EL MÁXIMO PROVECHO A LA LECTURA DE ESTE LIBRO
Primer paso:
Ser consciente y tener confianza en que Dios habita en tu alma y en que su deseo es sanarte a ti y a toda tu familia.
Segundo paso:
Detenerte a medida que vayas leyendo en aquellos puntos que tengan una especial resonancia en tu vida. Es posible que allí el Espíritu quiera revelarte algo en relación con tu historia o con la historia de tu familia.
Tercer paso:
No solo entender con el intelecto lo que vayas leyendo, sino permitirte que lo que tú lees llegue a tu corazón.
Cuarto paso:
Orar con perseverancia y acercarse en el momento adecuado a pedir consejo a alguna persona de tu parroquia, con experiencia de discernimiento en el campo de la sanación interior.
Quinto paso:
Entregar en cada eucaristía tu árbol genealógico, orando por el alma de tus antepasados y familiares que ya han partido de esta vida.
Sexto paso:
Entregarle a Dios las heridas que ya están listas para ser sanadas.
Séptimo paso:
Pedirle a Dios los nuevos comportamientos que serán de bendición para ti y para tu familia.
“Renueva los milagros de las primeras comunidades cristianas para que la humanidad contemporánea crea en Cristo, único salvador del mundo” (Juan Pablo II). |
CAPÍTULO 1 FUENTES DE VIDA
Ríos subterráneos
Haré brotar ríos en las cumbres desiertas
y manantiales en medio de los valles;
convertiré el desierto en estanques,
la tierra árida en vertientes de agua (Is 41, 18).
En ocasiones, he visitado algunos lugares del país, en los cuales los ríos que recorren la región parecen emerger de las entrañas de la tierra, para recorrer muchos kilómetros con su curso de agua atravesando diversas regiones. También he observado que entre estos ríos, hay algunos que después de realizar su viaje silencioso, vuelven a hundirse nuevamente en forma de corrientes de agua subterránea, para volver a emerger a la superficie, muchos kilómetros más adelante.
Algo semejante sucede en las diversas generaciones de la familia con ciertos rasgos y condiciones físicas repetitivas (sea de salud, como de enfermedad), características de temperamento muy similares (tanto en lo positivo como en lo negativo), o de circunstancias de vida que parecerían estar calcadas por el modo en que se asemejan unas a otras. Son situaciones, eventos o características de vida que en alguna generación desaparecen para luego volver a aparecer en otras generaciones, más adelante.
También algunos de los ríos subterráneos a los cuales me estoy refiriendo corren debajo de las arenas del desierto y cuando afloran en algún punto, llegan a formar oasis que, por su vegetación y diversidad de fauna, se transforman en verdaderos paraísos y fuente de vida.
Esta imagen del río que en un momento desaparece a la vista de los viajeros, para dejar lugar solo a la aridez del desierto, sirve para ilustrar lo que experimentan algunas personas, quienes sienten transcurrir sus días como si habitaran en un lugar desolado a causa de las situaciones dolorosas que de modo repetitivo surgen en la familia.
Pero estas personas que se abren a la experiencia de un Dios vivo y cercano, pueden llegar a descubrir cómo esa amistad con Dios se asemeja a una fuente de agua fresca y cristalina que puede calmar la sed de sus almas y transformar sus vidas. De este modo, la irrupción de lo divino en sus vidas llega a producir un cambio sorprendente.
A ellos se refiere el profeta Isaías, cuando dice: Entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa, el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales (Is 35, 6-7).
Aplicando este texto del profeta Isaías a tu vida, Jesús quiere decirte que si te sientes tullido o paralizado de algún modo a causa de los comportamientos o situaciones negativas que te abaten, comenzarás a experimentar como su fuerza te hará saltar con mayor energía que un ciervo, llevándote a superar todos los obstáculos que se te atraviesan, y descubriendo salidas que antes no llegabas a ver. Y su palabra también promete que, quienes son peores que mudos, pues solo se quejan y hablan de calamidades, experimentarán un cambio profundo y serán curados; a tal punto que lo primero que harán cuando recuperen el habla, será aclamar al Señor con gritos de júbilo. Estos hombres y mujeres transformados por la gracia de Dios comenzarán agradecer y a alabar a Dios en voz alta por la obra de transformación en sus vidas, de las cuales serán testigos en primera persona.
Estoy convencido de que esto es lo que Dios está haciendo en estos tiempos en el corazón de muchas personas y seguramente quiere hacerlo también en el tuyo, y a través de ti en los miembros de tu familia.
Oración a Jesús, fuente de vida
Bendito Señor, mi corazón se colma de alegría al saber que no solo me amas a mí, sino que también has amado y bendecido a todos los miembros de mi familia a lo largo de las generaciones.
Hoy te doy gracias porque tú te acuerdas de todas nuestras necesidades.
Gracias por el río de vida de nuestras familias, que atravesando los desiertos de mayor aridez, comienzan a germinar nuevas semillas de bendición para nuestras familias.
Así como tres cuartas partes del planeta están compuestos por agua, y así como más del 80% de nuestro cuerpo está también constituido por este líquido vital, tú has querido ser el agua viva que calme la sed de mi corazón, lo limpie de toda mancha y lo sane de todas sus heridas, para que de este modo habite en mí y en mi familia una vida renovada, plena y abundante.
Sé tú, Jesús, la fuente de agua viva que calme nuestra sed más profunda, de manera tal que la profecía de Isaías, sea una realidad para nuestras vidas: “Entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa, el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales” (Is 35,6-7). Que así sea.
Los orígenes del río
Yo