ColaborAcción. Sean McKaughan
quo producen o refuerzan las condiciones no sustentables y dañinas, solamente los cambios a esos sistemas —cambio sistémico— pueden alterar ese resultado. Lamentablemente, no todos quieren que ese tipo de cambio ocurra. Siempre están aquellos que perciben que los cambios en los sistemas, por imperfectos que sean éstos, representan una amenaza para sus intereses. A menudo, esto es una ilusión, pero dificulta la promoción del cambio sistémico, ya que la resistencia en algunos lugares puede ser bastante fuerte y, a veces, hasta violenta. Por esta misma razón, el cambio sistémico debe ser resiliente, o sea, difícil de revertir. Todos hemos visto el progreso del tipo de “un paso adelante, dos pasos atrás”, y las victorias que parecen resonantes a menudo resultan ser pírricas. Por lo tanto, el desafío es alterar el contexto de un sistema de tal manera que le impida revertir a las condiciones previas una vez que se libera la presión aplicada.
Avina ha pasado más de dos décadas tratando de contribuir de la manera más efectiva al cambio social en América Latina en nombre de la sustentabilidad, experimentando con diferentes enfoques y aprendiendo de sus éxitos y fracasos. Según la manera en que ahora contamos la historia del cambio social siempre hay personas y organizaciones que ven más allá de las limitaciones de un statu quo determinado y que se involucran en acciones para mejorar la vida de las personas. Ellas pueden concentrarse en un pequeño cambio que afecte las vidas de pocas personas —una pequeña victoria que no desafía el sistema en general—, o bien pueden apuntar a un quiebre del statu quo —un cambio sistémico que beneficie a las personas a lo largo y a lo ancho de una comunidad o de una sociedad.
¿Quiénes son estas personas? Pueden ser líderes civiles, dueños de empresas, funcionarios gubernamentales, activistas sociales y del medio ambiente, figuras religiosas o miembros de una comunidad organizada. Una organización como Avina, que quiere promover el cambio social, debe asociarse con todos estos grupos e individuos. El cambio sistémico que es difícil de revertir surge de aquellos que son parte del sistema. Ellos son los que pueden alterar el statu quo y mantener los cambios a lo largo del tiempo. Entre ellos, existen ciertos líderes que levantan la bandera del cambio, que movilizan y que persuaden a sus pares de cambiar su mentalidad, modificar sus prácticas o emprender acciones. Sin embargo, es demasiado simplista concentrarse solo en esos líderes, ya que su influencia y fortaleza dependen de muchos otros factores. Al haber trabajado con decenas de procesos de cambio a lo largo de los años, Avina ha identificado muchos aspectos de un proceso de cambio exitoso que contribuye, magnifica y aumenta el potencial para el cambio sistémico. Estos aspectos juntos forman un marco de referencia, una narrativa para entender cómo ocurre el cambio sistémico, lo que en Avina ahora llamamos Proceso de Cambio Colaborativo.
ColaborAcción: el Proceso de Cambio Colaborativo
ColaborAcción es actuar de manera colaborativa para cambiar las cosas. El principio básico de ColaborAcción es que se necesitan muchas manos para crear la clase de cambio sistémico que promueva la sustentabilidad. Una sola organización, y, mucho menos, un solo individuo, no pueden ejecutar este tipo de cambio. Por el contrario, la historia nos muestra ejemplos de cambio colaborativo de gran escala, en los que muchas organizaciones e individuos diferentes, con distintos roles, unen fuerzas, a veces inconscientemente, en un proceso que no solo altera el statu quo, sino que también establece los baluartes necesarios para asegurar que el flujo de cambio no se revierta. En un momento dado, existen en la sociedad grupos de personas e instituciones que defienden el statu quo, que promueven ideas alternativas o que impulsan activamente el cambio. Esta ColaborAcción se desarrolla como un proceso de cambio colaborativo que aprovecha el potencial latente para la acción alineada en una sociedad y crea las condiciones que favorezcan un cambio sistémico en un contexto social complejo. Esta es la narrativa colaborativa del cambio social, una perspectiva que rápidamente se aplica a cualquier número de ejemplos, tanto actuales como pasados. Si se observan los movimientos sociales influyentes y los ejemplos exitosos del cambio social de gran escala, es probable que se identifiquen cinco componentes esenciales que interactúan y se refuerzan entre sí.
Primero, un proceso de cambio colaborativo se vinculará a diferentes grupos, instituciones, líderes y comunidades que llevarán a cabo actividades individuales y, a veces, actuarán unidos para producir o para acelerar el cambio. Avina se refiere a todos estos protagonistas como el capital social asociado con un proceso de cambio colaborativo. Es el capital social que provoca el cambio. Cualquier institución o líder que persiga el cambio debe trabajar dentro de este contexto y su éxito en promover el cambio dependerá de un número de características de este capital social tales como su diversidad, su influencia y la calidad de las relaciones entre los que lo constituyen.
Para ilustrar este punto, podemos pensar en el Movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos. Lo mencionamos porque es un ejemplo ampliamente difundido y citado de cambio social. A menudo, la historia se cuenta desde la perspectiva de líderes heroicos, como el reverendo Martin Luther King Jr. o la activista por los derechos humanos Rosa Parks, pues, con certeza, ellos y otros como ellos tuvieron un papel importante en la historia. Sin embargo, la aglomeración de organizaciones, redes e individuos —lo que llamamos capital social— cuyo accionar conjunto cambió el sistema del apartheid legal en los Estados Unidos durante los años cincuenta y sesenta fue amplio y diverso. Los líderes como King y Parks brotaron de una tradición organizativa y de un vasto sistema de raíces cultivado durante décadas por las iglesias afroamericanas, incluido el Consejo de Liderazgo Cristiano del Sur. El capital social que propulsó el cambio sistémico incluyó decenas de miles de personas que marchaban, movilizadas principalmente por las iglesias, pero también por los sindicatos, los grupos de derechos humanos, los líderes de pensamiento y los artistas. Los medios desempeñaron un papel importante, como también ciertos funcionarios gubernamentales. De hecho, algunos dirían que uno de los roles más cruciales para cimentar el cambio sistémico real en el país fue el de Lyndon Baines Johnson, un sureño blanco con muchos defectos que accedió a la presidencia de los Estados Unidos en circunstancias controvertidas. Sin su apoyo, la agenda de los derechos civiles que puso fin a la segregación y discriminación legales no se habría transformado en ley del país por muchos años más. El capítulo tres analiza en profundidad el capital social como el primero de los componentes esenciales de un proceso de cambio colaborativo.
Marcha en Washington por trabajo y libertad.
Martin Luther King Jr. y Joachim Prinz
En segundo lugar, un proceso de cambio colaborativo tiene una visión unificadora que hace converger el diverso capital social asociado con él. Se trata de una visión de cambio o de valor supremo que supera las diferencias y crea un terreno común, incluso entre los antagonistas. Continuando con el ejemplo del Movimiento por los derechos civiles, el discurso de Martin Luther King, “Tengo un sueño” (I have a dream), ofreció una imagen simple de armonía racial como una “cima de la montaña” accesible que el país podría alcanzar un día. Tal vez, más influyente puede haber sido la frase “Todos los hombres son creados iguales” de la declaración fundacional de la nación, un ideal presumiblemente compartido por todos, pero que el país, desafortunadamente, había descuidado. Se transformó en un punto de reunión adecuado. Al revivir uno de los primeros principios del país, los representantes de un diverso grupo de organizaciones pudieron movilizar a sus ciudadanos. El capítulo cuatro ofrecerá otros ejemplos de visiones unificadoras y ahondará en mayor detalle sobre este componente esencial de un proceso de cambio colaborativo.
En tercer lugar, un proceso de cambio colaborativo es un proceso compuesto de muchas agendas de acción compartida diferentes. Es imposible reducir el proceso a una sola acción, proyecto o iniciativa. Por el contrario, habrá un conjunto complejo y no lineal de actividades: algunas, coordinadas; otras, no; muchas, fuera del control de cualquier red o eje central. Trabajar con un enfoque de proceso complejo en lugar de con uno lineal es un sello distintivo de un proceso de cambio colaborativo. Las agendas de acción compartidas que, en conjunto, constituyen un proceso de cambio colaborativo incluyen proyectos discretos, acciones individuales, actividades cooperativas,