Condenando la Esperanza. Dr. Luis María Viale
jóvenes
Romper la cárcel que fabrica la hegemonía del pensamiento psicológico
Las cárceles que viven los jóvenes
Romper la cárcel del corazón
El joven debe romper la cárcel que le fabrica la tecnología
Romper la cárcel que implica el consumo de drogas
Romper la cárcel del consumo
Romper la cárcel de la violencia como herramienta de solución de conflictos
Romper la cárcel del sin sentido de su vida y el dolor como fuente de sabiduría
Romper la cárcel que implica la lógica del proveedor
Romper la cárcel de la escuela para pobres con alumnos pobres
Romper la cárcel que implica hacer conducta
Romper la cárcel que fabrica el silencio
Las voces de los que no tienen voz
Capítulo VI
Resocializar es COMUNICAR
¿Qué es comunicar?
¿Quién es quién en la comunicación en los centros de detención?
El educador/re socializador: inmigrante digital
El joven privado de su libertad: el nativo digital
El medio de la comunicación
¿Qué vínculo existe entre emoción y razón?
Hacia un resocializador/educador publicitario
Las tecnologías de la comunicación: ¿ángeles o demonios?
¿Qué significa hoy resocializar a un joven infractor de la ley penal?
Epílogo
Bibliografía
Viale, Luis MaríaCondenando la Esperanza : ¿Resocialización o subcultura carcelaria? / Luis María Viale. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Claretiana, 2020.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-762-064-11. Encarcelamiento. 2. Pobreza. I. Título.CDD 365.66 |
Diseño de apertura de colección: M. Gabriela Tavelli
1.ª edición, octubre de 2019
Todos los derechos reservados
Queda hecho el depósito que ordena la ley 11.723
ISBN 978-987-762-064-1
©Editorial Claretiana, 2019
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Tel: 4305-9510/9597 - Fax: 4305-6552
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Digitalización: Proyecto451
Agradecimiento
A Dios Nuestro Señor, que me ha guiado permanentemente en toda mi vida y que me dio momentos de dolor y las fuerzas suficientes para sobrellevarlos y así comprender y disfrutar estar con aquellos que sufren. Viktor Frankl expresó: “vivir es sufrir, sobrevivir es encontrarle sentido al dolor”. El dolor vivido con un porqué me facilitó encontrarme y comunicarme con ese hermano que sufre.
Dedicatoria 1
A mis queridos padres, ausentes desde hace varios años, pero siempre presentes por el profundo amor que me dieron y su ejemplo de vida que me marcó para la gran meta de vida: luchar todos los días por ser una buena persona.
Dedicatoria 2
A los muy queridos jóvenes del Complejo Esperanza que me homenajearon con su afecto, respeto y que han sido una gran fuente de sabiduría. El gran esfuerzo que ha significado hacer una tesis de doctorado y este libro es la manera que elegí para homenajearlos y me voy de este libro con la ilusión de despertar otros corazones que los quieran y que luchen por ellos.
Dedicatoria 3
A esa gran cantidad de personas que trabajan silenciosamente en pos de un mundo mejor, de una sociedad más justa para que los que no tienen voz puedan ser escuchados: ‘los héroes anónimos’ de la sociedad. A ellos también les dedico este esfuerzo.
Mención especial
Quiero hacer una mención especial a mi querido amigo Federico Langer que con su gran capacidad intelectual y enorme calidad humana ha transformado mis borradores ilegibles y brutales expresiones de ideas y sentimientos en textos comprensibles y amenos.
PRÓLOGO
El autor es un querido amigo que nos propone repensar el problema del joven infractor a la ley penal desde una perspectiva novedosa y provocativa: “romper” las cárceles, tanto las físicas que encierran a nuestros jóvenes, con la falsa esperanza de socializarlos; pero, por sobre todo, las cárceles mentales de los adultos que son las causas de la situación que viven nuestros jóvenes.
Las cárceles que señala Luis Viale más sociales y psicológicas que físicas nos “encierran” a todos; en consecuencia, todos somos responsables, tanto en su creación como en su destrucción. La sociedad sufre la cárcel de un sistema político económico que, en aras del progreso, genera la cultura del descarte, tan bien explicitada por el papa Francisco. Cárceles que deben romper la dirigencia política y todos aquellos encargados de diseñar y ejecutar las políticas dirigidas al joven infractor. Las dirigencias social, política, sindical, incluso la religiosa también deben romper cárceles afectivas, intelectuales que en muchas ocasiones son trabas para la mejor calidad de vida de los jóvenes.
Como personas sufrimos de cárceles afectivas e intelectuales. Dime qué deseas y te diré cuáles son tus cárceles en el marco de sociedades modernas que consolidan el modelo existente.
El joven infractor a la ley penal también tiene que romper sus propias cárceles interiores, porque no todos los jóvenes que sufren la brutal exclusión social, económica, educativa que sufren los jóvenes marginales cometen delitos: solo una minoría de este grupo. El joven infractor debe asumir la responsabilidad de sus actos y tenemos que ayudarlo a que lo haga; el joven infractor debe encontrar a la buena persona que existe en todo ser humano y luchar para que esta buena persona sea la que prevalezca en su vida.
Las rejas de metal son las más visibles, pero es la última de una larga serie de cárceles que sufren nuestros jóvenes.
P. José María Di Paola
INTRODUCCIÓN
Un texto que conmueve
En la primera pincelada, el autor rompe la inercia del blanco del papel y queda definida la obra con una expresión contundente: “¿Quién llora a los que lloran?”. Y reflexiona que son pocos, porque el principio de la escasez que rige la cosmovisión económica de la existencia en la sociedad actual esconde la verdadera escasez: falta de ideas y confianza en los jóvenes, que a la postre no genera un “afuera” que les permita comprender que la libertad es el don que Dios le dio a las personas para poder independizarse de todas las cadenas y no para forjarlas con mayor rigidez.
Señala el texto que ni la sociedad, ni el sistema, ni los jóvenes quieren el encierro. Este resulta ser una