Conversaciones con Freud. Ricardo Avenburg

Conversaciones con Freud - Ricardo Avenburg


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narcisista a partir de conceptos de Freud, transformados y ampliados, desde las perspectivas teóricas y clínicas de Ricardo.

      Tal como ocurre con los libros anteriores, es imposible exponer en pocas palabras el contenido de Conversaciones con Freud. A mí me interesa resaltar un aspecto que aparece en estos diálogos, que me remite a este bello fragmento de Freud: “Les dije que el psicoanálisis se inició como una terapia, pero no quise recomendarlo al interés de ustedes en calidad de tal, sino por su contenido de verdad, por las informaciones que nos brinda sobre lo que toca más de cerca al hombre: su propio ser”. Estas palabras las escribió al final de la penúltima de las “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”; aquí les contaré acerca de lo temas por los que yo me sentí tocado más de cerca (seguramente cada lector encontrará otros).

      En estas conversaciones entre Freud y Ricardo, por momentos, se pierden las diferencias entre ellos, para luego volver a manifestarse, hasta que, finalmente, ya no importa quién es el que habla, sino solamente el contenido de verdad de lo que se expresa. Ambos interlocutores se sumergen en aquello que los toca más de cerca. A través del diálogo, discurre el pensamiento acerca del ser del hombre. Ya el primer diálogo plantea la pregunta acerca de la relación entre la angustia y la muerte, y se descubre que es la angustia ante la propia naturaleza animal la que aparece al final, ante la muerte; a partir de allí la dialéctica entre el ser y el no ser se va a ir desarrollando a través de los nexos que se establecen entre algunos diálogos, y, a la vez, con el pensamiento de otros interlocutores: Platón, Aristóteles, Spinoza, Kant, Hegel, Marx, entre otros.

      Al dialogar sobre “El tema de la espiritualidad en Moisés y el monoteísmo”, Freud dice que la prohibición de la representación del dios constituye un avance de la espiritualidad; Ricardo le responde que el avance de la espiritualidad se da en el desarrollo del lenguaje humano; Ricardo, en Acerca de los afectos, afirma que los afectos ocupan el lugar que funda y da sentido al aparato psíquico, y son la primera forma del lenguaje. En la conversación “Sobre el desarrollo del pensamiento humano”, aparece lo que está en la esencia del ser humano; allí Ricardo expresa: “El pensamiento humano se afirma en lo que él mismo es, el lenguaje humano: es el pensamiento verbal; la adquisición del lenguaje genera la omnipotencia (a la vez que la omnipresencia) del pensamiento: es la psiqué; halo vital, soplo de la voz que impregna el mundo otorgándole nuevos niveles de sentido”. Creo que con estas reflexiones los interlocutores se adentran en lo más específico del ser del hombre.

      La palabra “conversar” deriva del vocablo latino conversari “vivir habitualmente en compañía”; y el término griego dia/logoj (diálogos) significa “hablar a través de dos o de varios”; y estos varios, que nos incluye a todos, esta compañía en la que nos encontramos, habita dentro del orden social en el cual se produce la lucha mencionada al tratar acerca del primer libro de Ricardo, entre la realidad determinada por el predominio del principio de realidad y la determinada por el ideal, y entonces, Ricardo se ve llevado a indagar desde qué lugar de la psiqué surge el soplo de la voz que impregna a cada uno de los polos entre los que se desenvuelve esa lucha. Al tratar sobre “El tema de la espiritualidad en Moisés y el monoteísmo”, dice Ricardo que el pasaje del orden social matriarcal al patriarcal, supone una regresión desde el pensamiento a la aplicación directa de la fuerza, y que es necesario contraponer una ética racional a la ética mística constituida a partir del totemismo, y además afirma, al conversar sobre “El problema económico del masoquismo”, que existe una moral previa a la moral superyoica. Sin duda, al hablar de una moral superyoica, se refiere a la ética mística constituida a partir del totemismo y de la aplicación directa de la fuerza, contrapuesta a una moral previa que es yoica y que está asentada en el ello “apuntando a colaborar con acciones específicas y que tienden a satisfacer nuestras necesidades humanas y materiales”; creo no equivocarme si entiendo que esa ética racional solo puede ser producto del diálogo que impregna al mundo y otorga nuevos niveles de sentido.

      Al avanzar las Conversaciones, se avanza (o se vuelve) hacia aquello que está en la raíz del ser del hombre y de todo lo que vive, Instinkt, Trieb; el diálogo es sobre la naturaleza del instinto. Entonces, en “Dialogando con Freud en el análisis de Más allá del principio del placer”, el pensamiento, moviéndose hacia múltiples oposiciones, descubre que la contradicción entre ser y no ser estaría inscrita en el cuerpo del instinto; y surge entonces la pregunta: “¿Sería esta contradicción interior la que lo impulsa al devenir?”. Respuesta: “Aquí se anudan otras innumerables preguntas cuya respuesta no es aún posible”.

      Al entrar en uno de los diálogos de este libro, Spinoza dice: “La verdadera felicidad y la beatitud consiste para cada individuo en el goce del bien y no en esta gloria de ser el único a gozar del mismo, estando los otros excluidos; […]”. Estas Conversaciones nos incitan a nosotros, sus lectores, a unirnos a ellos, a seguir jugando con ellos, a compartir la felicidad y el bien de pensar juntos buscando la verdad acerca del hombre y de la vida.

      Jorge Garbarino

      Consideraciones preliminares

      Este libro es parte de la historia de mi relación con Freud; sería largo relatarla en toda su extensión, relatarla o mostrarla. Yo no acepto llamarme freudiano: yo soy yo y Freud es mi interlocutor principal en el campo del psicoanálisis; yo diría que Freud es mi compañero de juegos y me divierte mucho jugar con él. Mi interés aquí es compartir este juego con ustedes a través de los diálogos (que no son otra cosa que jugar con los conceptos) que tengo con él.

      “Efectivamente, estaba muy bien lo que has dicho: que nosotros no formamos parte de un coro cuyos coreutas son sirvientes con respecto a los propósitos que mantienen; sino que por el contrario poseemos nuestros propósitos como servidores nuestros: cada uno de éstos permanece a nuestra disposición hasta la total culminación de su tarea cuando nosotros la juzgamos terminada. Para nosotros, en efecto, no hay juez alguno, ni, como para los poetas, espectador alguno que presida dichos propósitos para infligir una pena o para imponer su autoridad”.

      Freud tampoco es freudiano: no es sirviente de sus conceptos. El suyo es un pensamiento en perpetuo movimiento en el cual cada concepto ha de ser primero comprendido en su contexto para recién luego poder ser incluido en la totalidad de su pensamiento que, en tanto movimiento, no termina de agotarse. No cabe duda de que toda línea de pensamiento que culmina en un concepto se agota, como dice Platón; lo juzgamos terminado y lo despedimos como a un sirviente que cumplió su función. Pero es muy posible que en otro momento de nuestra especulación tengamos que retomarlo (volver a recurrir al servidor). Y Freud para mí no está agotado; hay pensadores que creo que no terminan de agotarse: ¿están agotados Platón, Aristóteles, Kant, Hegel o Marx?

      No todos los trabajos presentados en este libro son diálogos explícitos. Otros sí: son transcripciones de textos (traducidos por mí) divididos en partes y sobre cada una de ellas planteo mis dudas, mis preguntas a Freud y mis comentarios y puntos de vista. Muchas de mis preguntas son respondidas por Freud a continuación, otras no, a partir de las cuales planteo hipótesis de respuestas así como desacuerdos con lo planteado. Creo que hay trabajos (como puede verse este libro es una compilación de trabajos míos escritos independientemente unos de otros) que se pueden leer con relativa facilidad y otros que son complejos por su densidad conceptual: pero de estos es responsable Freud, yo trato de hacerlos más claros, pero no simplificándolos sino abriendo sus contenidos, o sea analizándolos (en el sentido lógico, no específicamente psicoanalítico).

      Dejé para el final el que creo es el más denso, el diálogo Sobre el desarrollo del pensamiento humano. Las citas de los textos de Freud son traducciones mías del original de Sigmund Freud, Gesammelte Werke, S. Ficher Verlag.

      Convendría aclarar que en varios trabajos no tengo confirmado ni recuerdo lugar y fecha de su lectura. Muchos de ellos no fueron publicados, los escribo para mí.

       Ricardo Avenburg

      Buenos Aires, enero de 2014

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