La intervención en Trabajo Social. Viviana Verbauwede
Considero que es en las organizaciones donde se encuentra el fuerte protagonismo que tenemos los trabajadores sociales para la construcción de otro tipo de sociedad. En la intervención nosotros trabajamos con determinadas situaciones donde convive lo político. Sabemos que en esa intervención no vamos a cambiar el mundo, pero todos somos actores políticos en las organizaciones, participando con otras organizaciones sociales e incidiendo en la construcción de proyectos políticos diferentes; para eso tenemos que hacernos cargo. Por supuesto que uno plantea un proyecto de Trabajo Social para que esto sea posible, o sea la hegemonía en un colectivo va a definir como te vas a posicionar.
Y el tercer aspecto en que lo político juega mucho es en la formación. O sea la formación es un proyecto político institucional en el que hay que debatir su horizonte, cómo vivimos con los otros actores, de qué manera, cómo lo hago, cómo lo vinculo a otras instituciones; qué contenidos organizan el plan de estudios, para qué y por qué, todas son preguntas en las que lo político está presente.
Me parece que son los tres aspectos de lo político: en la intervención propiamente dicha que se expresa en su construcción con el horizonte puesto en la defensa de derechos para todos; en los Colegios profesionales y en las diferentes organizaciones en las que es posible construir un proyecto de profesional en vinculación a los proyectos sociales, y en los proyectos de formación que son proyectos institucionales donde también se juega lo político. Entonces está lejos de pensarse como una cuestión político partidaria, lo político partidario es algo que asume el trabajador social como persona, personalmente adherimos a un partido o a otro partido y podemos asumir un cargo donde la formación va a ayudar a desarrollarlo mejor. Ser trabajador social puede otorgar un plus para el lugar que se ocupa y de hecho se ve que es así porque −podemos nombrar a la Ministra de Desarrollo Social de la Nación− existe una importante cantidad de diputadas nacionales y provinciales que son trabajadoras sociales, también hay concejales y otros ocupan cargos de gestión, sería bueno que en lugar de hacerse llamar licenciadas o licenciados que designa a diversas profesiones, pudieran hacer visibles la condición de trabajadoras o trabajadores sociales. No obstante, respecto de lo político siempre aparece una especie de ambigüedad al igual que con el dinero: ¡no, el dinero no!, ¡no, en la política no!
Me parece que el tema de lo político en la formación en Trabajo Social, pasa por el aprendizaje en la lectura de las relaciones de fuerza, porque los contenidos teóricos no te dan todo, la relación de fuerza tiene que ser leída políticamente porque si no, si la lectura es solo teórica no se logra comprender cómo se construye ahí. Muchas veces aparece la confusión porque no es todo político como tampoco todo argumentativo y teórico, en la intervención hay un mix que necesita ser manejado coherentemente.
Sin seguir estrictamente la línea de lo que se venía planteando, cuando vos señalas esta preeminencia que ha tenido en la formación el funcionalismo y el positivismo, en esta separación de las esferas, tanto en la formación como ya en los profesionales interviniendo; parece que no hay debate y no hay lugar para que se discuta sobre cómo se construye al otro, como se lo está mirando. Entonces vos planteas lo político, pero también falta discusión en la formación acerca de esos otros sujetos con los cuales nosotros intervenimos, para poder verlos desde una perspectiva integral y nosotros mismos también vernos de esa manera. Esto tiene que ver también con una impronta fuertemente positivista que no deja de estar arraigada, donde nosotros en algún punto nos pretendemos neutrales. Entonces habría un abandono, de algún modo, que tiene que ver con precisar en el propio proceso de formación, así como es necesario incorporar lo político y hacer esa lectura necesaria con la política, también falta esa mirada integral de mirarnos nosotros como sujetos, donde la intervención se encuentra en contextos que a veces son muy hostiles, duros, adversos, que nos impactan. Y qué pasa con eso y también en esa construcción que hacemos de esa intervención con otros.
Siempre hablando como tendencia, me parece que en el colectivo arrastramos una matriz de pensamiento donde el imperativo categórico rige con mucha fuerza, que produce una sobre exigencia en nosotros, de allí que cuando planteamos la necesidad de mirarnos, de ser críticos con nosotros mismos, lo hacemos poniéndonos en una cuestión moral; no ética, sino moral, donde aparece el deber ser, dejando de lado la pregunta por el por qué, sin incorporar la reflexión necesaria para discutir por qué tenemos que ser de esa manera. El tema entonces es que si nos exigimos SER de una manera, esa exigencia kantiana es perniciosa como para poder repensar en mis propios límites, porque el imperativo te lleva a convertirte en la súper mujer o el súper hombre o el súper trabajador social. En ese esquema de pensamiento si alguien habla de sus límites, deja de ser un buen trabajador social. Vos tenés que ser, −tenés que sufrir diría mi hijo− así visto desde ese lugar un límite es una debilidad. Pero vos decís, a ver como es esto, “cuál es mi límite, yo soy un ser humano”, esto de ninguna manera quiere decir dejar de ser comprometido, porque con el imperativo categórico te agotas rápidamente, te agotas físicamente, te agotas mentalmente, te ahogas y en ese agotamiento disparas para cualquier lado: aparece desde tu propia enfermedad hasta tu propia falta de compromiso.
Ese me parece que es un punto central en el Trabajo Social ¿por qué no pensarnos de otra manera, por qué no permitir una restitución ética sobre nosotros? Es decir bueno a ver, cual es el límite, dónde, cómo nos construimos subjetivamente, sobre qué valores, de qué manera, cómo nos relacionamos con ese otro, como puedo ver la integralidad, porque ese imperativo categórico no va a permitirnos nunca ver nuestra integralidad. Me parece a mí que cambiando en algo esta perspectiva imperativa, podemos llegar a ver a ese otro desde un postulado más ético que moral. Quiero que quede claro esta diferencia y el sentido en que la digo y que está muy ligada al tema del compromiso porque cuando decimos “mira, yo a esto no lo soporto más” seguramente como dicen los psicólogos “algo podemos hacer con eso” que es mucho más positivo que quemarnos en el trabajo porque tenemos que poder hacer.
Poder establecer el límite de cada cosa, poder decir bueno esto sí, esto no.
Nos cuesta mirarnos y por ende nos cuesta ver al otro, es decir al externo, nos cuesta mirarnos nosotros en eso y nos lleva a determinadas cuestiones. Respecto a lo político me faltó algo que me hiciste acordar cuando vos hablaste de los debates, nosotros también planteamos fuertemente que nos cuesta debatir. Nos cuesta debatir por varias razones, primero porque siempre en términos generales, existe un déficit en la formación argumentativa o nos cuenta poder plantear nuestra posición con argumentos sólidos, con argumentos de peso que tengan su lugar teórico, nos cuesta eso. Pero también hay algo así como una tendencia a la homogeneización del pensamiento por lo que se tiende a expulsar a la diferencia, tenemos dificultades para la construcción de hegemonía y aceptar el pluralismo (siempre hablando de un pluralismo que tiene un límite, no vamos a discutir de la misma manera con alguien que dice el genocidio no existió, siempre hay un límite ético). Yo trabajo mucho en mi tesis a Ranciere cuando él habla del desacuerdo, la noción de desacuerdo como estructurador de la política, no puede haber posibilidades de construir proyectos si yo no puedo entender que alguien no está de acuerdo conmigo y que en función de ese desacuerdo yo puedo construir hegemonía. Ese es el punto, nosotros necesitamos esa diferencia para poder construir políticamente, porque si no somos un grupo de buenas personas que nos queremos tanto que todos los meses nos juntamos a comer, pero con eso no llegamos a nada.
No en términos políticos pero sí en términos sociológicos Habermas cuando aborda en su libro “La teoría de la acción comunicativa” trabaja el entendimiento, a nosotros nos cuesta un montón decirle al estudiante que el entendimiento en el no acuerdo es parte del entendimiento.
Por eso tomo a Ranciere, porque ¿Qué quiere decir desacuerdo?, cuando todos hablan del mismo objeto pero con distinto sentido, si no se exponen esos distintos sentidos ¡sabes que mal entendido que puede haber!, lo que pasa es que se viene con un sentido común respecto a eso: ¿Qué es entendimiento y qué es desacuerdo?
Esto que vos estás diciendo nos resulta significativo porque vos en algún momento expusiste el planteo de profesionales críticos, que en realidad también es algo que está presente cuando vemos las reformas al plan de estudio: en el perfil del egresado está presente esta idea. Retomando esto que vos decís de los derechos, derechos para todas y todos, estamos en una época donde