El Seminario de Wilfred Bion en Paris. Rafael López-Corvo
Francesca Bion
Agosto 25, 2005
Apreciado Rafael,
Muchas gracias por tu carta – es un placer oír acerca de ti otra vez. Es obvio que has estado muy productivo durante los últimos dieciocho meses (desde la última vez que estuvimos en contacto). Lo próximo que pienso hacer es familiarizarme con tu [libro] ‘pensamientos salvajes en busca de un pensador’.
He escuchado buenas noticias sobre el Congreso de Río por parte de amigos y conocidos. ¿Tu papel de trabajo fue bien recibido? ¿Tienes una copia de los Seminarios de la Tavistock? Sé que Karnac estuvo haciendo gestiones para tener un puesto de venta de sus libros en el congreso.
El pasado mes de junio asistí en Londres a la conferencia de ‘Bion Hoy’; como me sucede cada vez que asisto a estos encuentros, escogiendo a cuál sesión asistir, siempre me siento que he debido haber escogido otra. Pero la impresión que tuve fue de haber sido un evento de mucho éxito – muchos miembros jóvenes y entusiastas así como otros de más edad, sabios de otras épocas.
En cuanto al seminario de 1978: mi transcripción fue publicada en 1986 en la Revue Psychotherapie Psychoanalytique, y subsecuentemente también en al Revue Française de Psychanalyse en el 2000. Pero está incompleta y debe desecharse. Sugiero que uses la versión completa de Salomón Resnik. Te enviaré una copia así como su versión la cual ya fue enviada al editor (Chris Mawson) de la Standard/Edición Completa de los trabajos de Bion que está por salir. (Posiblemente en el 2008?)
En el ínterin, pienso que el Dr. Resnik podría apreciar una solicitud de tu parte para ser usada en tus traducciones al español y al portugués; aunque yo tengo los derechos de autor, los seminarios existen en virtud de él.
Los mejores deseos para ti y tu esposa por seguir con buena salud y felicidad.
Afectuosamente,
(fdo.) Francesca B.
Agradecimientos
Estamos profundamente agradecidos con Francesca Bion por habernos cedido los derechos a la publicación en español del seminario de Bion en París; así como al Dr. Salomón Resnik por su amabilidad y sabios consejos sobre la forma de conducir esta publicación. También con todos los contribuyentes, por la versatilidad y gran riqueza de sus aportes, además de su paciencia en virtud de la espera, no prevista en un comienzo, de hacer factible la producción física de este libro. Finalmente, nuestra gratitud para con nuestra gentil y eficiente editora Norma Cerrudo de Ediciones Biebel.
CAPÍTULO I
Conferencia de Wilfred Bion realizada en París, el 10 de julio de 19786
Bion: Debo explicar por qué estoy hablando en inglés. Es parcialmente porque yo no hablo francés aunque lo aprendí o me fue enseñado tal como es hablado en las Escuelas Públicas Inglesas, pero no es el francés que ustedes entenderían. Hay otras razones que aparecerán a medida que avancemos en nuestra discusión.
Quisiera recordarles que ésta es una conferencia de trabajo en la cual éste es un problema al cual nos enfrentamos cada uno de nosotros. Por ejemplo, un joven de 25 años se queja de tener una vida de familia poco satisfactoria; no estoy seguro acerca de a cuál familia él se refiere y durante una conversación previa le pregunto su edad y él responde 42. ¿Cuarenta y dos? Sin embargo ahora le dije 25. A medida que lo miro más de cerca noto líneas en su cara y pienso que luce más como de 62, que de 42 o de 25. Bien, ¿cuál es su edad?
La primera pregunta que les hago es, ¿tomarían este paciente o no? No estoy sugiriendo lo que ustedes deberían decirle al paciente, a mí o a alguien más, pero sí ¿qué se dirían a ustedes mismos? Si ustedes quisieran escribir ahora su impresión inmediata, sería quizás interesante para ustedes hacer una nota diciendo ‘sí’ o ‘no’. Para responder esta pregunta yo propongo usar un procedimiento en el cual yo asumo un vértice desde donde podría formarme una impresión de si quiero ver a este paciente otra vez.
Supongamos que entraron en una tienda de libros, tomaron un libro, ojearon algunas páginas y leen lo que yo acabo de decir. ¿Pondrían el libro en el estante y escogerían algún otro? ¿O preferirían revisar más páginas antes de decidir si leer ese libro o no?
De manera que mi segunda pregunta es: ¿ustedes están interesados en esta historia; quieren leer algo más acerca de ella?
Yo trataré otra más: supongamos que estuvieron escuchando parte de una pieza musical. ¿Podría esta música interesarles? ¿Decidirían ir a un concierto y oír el resto de la pieza musical? ¿O decidirían que esta no es la clase de música que les gusta? Este es otro vértice. Por supuesto, en realidad no tenemos mucho tiempo, pero podemos jugar aquí este pequeño juego.
Cambiemos de vértice otra vez: supongamos que caminaban a través de un edificio y vieron sobre el piso un diseño de colores arrojado por la luz que atravesaba una ventana. Heredia, en el poema “Vitral”7, describe las esfinges en las tumbas: ellas no pueden ver ni oír, pero con sus ojos de piedra ellas pueden ver estos colores desplegados en el piso. En la medida que este paciente está hablándome y la luz cae sobre esta conversación, ¿qué colores ven ustedes? ¿Les gustan? ¿Les gustaría invertir más tiempo allí? ¿Les gustaría estudiar la ventana a través de la cual los rayos de sol penetran, para descubrir el tipo de diseño que se encuentra en el vidrio de esa ventana?
No voy a sugerir nada más, por cuanto me gustaría que piensen sobre los varios vértices que pueden emplear cuando se enfrentan no con un libro, no con una pintura o una ventana sino con una persona. ¿Qué suerte de sombra proyectará él en la mente de ustedes?
Volviendo a la situación analítica: ¿deberíamos decirle a este paciente que vuelva de nuevo? ¿Deberíamos, como si lo fuera, abrir otra página del libro, escuchar algunas otras partituras de música o deberíamos parar allí? Cada uno de nosotros deberá responder estas preguntas a solas. No les pido tomar un vértice psiquiátrico: es prematuro aún. Ustedes tienen pocas frases de conversación y solo unos pocos momentos en los cuales pudieron ver a este hombre. Se sienten inclinados a decir, “Bien, pienso que sería mejor vernos mañana”, o la próxima semana, o “Yo podría verle otra vez dentro de un mes”. Nadie puede decirles qué hacer porque nadie conoce qué clase de persona son ustedes ni de qué son capaces.
Otra razón por la cual estoy hablando en inglés es la siguiente: me son familiares frases tales como, verde con envidia, amarillo con celos, negro con desesperación, rojo con ira. ¿Piensan ustedes de la misma manera? Y si así fuera, ¿qué colores ven en esta conversación? ¿De qué color pintarían esta conversación? Ustedes podrían decir que no son pintores, sin embargo es importante para ustedes saber quiénes son y qué hacen. Esta es la razón por la cual abogamos que la gente se psicoanalice y así se familiaricen y conozcan lo que ellos son en realidad. Es improbable que ustedes hayan descubierto esto aún. En tal forma que aunque su tendencia fuese decir que no son pintores, yo diría que sí lo son. Por tanto saquen sus colores; no escriban notas sobre esta historia, hagan algunas rayas sobre el papel. Usen colores simples como el azul, negro, amarillo, verde. Luego mírenlo; allí tendrán una idea de cómo el paciente les impactó. Si eres músico, ¿qué tipo de música escribirías? Si fueras escritor, ¿qué lenguaje escogerías? ¿Francés? ¿Francés de París, de Midi, o de Touraine?
Entonces, oigan la conversación de ustedes con sus pacientes, ¿qué lenguaje está siendo hablado, bien sea por él/ella, por usted o por ambos?
S. Resnik: Es interesante observar que en francés decimos que amarillo va con envidia en lugar de verde. Algunas veces verde es usado para ambos, envidia y celos.
Bion: Por eso es importante saber, no qué lenguaje se habla en Francia o Inglaterra –estos límites geográficos no son de importancia cuando la pregunta se relaciona con la mente, el carácter o la personalidad– sino tomar prestado del lenguaje de pintores, músicos, etcétera y utilizarlo en este tema extraordinario en el que estamos inmersos.