El Seminario de Wilfred Bion en Paris. Rafael López-Corvo

El Seminario de Wilfred Bion en Paris - Rafael López-Corvo


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y cuanto más saben de ustedes mismos, más sabrán el vértice a escoger para abordar el problema. Por ejemplo, mirando a este hombre, al cual tratamos de describir, ¿lo escogerían ustedes para ir a escalar montañas? ¿Lo escogerían como uno de su equipo en el Tour de Francia? Olvídense del psicoanálisis o la psiquiatría, por el momento. ¿Habría algo para lo cual ustedes lo escogerían? Sea que nos guste o no, la escogencia es arbitraria porque el análisis tiene que ser llevado a cabo por cada uno de nosotros en soledad –esta es una ocupación solitaria.

      Nos hemos acostumbrado a la idea de que el psicoanálisis es un intento de aproximarnos científicamente a la personalidad humana. Esta es una perspectiva que le da gran importancia al hecho, a la verdad, a la cosa real. Si esto es así, hay cantidad de gente quienes son científicos sin esa categorización oficial. Un pintor, por ejemplo, puede creer que una pintura debería ser una verdad creíble, que debería mostrar algún aspecto de la realidad, el cual ustedes podrían no haber notado. Él no es un psicoanalista pero pinta un cuadro. Miren esta pintura y luego podrán ver cómo luce un árbol o una cara. Aunque un autor escriba acerca de caracteres imaginarios como Falstaff, Lear, Othello, Macbeth, éstos, sin embargo, nos recordarán personajes reales. ¿El último artículo científico que leyeron en la Revista Internacional de Psicoanálisis les recuerda personajes reales o no?

      S. Resnik: ¿Está usted sugiriendo que la experiencia analítica podría ser en algún momento deshumanizante, si se transforma en una descripción científica fría, sin imaginación a su alrededor?

      Bion: Pienso que hay gran peligro de que ello ocurra. Con frecuencia me encuentro con lo que se considera un psicoanálisis científico, pero esto no me recuerda nada, salvo fastidio.

      La situación en el consultorio, es decir, la relación entre dos personas, podrían ser como las cenizas de un fuego. ¿Existe allí alguna chispa capaz de producir una llama? En este pequeño pedazo que he descrito, tendríamos que examinar, observar, proporcionar un cuidado devoto a los desechos mentales –pedazos de lo que nos han enseñado, pedazos de lo que hemos aprendido, pedazos de lo que el paciente ha enseñado. En el análisis vemos la totalidad de los desechos. ¿Qué ha sucedido con la cara de un hombre de 42 años? ¿Por qué luce como si tuviese 25 o 62? ¿Por qué dice que tiene 42? Todo es parte de despojos. ¿Podrán juntarse estos pedazos? ¿Será usted capaz de juntarlos en forma tal que tengan un sentido?

      S. Resnik: ¿Cuando usted habla de desechos, está sugiriendo un derrumbe o fragmentación del aparato mental en fragmentos o pedazos? ¿Uno no tiene que estar realmente psicótico para de tanto en tanto tener alguna clase de experiencia psicótica?

      Bion: La idea de una experiencia psicótica es algo muy cerebral. En análisis estamos preocupados con aquello que pueda ser últimamente expresado en términos cerebrales, pero esa no es la forma en que los hechos nos aparecen a los analistas practicantes. Esta es una razón por la cual tenemos que reconciliarnos con el hecho de que los pacientes no vienen a vernos con una etiqueta que dice ‘maníaco’, ‘depresivo’ o ‘maníaco-depresivo’ o ‘esquizofrénico’. Si viniesen con tales etiquetas los concebiríamos más como pedazos de desechos. No quiero decir, al llamarlos desechos, que no consideremos que merezcan atención; quiero decir más bien que es algo que debe ser observado y revisado con considerable cuidado, de otra forma usted podría estar botando lo necesario, la chispa vital. Uno no puede permitirse dejar de lado conjeturas imaginativas, basadas en el hecho de que no son científicas –en ese caso también podrían botar las semillas de una planta basándose en el hecho de que no son de roble o de lilas sino simple basura. Esto se aplica a todo lo que acontece en sus consultorios.

      Sugiero que valdría la pena considerarlo no como su consultorio sino más bien como su taller. ¿Qué tipo de artista es usted? ¿Es usted ceramista? ¿Es usted pintor? ¿Un músico? ¿Un escritor? En mi experiencia, una gran mayoría de los analistas no saben en realidad qué tipo de artistas son.

      S. Resnik: ¿Qué tal si no son artistas?

      Bion: Entonces está en el trabajo errado. No sabría qué trabajo sería bueno para ellos porque aunque no fuesen psicoanalistas necesitarían ser artistas de la vida misma. Un matemático puede ver que una fórmula algebraica tiene belleza; un músico, leer una partitura la cual consiste en marcas negras sobre un papel blanco. Aun utilizando el lenguaje que más conozco, no podría decirle a usted que es un ‘artista’; preferiría que ustedes fuesen más allá de esa palabra y pudiesen ver lo que intento transmitirles mediante esta palabra inadecuada. Con certeza no es alguien capaz de engañar sus ojos, hacerles pensar que hay un árbol cuando no lo hay sino más bien alguien que les permita ver que en verdad hay allí un árbol con sus raíces, aun cuando éstas estén debajo de la tierra.

      Estoy sugiriendo que detrás de este hombre de 42 años existe oculta una persona, y esa persona tiene raíces, un inconsciente, el cual, al igual que las raíces de un árbol, están ocultas a la vista. No solo existen ramas que están a su vez ramificadas y tienen venas sino que tienen raíces debajo de la superficie. Entonces cuando esta persona entra en su consultorio, ¿qué ve usted? No estoy simplemente preguntando lo que usted ve con sus ojos sino ante todo aquello que la intuición le permite a usted ver.

      S. Resnik: ¿Cuando usted relaciona las raíces del árbol con el inconsciente, tiene usted la imagen de algo que pudiera ser concebido como raíces del inconsciente o el inconsciente como raíces?

      Bion: No. El inconsciente es una de esas palabras inventadas por Freud en un intento de llamar la atención sobre algo que realmente existía. Pero comúnmente sucede que uno queda atrapado en la palabra, en esos interminables, desgastadores –por lo menos para mí– argumentos sobre la teoría kleiniana, sobre la teoría de Abraham, sobre todo tipo de teoría.

      No puedo estar interesado en ellas porque oscurecen el hecho de que hay, hasta donde yo considero, cosas tales como la mente humana o la personalidad. No creo que alguien haya descubierto cómo describir el carácter humano o personalidad aunque un retratista realmente bueno puede pintar algo que muestre no el color de la piel o el perfil de la persona. Un artista de Inglaterra hizo un retrato de Winston Churchill. Su esposa lo odiaba tanto que lo destruyó. Sin embargo muchas personas pensaban que era un retrato bien logrado. El artista, Graham Sutherland, no era un psicoanalista, no en esa categoría, en ese compartimiento. ¿Pero era o no un buen analista? Similarmente, usted podría decirme ‘¡Ah! Sí, pero yo no soy Cézanne, no soy Sutherland’.

      Yo no quiero halagarle, todo lo que quiero decir es ¿cómo saber que usted no lo es? ¿Ha estado usted en su atelier y descubierto qué tipo de artista es usted?

      P (de alguien en el grupo): ¿Podría decir algo sobre lo que describe como cambio catastrófico?

      Bion: La palabra ‘catástrofe’ tiene que ser comprendida a la luz de algo que va en dirección opuesta. Pienso en ello como un derrumbamiento [breaking down] lo cual está muy cercano a la metáfora de fragmentar [breaking up].

      En una situación analítica, el analista está preocupado con el hacer consciente, intentando dar conciencia a algo que el paciente ha intentado mantener inconsciente toda su vida. Hay dos personas en el consultorio que se juntan el mismo tiempo, en el mismo espacio, pero la dirección en la cual están pensando es diferente. Podrían estar de acuerdo si el analista consiente en volverse muy perturbado y sufrir el mismo tipo de neurosis o psicosis que sufre el paciente, aunque se supone que el analista no debería perder su capacidad de estar consciente del mundo de la realidad, aun cuando éste podría estar lidiando con una realidad diferente. El ejemplo más simple que pudiese darles sería el siguiente: nos encontramos en un estado mental que generalmente conocemos como estar despiertos o conscientes de lo que está aconteciendo –bueno, eso pensamos–. Pero cuando estamos durmiendo nos encontramos en un estado mental diferente. Esta división entre el día y la noche no es muy esclarecedora, pero pienso que es útil si uno retiene la valiosa cualidad de ser capaz de poder dormir, además de la invalorable cualidad de ser capaz de estar despiertos.


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