Conversaciones con Freud. Ricardo Avenburg

Conversaciones con Freud - Ricardo Avenburg


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en tales comunicaciones de otros”.

      5) Creo que el último relato corresponde más a lo cómico que al humor: su hermano se construyó una vivienda subterránea con un techo de lona agujereado; por el agujero todas las noches se caía una vaca que, en su caída, apagaba la lámpara y todas las noches él se tenía que levantar y sacar a la vaca, además de arreglar la habitación. La noche número 46, dice: “La cosa empieza a ser monótona”. Lo cómico es lo inadecuado y ridículo de todas sus acciones (y de la situación en general) y su comentario no parece ser una expresión de humor ya que el personaje no parece tomar conciencia de lo ridículo y dicho comentario es coherente con las acciones previas. No veo acá lugar para el superyó, ni el estricto ni el benévolo (a menos que interpretemos todo su actuar como expresión de un sentimiento inconsciente de culpa, lo que me parece fuera de lugar aquí).

      “Sólo que yo he asignado a este superyó la función de la prueba de realidad, lo que parece equivocado y necesitado de corrección. Correspondería absolutamente a las relaciones del yo con el mundo de la percepción si la prueba de realidad continúa siendo su propia tarea. También han de ser rectificadas ciertas expresiones indeterminadas acerca de un núcleo del yo, que ahora hemos de reconocer al sistema P-Cc (percepción consciencia)”.

      ¿Por qué habrá retornado Freud a una concepción anterior? Ante todo, ¿qué es el núcleo? Acá está usado, evidentemente, como metáfora, supongo que extraída del núcleo de una célula. Por lo que yo recuerdo, Freud la utilizó para designar al trauma a partir del cual se constituye la triple estratificación de las representaciones que constituyen al síntoma (“Psicoterapia de la histeria”) y al complejo de Edipo como complejo nuclear de las neurosis: “en este sentido el complejo de Edipo, con pleno derecho, vale como el núcleo de la neurosis” (“Conferencias de introducción al psicoanálisis”). Si buscamos una significación común a ambos usos podemos decir que el núcleo es la estructura a partir de la cual se genera, en un caso el síntoma neurótico y en el otro la neurosis en general. ¿Cuál es la estructura a partir de la cual se genera el yo? A menos que aquí (en “El humor”) Freud se refiera a algo diferente, resulta difícil pensar que una estructura, el yo, se genera a partir de una superestructura, el superyó; por otra parte esto es completamente contradictorio con todo lo que Freud habló acerca de la génesis del superyó. El yo se constituye como un precipitado de las relaciones entre el ello y el mundo exterior, íntimamente ligado tanto a la percepción como a la motricidad, o sea, como Freud dice en “El yo y el ello”, a partir del sistema percepción-conciencia: el juicio de realidad es una función del yo. Pero, como dijo Freud en la nota al pie citada, previamente asignó al ideal del yo la prueba de realidad: “hemos descuidado de mencionar entre las funciones del ideal del yo el ejercicio de la prueba de realidad”. Y en “Introducción del narcisismo” habla del ideal del yo elevándose a las funciones de conciencia moral e introspección filosófica. Es evidente que, cuando en el caso del que inicia la semana para ser ejecutado, Freud atribuye al superyó el “amoroso consuelo”: “Mira, esto es ahora el mundo, que tan peligroso parece. Un juego de niños, como para hacerle una broma”, le otorga al superyó la función del juicio de realidad y de introspección filosófica. Creo yo que esta función no es original del superyó sino que este se arroga dicha función (o dichas funciones) poniéndose en lugar del yo.

      Para que se dé el humor es necesario que el yo tenga plena conciencia del significado de la situación por la cual atraviesa y dejaría aquí planteada la hipótesis de que el humor es una crítica y una burla consciente a aquellas instituciones humanas que asumen un rol totémico (o, lo que es lo mismo, superyoico) e implica una desacralización de dichas instituciones.

      1 Der Humor. G. W. Tomo XIV, p. 383 y ss.

      2 Der Witz. G. W. Tomo VI, p. 266 y ss.

      3 Das Ich und das Es. G. W. Tomo XIII, p. 256

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      Conversando con Freud: “La técnica psicoanalítica”1

      Trabajando en un grupo de estudios el “Compendio de psicoanálisis” al llegar al capítulo sobre “La técnica psicoanalítica” y en la medida que lo íbamos leyendo tuve una impresión que no tengo en general con los artículos más teóricos de Freud: leer algo que sonaba a antiguo. Si bien yo concordaba en general con sus conceptos, el método que describía no reflejaba lo que yo percibo durante los tratamientos que llevo a cabo. Algo de este tema ya lo he “conversado” con Freud a raíz del caso del “hombre de las ratas” (“Supervisándonos mutuamente con Freud”), pero el del “Compendio” es un trabajo que se refiere específicamente a la técnica y que corresponde a la última etapa del pensamiento de Freud (cito o resumo los fragmentos que me parecen más significativos para su discusión.

      Dice Freud que, en tanto nuestro aliado en el tratamiento es el yo, limitado por sus dependencias del superyó, del ello y del mundo exterior, “debemos acudir en su ayuda”. Pero para esta tarea, el yo, aunque con sus limitaciones, debe “mantener una cierta medida de consistencia y una parte de intelección ante las exigencias de la realidad”. Es lo que no ocurre con el psicótico, por lo cual “debemos renunciar a intentar llevar a cabo, con el psicótico, nuestro plan de curación. Tal vez renunciar para siempre, tal vez solo por el momento, hasta que hayamos encontrado, para él un plan más apropiado”.

      Con el neurótico, para ayudar al yo del paciente frente a las demandas de sus tres amos (el superyó, el ello y el mundo externo), establecemos un pacto: total sinceridad por el lado del paciente y discreción más estricta por parte de analista. Pero más allá de la sinceridad, esperamos que nos cuente no sólo lo que sabe sino también lo que no sabe: para esto se recurre a la regla fundamental y eliminando la autocrítica se abre el camino a un material que “está bajo la influencia de lo inconsciente y, a menudo, es derivado directo del mismo y nos pone en situación de colegir el inconsciente reprimido y, por nuestro intermedio, ampliar el conocimiento que su yo tiene de su inconsciente”.

      Surge una primera pregunta: ¿qué es un derivado directo de lo inconsciente? ¿Hay un solo inconsciente que tiene sus derivados? ¿Se refiere al complejo de Edipo y derivados directos e indirectos? ¿Derivados progresivos y/o regresivos?; ¿se refiere en general a la sexualidad infantil reprimida? ¿Cuál es la distancia que separa los derivados del complejo nuclear de las neurosis? Con estas preguntas quiero plantear que me parece que el concepto de inconsciente –o de inconsciente reprimido– no es un concepto unívoco, a menos que se considere –y creo que así lo debía pensar Freud– como núcleo de lo inconsciente reprimido al complejo de Edipo (disculpe el lector estas elucubraciones pero pienso que los conceptos teóricos deben ser precisados, cosa que no puede hacerse con los empíricos, la realidad viene mezclada).

      Agrega Freud:


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